miércoles, 7 de julio de 2010

Pequeños yerros del desvelo

Las tontas invocaciones del pan
y de los puertos
en algún final de esas malas películas
que siempre nos gustaron.

¿Quién no se vivió en esos finales de hojas y soles?

Yo que renuncio
yo que me inmolo
por estas cegueras fortuitas
que me tocaron en suerte.

¿Quién no se cegó de vacuidades?

Este ser irrespetuoso de mi mismo mi yo
que renuncia a las dádivas del clemente cielo
que ilumioscurece de finales
en que yerra el disparo final.

¿Quién es, al final, capaz de arrojarlo por la ventana?

Yo sí,
pero mis espejos pueden caer a pedazos.

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