jueves, 30 de junio de 2011

Epitafio

Yo,
que en otro tiempo intenté modular algo,
que abracé la salvación ausente,
que imaginé la estulticia y la ruindad,

rumbé sin novedad
por el veteado mundo

y no.

Encuentro (a Arthur Rimbaud)

Yo te saludé,
venías colina abajo
(de las que acá no existen)
y traías un símbolo luminario,
dijiste,
y no entendí.

Pero eras tan claro, amigo mío,
que la temporada de lluvias
había terminado
en una palabra tuya.

Abriste una puerta,
dibujaste los sentidos
y algo, algo muy algo,
me acuerdo
cuando te saludo.

Hoy te saludo.

Irregular (a Paul Verlaine)

Los dones se extraviaron así, tan simple
que pasó el tiempo y la voz se quebró
como las iglesias más rotas
y las ropas sucias de los santos

(y el quijote fue hacia un precipicio
cuando sancho panza estaba tan cansado)

y mandaban todo lejos los malditos
con la sangre desparramada
en futuros
que eran pasados
y hoy no son.

Los escorpiones

Y el sol quemó todo rincón
todo, a sol arde,
a sol despierta y duerme el ángel
fogueado por la omnisciencia del juicio
que la eternidad arrojó a los hombres
y su ejército de imaginerías

los hombres son rojos
y el agua no existe
¡No existe!
Los mendigos todos
lamen sus propios trapos
beben sus propios ojos
y todo cristal desarmado es arena
a millones de millones de millones
en el aire de los sufrientes
que ni voz, que ni paso
que la estática espera indeclinable

la espera
la espera

la espera
por la eternidad de no hay infierno ni cielo
ni habrá hombres en la galaxia
que el reorden estelar
es frío azul y frío negro,
imperturbables,
por su misión de moverse
así, en la infinitud
de la finitud de los vivos.

No hay fénix

I
Son todos fantasmas
que salen de mis dedos
mágicos con la turbamulta de escorpiones

y el ay
que sonará mayestático
inconseguible en una tarde
vilipendiado por la noche
que pesa sus barrotes
como intentando el negro
de la ausencia,

aunque esta sea incolora,
es lo poco
que el puede ver
que las mentes no dan
a imaginar el descolor total...

II
El desmayo avisa con un pájaro
en un canto indescriptible
y un color ciego
hiriendo el suelo
con toda su carga de futuro.

III
Qué podrá ahí
con los trapos y la carne...

apenas baja
para ya nunca subir
y usar toda la tierra, toda,
en expansión,
mordiendo el otro lado,
atenazando de dientes
las cosas cercanas,
deletéreas,
simiescas que apenas inician
la devolución
de todo lo que ignoró una vez
por buscar el blanco
que apenas alcanza
para un día
o una hora.

IV
El escorpión despierta
de su sueño negro
y sabe que los muertos son blancos,
tantos ve pasar, tantos ataca
por la risa final
que espera, siempre,
para alardear su ausencia
a los astros repetidos

tan repetido todo
como para dinamizar los círculos
en el vértigo de lo nombrado
haciendo grande la sombra,
llena de arena,
para los que sueltan los quejidos
en el juicio imaginario
que los idiotas han escrito para él.

No suertes blancas

I
(Los bordes,
mi ser,
se programan nucleicos
y bordados de algo)

Arrancó las flores
y se fue niña
salpicada de las inclemencias
de los dulces,
en su hora más azúcar
y lenta de espasmos
del demasiado este amarillo
a brotes de roturas de pisos.

Al sentir
desbordó la hierba
y rejuntó los amplios nortes
(los secretos y los bien sabidos)
y apelmazó en las manos
la furibunda eclección
de los tornasoles líquidos
de oídos a caídas
de miradas a tormentas.

II
Lentamente supo el bronce
pero tan lento
que los elefantes se dormían
y tanto
que el sueño se fue de largo
y el hierro amasó las lanzas
que todo sueño anidan
por ese largo campo de paciencia.

Los hombres bailaron
y desarmaron los círculos
para esas pirámides difusas
en donde no se sabe donde se está
donde se va
ni donde el donde.

