martes, 15 de noviembre de 2011

L


Lúthien
en un cuento de niños
está
en el bosque,
los crayones le endulzaron el pelo
y ella ríe
porque la vuelvo a leer al volver
una y otra vez,
el mismo cuento nuevo cada vez
algo que nunca alcanzo a terminar
por más que las muchas vidas
ella ríe
y yo con mis crayones
y mi más serio cuadro de todos
la primera vez que nos dejamos ir.
¿Supimos volver?

lunes, 14 de noviembre de 2011

Las últimas luces


I
Las semillas conseguidas de la tarde
ya no sirven en la noche;

el día es uno solo
repartido en las hojas interminables
con su decoloración
hacia la puerta blanca.

II
El mediodía
se nos fue,
así de las manos,
perdidos,
en los pájaros.

Esa primera mañana
dejaste la luz en la mesa
y se sirvió el cielo
para venir,
así, con todos los días
a mañana
pero hoy ya es
la tarde
y apenas recuerdo el mediodía
que se nos fue
de las manos
inquieto,
incandescente,
por nuestra piel.

III
Un instante
se desenvolvió por todos los días
con su rocío diurno,
el misterio,
de las cuentas del rosario que alguna vez
significó algo.

Un instante
para que todo sea lento luego
eternamente recuperándolo,
eternamente alcanzando los átomos
hasta decir basta
de tengo miedo de desarmarme

por tu alquimia
y mi alquimia

tan radiantes
por el instante
en que todo se rompió
menos nosotros dos.

IV
Las manos enlazadas
de los árboles dos
a la entrada de la nube,
al silencio del agua

las manos exactas
los brazos perfectos
sincronía
del tiempo
cuando empieza
y termina
el medio
de dos distancias irreconciliables.

Dos costados
desatándose
un hilo sin fin.

V
El no
siempre latiendo
con toda su noche
y su desvelo;

el no,
que nos deja un halo de tristeza
en la boca
por la tuya;

el no,
armando el escenario
y nos toca jugar
a dibujar su forma.

VI
Salgamos
con cada costado a cuestas
a lo largo de la pesadez del mundo
pero es que, en la liviandad,
quizás ya no aprendamos
qué es una distancia
qué es una ausencia
qué es
esto
que mañana va a doler tanto.

VII
Luz en los nombres,
los dos días
y el arroyo,
la miel

pero ansiamos la sal
y eso es lejos

tu oriente,
mi occidente,
que de tanto en años
a equinoccios amarillos
nos saben
no muy lejos
porque el centro
son dos gravedades
que siempre
y que nunca.

VIII
Las escaleras de nuestras voces
enredadas
perdiendo puertas
desarmando escalones
intentando cada color
cada música
en el intervalo
entre esta escalera
y alguna ventana

los puentes
de anexiones cálidas

las miradas
que no se sostienen
mi piel
que se desarma en tus manos
tu boca
que lamenta el beso
que la pérdida que todo esto
que la única lágrima por los dos
en uno
en el sol amarrado a los ojos

pero el sol
visto a lo lejos
en todo
lo que no alcanzamos.

IX

"Los labios y la flor del no
de a poco..."

X
Los círculos
son iguales

tus flores
y mis hojas
danzan el unísono

tu mañana
mi tarde

las dos dimensiones
se cruzan
y curvan los días

así...
vamos sin saber nada
a saberlo
ya perdido
y solo el quizás
en el vértigo de su locura
nos diga algo
pero no tiene boca
y no habla.

XI
Ah,
había cosas a nuestro alrededor
que podían ser alcanzadas.

Ya...
no lo sabía
tan ilimitadas son tus líneas
que mis desdibujos
irrumpían las luces
que el sol en verdad dejó.

Así que...
hay cosas aún
aunque no me importen,
aunque no tenga el hilo
que no sé si sabías
pero es infinito también
y eso de la atadura
es solo un canal
que se prolonga
hasta donde ahora mismo
es que no sabemos
y el quizás si sea,
y así no.

Había cosas a nuestro alrededor.
Y las habrá.
Pero hoy curvamos el mundo, ya te lo dije
y ninguna sombra toca este lugar
y las armonías
lejos de nosotros
no nos pueden tocar.

Nosotros somos la melodía.

XII
En algún lugar había empezado,
cuando ya no nos preocupábamos.

Viniste una noche vacía
a decirme que no había nada
y se necesitó mucha lluvia.

Y la lluvia vino.
Y nos sacó cada escape...

...siempre tendríamos que estar tan cerca.


domingo, 6 de noviembre de 2011

Alquimias

I
Leer los ojos
aproximar
el cristal de la mañana
en toda noche alargada,
sin fin,
por los días que se fueron y se irán;
la mirada,
la noche,
leer los ojos,
y leer el aire,
una brisa
y los ojos
que nunca dicen lo mismo
no dos veces,
leer el mar
en su extensión
el azul que soñaste
y en un rato, ahora,
la distancia
para nuestros pájaros
y el vuelo
de la mirada
y los años
que se despiertan.

II
Una mano
que nunca te termina de recorrer
que intenta
todas las posibilidades
y se enreda
en tus vaivenes,
en tus delirios
en tu cuerpo,
inquieto,
aletargado por la arena
que junté en la espera

sentado
a la puerta amarilla

tu cuerpo
y mis manos cansadas
mañana olvidarán este camino de manos
y volverán a empezar

con todo el olvido más blanco,
el olvido
que nos hace eternos.

III
Tu casa de árboles
me pierde, me sonora,
me esquiva, me juega
con sus interminables cosas
de cada día

una hoja se va
una rama nace

tu boca murmura los secretos
y nacen otra vez
en algún halo de día
que se había perdido
o es que lo habías guardado

tus casas son árboles,
tus manos son tierra
mi suelo
en tu mundo
tan grande
que nadie es capaz de encontrarlo.

IV

Una parte de tu nombre
está en el mío
y siempre me pregunté
pero no demasiado

una parte de tu nombre
se escribe en la arena
y el mar no lo borra

una parte de mi nombre
te busca, forma pájaros
que se pierden
y solo así quizás sí,
en perderse

los barcos caen del aire
y tu risa,
y nuestros barcos
de diferente color,

parte de tu nombre
parte del mío

el mar
nos busca

los barcos
están solos.

V

Desayunamos la mañana
con haber nacido así,
lado a lado
y el hilo
que desandamos,
dulcemente,
nos recorre, nos ríe la piel,
el hilo
casi de sol y casi de los dos
desatados una vez
y por las alas
el vuelo bajo
de no necesitar el más allá
que invertimos el mundo
y es todo
simple así
de las manos
que crean galaxias.

VI

No despierto jamás
no duermo jamás

vos tampoco

y los cuerpos
no lo saben aún.

VII

Solo así somos;
tenés que decir el nunca
si, al final de este largo día,
decime el nunca
que solo así
los cuervos pueden invertir el vuelo
y los círculos de arena darán el tiempo
de lo que no
que será el sí

o lo que sea
pero el nunca
no es la mitad de nada
y las mitades
son las que nos adormecen.

¡Nunca!

Y la ventana blanca.