viernes, 29 de abril de 2011

Palabras y vuelos

Anidé tus palabras ajadas
por tanto viento mi ventana
tantos pasos en los días
en las palabras aladas
perdiendo el ala poca
al sentarme a cicatrizar
esta vieja guerra,
este desvelo incierto
que rasga las palabras que me dejaste
que altera el vuelo
que nunca quiero perder.

Vidrio

Temblamos cada uno
de cada lado de la noche
de cada lado del día
sin tocar el vidrio
que nos separa
sin sentir los hilos
que nos sostienen
así, tan errados
que temblamos cada uno
de su lado
de su miedo
y de su luna...

Noche de distancias

Caminé la violácea distancia
entre las noches
que hicieron una para tu vestido
cuando el frío, cuando una noche
armada de todas mis búsquedas
del frío, de las frazadas,
de la ventana
y vos tan pura ahí
cubierta de las estrellas
que tus ojos bebían
en los huesos helados
en la mirada cálida
que era la único que nos quedaba.

Viejas idas

I
Pasé el arco de tu día primero,
entoné la suave melodía
que abre los cielos
que suelta las nubes;

quedó la montaña silbando,
sentí la galaxia recorriendo mi mano
y ardía de fuego
cuando apagaste la hoguera
y el cielo se secó.

II
Abandoné las ropas místicas
y me perdí en el desierto.

Anduve arenas y soles muchos
que anidaban mi frente,
cuando los espejismos me desarmaban.

Anduve las dunas lunares,
alcé la sed a los pájaros
y dormía ya,
peregrino de quién sabe dónde...

III
Las largas ventanas me rodearon
con su parcialidad de mundo,
con su queja de mirada nuestra,
el quejido ácido de la pureza.

Soy, fui, seré pequeño tan
tanto, que así me arrodillan las ventanas
ya me sofocan las cortinas insostenibles
que me piden los mares
y las ventanas las abandonan
con un desprecio sordo
por nuestra cara
y las manos de las telas.

IV
Oigo a los chacales
que sonoran la arena
con la voz en las pisadas
y los mudos aires
que toman de mi aire
y qué vida
qué misterios
se terminan tan pronto
que entonces nunca van a entender...

martes, 26 de abril de 2011

Cuando sonreiste

No quiero usar la escalera
para abandonar esta isla,
justo que tan cerca de la nube.

Ir a ciegas con el presentimiento
de lo poco
de lo magia...

Y la añoranza de la infancia juntos
si la hubiéramos tenido.

Ir a ciegas
cuando apenas estoy por la pared
y ni techo,
y hace frío
y ni una frazada para tu invierno
que ya pierde lo dulce
ante la espera
de lo que yo pueda construir
con mis manos transparentes.

No quiero arrancar del mundo
la más sonora risa
solo por quedarla en mi círculo de agua
y mis peces que son pocos,
muy pequeños, que apenas empiezan a reír.

Tendré que construir la escalera
para que el mundo suene otra vez
con tu forma
y mi isla se vaya en una hoja de papel
a otro planeta más,
a un viento soleado,
con tu beso en las alas.

domingo, 24 de abril de 2011

Olas

Olas de cada mañana

y vos parada
de brazos abiertos a la marina luz,
y las olas,
que recortan tu tiempo
que dibujan sobre tu piel,
las olas
que saltan por tu pelo,
por tu luminaria de día,

las olas,
olas de cada mañana.

sábado, 23 de abril de 2011

Luminarias del anciano

Reiná sobre las estrellas,
esta noche,
la oblicuidad de la existencia.

Tenés la orilla de tu lado,
sos una barca,
tenés el ímpetu del mar.

Es la hora
para atrapar
todo lo que nos perdemos
en el día,

pero
¿No es la frontera del amanecer
la más difícil de abarcar?

No erraste.
Argentina. Americana.
No sos aborigen,
pero si lo sos.
Lo vas siendo con el alma.

En un lugar,
ausentándome de todos los demás;
lo que tocás lo iluminás,
lo que tenés de vida
yo lo tengo de silencio.

jueves, 21 de abril de 2011

Ventisca

Mi hija del mar,
mi salada almohada,
te busco cuando las rocas
chocan tu mundo, tu planeta,
enorme de azules
oscilando los ojos de a todos,
te busco en la lluvia,
las lluvias lejos del hogar,
buscando en el desierto de latidos
la suave estadía de mi quehacer
por todo, por todos
mi quehacer despierta por ahí,
justo donde mis lluvias
y tus voces.

miércoles, 6 de abril de 2011

Vestigios

I
Marcha sorda
machta sorda
filas de hileras y hierro
sales y cuernos y bosques.

El pasado heredado
la huella seria de los campos
del ancho campo
del siempre campo, eterno campo,
y la huella
y la estatura
y padre querido
y la huella
y la sombra
la tanta sombra.

II
El cadasol tu pelo

y ella,
caída luminiscente;

ella vos, vos la ella,
vos,
ya desatravesado el día,
guardando las lágrimas para el cuento
para el final de la miel,
los días orbes, enteros de caminos
de leyendas de bocas
y a bocas repitiendo
que un molde
una vez
dejó escapar una paloma.

Y la tierra.
La tierra.

Tus divisiones

mis dos galaxias.

III
Así nomás la bandera.

Tanto se hurgó el cielo
hasta su más profundo,
tanto se soltó el mar...

...que los días se olvidaron
en la república que así nomás la bandera
olvidó todo lo que había,
y que jamás se volverá a tener.