III
Compró
y eso fue muerte
con el tendal de los seiscientos
y no sé qué tantos
que armaron los números
para las restas de la carne
que siempre fue saliendo
del río al mar
de la tierra
a la montaña hueca
y los golpes engañados
en la cintura roja de la montaña.

IV
Los niños ciertos
con el agua y con el sol
tan simples de amores
tan simples de juegos
con los convites solares
a la mesa imaginaria

y ellos

sonando la mañana
a la ventana más rápida
que la amplitud nace
de la primera apertura de día
con las esferas que dibujan,
perfectas, sin sombras,
adelantados a los trajes
que nunca jamás usarán
solo si pierden
esta batalla
con colores
y con flechas de aérea luz.

V
La soledad
se amarra con sombras de la tarde
en que bien podría saber los sentidos
con tus acrobacias en la cocina

pero no

por tu inquieto cabello
que marea mis intentos de tierra
solo mi tierra
y los sonámbulos que aparecen en ella
callados de tanta voz toda junta.

Y si hay lugar en el monasterio,
entre las hojas y el otoño tardío,
necesito la blanca mano
sonando mi campana dulce
que cierre la puerta detrás
y todas las detrás
en la plegaria
del rompecabezas apenas iniciado

pero no

porque mis partes quieren irse
cada una a su lado
y así no formo nunca los pies

cuando los exilios bailan en el aire.

martes, 28 de junio de 2011

Voz

Las luciérnagas en tu voz se inquietan tan certeras del lumínico momento de la apertura sensorial a destajo de los sentidos, a desangre de los aires, ensimismados de truenos fugaces y rítmicas disonancias...

Loas sencillas que más que simples
que más que límpidas
más que una tarde lenta
de rejas rotas por las aves
tu voz va abriendo las puertas
de a todas y a sus veces
redimensiona los colores
por los amarillos
y los blancos, más alguna nota
tendiente de rojo
y los pájaros llevan las guirnaldas
del instante y la fiesta
crepuscular
de la lluvia de mieles incansables
de un día, de mágica ventura
y timbre altísimo de magnetismo,
sonoro de tu boca,
imaginario de tus ojos.

Aespactros

Leguisonié las pérvida enumeración
andisonada las cubiertas transhumantes

ardié las llamas,
letreé las venidas
en mi cuadernóforo ímpido
de novascientas luxes
que dinamiran lóngevas
la erruidición
y los que gritan ¡Basto!
Y los que gritan ¡Aedentren!

Llameó las furibendas naciones
inquieateó sonérico las presenticiales
y anodó la quietura cuadrapeléjica
de quién saberá qué carajos
arman las naeoches
tímedas del casciende.

Espectros

Urgencia de un desayuno lunar
en el quiebre del alma
que libere
todos los espectros
y los pinte
a su sazón de leyenda
y pululen
ya no sombríos más si lumínicos
tan lumínicos
por entre las enredaderas de los hombres
gastando el cuerpo en el sol


¡Yo los libero, espectros!
Vayan al desarme,
a regentear los escapes de suspiros
a dibujar las posibilidades
de la sombra luz,
a enumerar sin número los besos,
a sonrojar sin rojos las sonrisas
de a poco que iré yendo,
por este quedarme así
prisionero de todos los colores
y prometo, esta vez prometo
quedarme hasta el final
cuando se cierre el libro.

Ausencia

Ausencia y gloria
la gloria del no estar
la gloria de estar cierto
en lo poco que queda de uno.

Así hablé las temporadas
del infierno, del cielo,
así las hablé
tan claro que yo no estaba.

Seré lo que queda,
soy lo que queda,
en las ausencias,
en el tibio saber
de las imágenes que el tiempo arma
olvidando los bordes
y dejando el centro
del alma, lo que simulaba un alma,
pero lo demás
ya no, no sirve
ni nunca lo hizo,
tan necesario
el nombre puro
armando la fiesta
de la ausencia
en la ausencia.

Caminos

Apenas hecho de sueño
que despierto otra vez
a juntar las incongruencias de la calle
sin el sentido de la dirección
hecha de desvíos solares.

Apenas van los pies,
ciertos de lo grisáceo,
cuando se le acercan
las variantes lumínicas
llamando con aguada voz
tibia voz al encuentro
de todo lo que vas a ser
si abandonas la ruta de los pasos
que van en la regla amarga
de recortar la imagen
en las fotografías del fin de año
de los anuarios tan serios
que todos miran de traje.

Abandoná
que esto no es,
ni a menos ni a más,
lo que perdura tus sienes
ardientes de futuros
y plácidas tormentas
que dejan su lluvia
dulcemente
destruyendo tu casa.

Secretos

Esos secretos blancos
que el guarda, como tesoros
repletos de agujeros
y tan llenos de miércoles
y sábados,
esos secretos blancos
que despiertan en el desierto
que bien podrían crecer los patios,
que tan necesarios a las meriendas
cuando los ancianos
preparan las sabias charlas
con los árboles y los viejos amores,
los secretos
necesarios de los seres,
que incompletan con la verborragia
la cuna de los silencios que aún niños
por lo poco ante lo mucho
y tan al estallo listos
que secretos
y un blanco repleto
de todos los demás colores.

Brillos del invierno

Los brillos
que se prenden a la piel
cualquier invierno
pueden ser erróneos
con solo mirar las ropas
y encontrar la sonrisa
despegada del color
y la sintonía perdida
entre el cielo
y la mirada.

Los brillos son ciegos de su ser,
los brillos son sordos de su música
y no pueden nada decir
solo arder con cierta magnitud del perfume
hacia las puertas todas,
ahora mágicas,
de universos posibles
que no repiten pasos
y que siempre avanzan,
atravesadas de las voces
que ya no simulan vida,
que más allá de las estaciones
pueden revertir los sentidos
y revertir otra vez,
jugando todos los seres
en un libro infinito
que nunca se cierra ya.

lunes, 27 de junio de 2011

Astros


I
Llamo a los astros,
extiendo los brazos
con toda la sangre que tengo
y puedo girar con el planeta
puedo reordenar los puntos cardinales
por mi cuerpo que tanto
a extremos se rehace
y llamo, llamo a los astros.

II
Una luna luchando a muerte
en un charco, con unas estrellas
y la sangre no es,
y el sudor que no es.

La luna espada que abre el cielo
e intenta despejar la vista
de los puros celos
o de la pura videncia
de la inocente unión
de los primeros
y los últimos,
de los dos en el medio.

III
La nube que intenta ser techo
la nube que se desarma
por mi simple amenaza
y por la luna irradiando su ira blanca.

Entonces, luna,
vos y yo,
y las fronteras por cuatro
y las fronteras por miles,

mi cuchillo es tu piel misma,
tu cuchillo mi piel
¿y quién se conoce en todo su giro?
Venime a buscar
que ya estoy listo.

IV
Cuando ya no te creo
es tu sangre,
cuando borro la plegaria
es que te tomo en mis manos
y sos polvo
como mintieron de mí.

Luna, quedás en mi cicatriz
y las estrellas en mi iris,
despedazado
por ver más allá.

V
Y voy, hecho astral,
rehecho el polvo
hacia la mágica ilógica
que quiero quebrarte, universo,
que quiero doblarte
de tanta ira
y tanto otro lado de la materia
y la antimateria,
los reversos de todo
por conquistarte y romperte el llanto
en la cara, en mi dios
en la creación
del error en toda la carne.

Desliz

...Saltar la cuerda
tan aceradamente
que se desdibuje el cielo
en líneas,
en líneas como el sol demente
que sobre este planeta,
en la bruma,
el sol...

De golpe somos vos
y el viento,
lo vasto es tanto
tanta hierbatierra
que ni a vuelo
ni sobre piernas,
somos vos y viento.

El sol rayado,
las nubes circulares
sobre la plegaria de ese niño
hecha desdibujos de luz,
la mano temblando en la forma
de zurcir ese techo tan alto
que no existe,
la forma
de contar las llegadas de los caballos,
los blancos, los negros,
los grises rotos del futuro
hechos flor,
la primera flor
en la mano
de los dibujos.

Y somos vos
y el viento.

jueves, 23 de junio de 2011

La inquietud y la galaxia en espera

I
Asoma el pañuelo al pie
atando el suelo a la compañía
y los danzantes átomos se quedan
en el círculo voraz del tiempo.

Decí tu nombre
y construí tu árbol.