IV
¿Ves la entrada?
En el diagrama del sol
obnubilado de la pura nube
amiga del viento,
hija de la marea.

La entrada, mi dulce pájaro,
anida los signos del sol
que bien pudieron en tu piel,
que bien nacieron en tus manos.

La entrada, única de un solo bosque,
se ramifica en cada centímetro
¿Y cuánto me dibujás
por la vida, por la sombra?

V
Sonora virtud
que tus manos acampa
y es lo tarde del verano
de húmeda tibieza acústica.

Sonora dulzura
alzando las aves,
llenando el azul
de la simpatía clara,
la simpatía única.

Alma sonora,
sonando el sonido
de mis sonidos
armando la escalera
que con mis manos
y tus manos

un instante...

VI
Me senté herido del mañana
cuando bien sé lo que se encamina
cuando atrapo lo vago del futuro
que se escribe con las miradas
de los que no miran,
de los que no escuchan.

Me saqué la lanza
en la que orbitaba mi sed
tan inquieta de amaneceres idos
en el viento que el futuro lleva
y lleva, y da mi tiempo
a comer a las aves.

La mañana detuvo el sol
con sus manos cicatrizadas de luna
y me encerró bajo las paredes circulares

y entonces grito
y entonces llamo.

Restos

I

¿Reentré el perímetro húmedo
de la lluvia
que sin cesar
hará, a su sed
los inalcanzables esparcimientos
la tierra en su giro lento
abrazará la esfinge,
las uvas
de la ilusión?


II
Encendí la lluvia otra vez
cansado del motor de tus maniobras
hundido del ardor de las tan sombras
que enumero los números de tus números
me enigmo a mi en tu pecho
caigo en la escalera de tus idas
socorro las pendientes en el alba.

Ay, mi dulce primer amiga,
que tanta mañana fue, que un encanto
que unos suaves soles
esparciéndose en las granjas de aquella infancia
¿Te acordás?
Esa que vivimos
desde la distancia.

III
Las llamas
caminaron el pasillo
era tan tarde
que tu pelo yacía plácido
que las aves dormían rápido
por las mañanas imprevistas
pero esos fuegos, esas llamas
caminaban el pasillo, con el silbido
con el chasquido de los sin nombre
que pasó tanto tiempo, si ustedes,
y ellos ya ni nombre
sino la igualdad
entre todos ellos
y no son sólo uno.

IV
Las parsimonias limpiaron el palacio
de tan caras largas tanto suelo
tan cara, cara que se alarga,
como siempre
por la parsimonia que limpió el palacio
con las caras
con los amos.

V
Engranaje caído, levantado
por la humedad
y esa fuerza, ese vigor
que los ancianos se te sientan encima
y arman sus cartas
aunque el mazo no esté completo
y haya fuego en un barril
y la nada en los estómagos
oh, engranaje, sabés
que los últimos días
son lentos
y ese fuego
y esa poca risa
serán lo último
hasta esa plácida eternidad
en que te vas desvaneciendo.

VI
Cartas llenas de sombras
cartas encolumnadas al último palacio
ese lejano, que al llegar ya las piernas,
ah, el último palacio.

Las sombras se posan en los hombres
y ellos confunden cuervos
y los no soles.

Las cartas se endilgan los sueños más negros,
que de tanta capa blanca
poco resto para no ser comido.

VII
Antiguamente se soltaron
los andamiajes de las manos
y cuando todo se veía
se crecían las sequías.

Enlodados los hombres,
secos de amaneceres,
quietos de sueño,
lejanos de llanto
todo se quedaba
en remolinos silvestres
caminando lentamente
acariciando el ángulo
caído de su triste mirar mar.

VIII
Callando lo que queda
guardando la media sombra
del dormir, de la alerta de los mares
que sonoran a lo lejos
las cuadrículas en relieve
cansarán, perderán
sus olas de siempre
marcharán a la nieva
a llorar sólidas penas
lejanos de los sólidos que sueñan el líquido.

IX
Enredados enredo de siempre
que cuantas veces, hermano sol, me viste así
tan paciente en los días del antes
y tan esgrimido los días después
que te sorprenderías
si dicen que aprendemos en alguna vez
aunque bueno, yo no, y lo sabés
esos de perfumes a mi desarme,
rearme al desarme en los vértices lunares solares
y caigo sin césar, bajo tu cuida de alma
bajo tu aluvión de semblanza.

X
Los días, los días, días, díasdías...
¿Cuántos árboles conté?
Los días a día,
tu pirámide de cosas,
tus sueños de grandeza
que te quedaba chica en mi mirada.

A día los días
tu cabeza girando siempre
y nunca supe qué querías decir.

A sol y a día
a noche y nochedía.

XI
Silban la sonata
pintan las sonoras
arman los aéreos
copos de salto lento.

La fiesta se extiende
los valles y no valles
las casas y no casas
los en fin, los en todo,
que suenan la sonata
en los adentros
en los amores.

XII
Esgrimió el saludo
y temieron todos
por el encuentro así
del roce fuerte
que todos cerraban los ojos,
porque sonaban las esgrimas
de manos y temieron
y temieron
y lo perdieron para siempre.

XII
Reentré y ya me valgo
que ni despierto el escape,
que todo son mis globos
que me atan y me llevan
aunque siempre tenga que dormir
y un silbido
explote los globos
y los años
en conseguir curarlos a todos.