Los pasos no se detienen jamás
solo pueden encontrarse
entre sí
y entre no.

II
Preguntaron
y la respuesta era perfume;
a todo respuesta era
que ya nadie quería oírlo.

Amarré el viento a mi montaña,
y lo bailo con mi ceguera de colores
¡Sólo tres!
Que dibujan mis ojos,
que sacuden mi ánima
descansada del cansancio
por la tierra y la arena
y el aire
que sostiene la comedia
mientras pueda sonar
la campana
y la otra campana.

III
Sed
y oriente errado
al otro extremo
de la cosmovisión que entonces
consumo las porciones de hojas
que se desprenden de las estaciones vacías;
de no encontrar el sendero que sea la suma
que sea la multiplicación admirada
de las borrascas incansables
que dejan una línea de sol
tan ínfima
que la guardo en el bolsillo.

Nada

Almohada

Habías leído las líneas de mi sueño
y no lo supiste anotar en la almohada
no lo supiste hilvanar en mis sábanas
que esperaban la mañana que solo gris
y ya nada podía, ya nada
yo el deshilvano, la tarde eterna de espera
de los círculos sellados en los libros
los antiguos, los eternos
y que quería saltarme hacia el vos,
pero no, el sueño puente, el sueño camino,
el sueño vibración límite de dos pulsos
que desencontraron las preguntas
y aún así a las respuestas llamaron
y asonaron.

Saltarme a vos.
Sólo con el título de mi ser.

Invernal I

La triste amor,
la pesada nieve,
la desecho del invierno
del verano helado
en las montañas ardiendo.

Todo zozobra
sobre los cables
sosteniendo nubes
que no precisan
que no necesitan
a nada nadie,

de quien o quienes
cintas azules sueltan
solo para nos
y edificamos muelles hacia arriba
tantos azules amamos
tantos azules reventamos
cada mañana
e intentamos rearmar
cada noche.

Y la noche, la día,
contando las flores del jardín
aunque aún no,
no es primavera
y el invierno atasca la cosecha
sobre los pliegues de la ropa.

martes, 21 de junio de 2011

Soles y puertas

Conté los soles
una noche de tan desvelado
que las puertas
estaban todas desarmadas
sobre mi mesa
y mis relojes sucios
de tanto abandonarlos

es que
tanto me pregunté,
más tanto no me respondí
que aún hacia ese pasado
vuelvo, viajo, viro
como el elefante que se sienta
al recuento
porque solo no más.

No hay puerta
y nadie puede llegar.

Voces

Cuidado,
se escapa un cometa,
un tigre
o una serpiente,
cuidado con la invocación
de por más nombres
de lo fuerte que la voz...

no se terminan nunca
esos devaneos ideales
de las cosas soñándose en nosotros;
no se separan jamás
de nuestro derredor
aunque los silencios ahuyenten
los fantasmas caminan ahí,
en las líneas del silencio
y dicen cosas,
solo cosas
que se pierden en las voces
y vuelta a empezar...

Culpas

El mundo roto
y es tu culpa

sino que yo
pudiera limpiar con lluvias dulces
pero el aunque
no limpia las selvas
y los tigres aún duermen en el fuego.

Sino que yo
tanto de vos
como el mayo aguado
en las dormideras de enjambres
zozobras de líquenes
y cuadrados de sol
por nuestra ventana,
por mi ventana tu ventana
mi
ventana
tu
ventana
mi
tu
ventana
mi
vos.

lunes, 20 de junio de 2011

Andén

A noche de a tigres blancos
deslizándose en los azules todos,

puentes de a rios cruzan los vidrios
cuando se escapan sonéricos los gatos.

sábado, 18 de junio de 2011

Lucidez

Dividido por cien veces
hay charcos ahí, en los pies,
hay mujeres atareadas de lluvia,
hay sonidos abriendo puertas,
hay maravillas de a centímetros
de a poco en la vista, poco
en el mundo.

Caé en mi,
que las montañas sagradas
ya me tienen en su tallo,
con mi renombre hasta la cima
de tanto preguntar,
y preguntar y los fríos
las sombras y el sol lejos,
la sombra del casi cielo,
y vos que caigas,
que mis brazos
a los tuyos
y a los míos

insignias del lumínico fin.

Dos y calles

Recruzando
los hilos de dos voces
alterando el cableado humano
que cuelga de todo techo,
recruzan los no silencios
de estallos
y caídas operísticas,

la mar de violencia

el quiebre inoportuno de la lluvia,
no nos somos los mismos
nos engañamos de dulces
y no tan así
que los soles son los más
y la claridad vidente
puede secar los labios,
puede quemar las flores.

Lluvia y lluvia

La lluvia es el fin,
la lluvia es tu tarde,
la lluvia es mi noche
ya.

Los labios saben
y en tu círculo es de día aún,
como siempre,
como nunca.

jueves, 16 de junio de 2011

Iniciaciones no

Intoxiqué la llegada,
la vicié en la puerta, rayando los colores
tan depuestos por la iniciación
pero a los demás no yo
del simple yo desencontrado
en todos los demás espejos

rayé la puerta de rayo mío
nadie iba a iniciar nada
ya todo estaba, todo se decía
desde mucho que antes
y yo vine a reventar los vidrios
y que todo sea afuera.

Tornados
de una mano
que separa las cosas
que adentra lo de afuera
que afuera lo de dentro
y así la noche
que ya empieza desde el ya
cuando rayo la puerta
cuando intoxico la llegada
y no hay inicios ya
sino el lento progreso
del círculo que ya tan lejos
no se puede ver.

domingo, 12 de junio de 2011

Resurrecciones y esas cosas

I
¿Cuántas veces muerto en las tardes
y de resucitadas mañanas
las más pocas?

Llama mi nombre, ave,
salven mis sueños,
peces,
que desangrando el camino,
que perdiendo las huellas
voy tonificado de los pesos enormes
de las marcas rojas de las cosas.

¡Las cosas!
Como si algo, como si todo,
fuera tan simple
al argentino
en la cosificación
de lo todo el intento a todo
de ponerle el sello de nada
de mi cuerpo
y mi mente altas
atrapando las toneladas de los átomos
como si nada
como hacia la nada.

II
Mi paso es tan lento
que desespera a la rotación
que me llama y me oprime
con tanto hinchado rayo de sol
que ya no soporta
el demás, el tope de luz,
que pide los estallos
que ansía las depredaciones
de las sombras
las incólumes esferas del delirio
que me llaman
intentan, promueven
la indecencia del tiempo,
las incandescencia de las horas
que me dicen de las botellas
y de las fórmulas mágicas,
por este ser
por este no ser
que quieren encontrar
en la mitad
en el centro de la duda.

III
Me llamaste alguna vez
y ahora ahí,
tan invierno de distancia
tan atareados tus árboles
que nunca antes
que sí antes, no antes
si tu antes, si mi antes,
si mi ahora, no tu ahora
me duelen los huesos del ayer
y ahora, con la miel, el bálsamo
no es tuyo esta vez, sino alguien más
que conocés y no,
porque no me decís, solo no
porque es mi búsqueda
y tus placeres del silencio.

IV
Hendí las miel en medio de la montaña
esperando el milagro
pero ni siquiera el ave
ni siquiera ese pequeño dios...

...todos atareados con las frágiles consecuencias
de los pasados desatados
que tan simples y tan vacíos
pero nada, la ocupación
de las mentes,
la guerra a los momentos
que nadie pudo,
que poco soy
que nadie observa.

V
El manzano en la colina,
el manzano en la más alta montaña
el secreto de su dios personal.

La verticalidad de las flores,
las sombras diagonales a la luna,
la soñada directriz de la orquesta
que repite escafandras
en caída, en lluvia.

El manzano susurra, habla lejano,
dista,
encuentra nombres secretos
y pierde las líneas de los seres
y mezcla las líneas de los seres
los llamados senderos, los llamados caminos,
confunde los límites de las imaginarias tardes,
sofoca las rebeliones sensibles
que buscan dinamitar la experiencia
sonando invisibles y certeros
en el fuego de las mañanas.

VI
Las suertes desdichadas
que se cruzan de vereda, que no quieren
que no se nombran
que listas se pudren en el viento.

Las suertes que me tocaron
las suertes que no me tocan.

¿A quién dan su sonoro respiro?
¿A quién rozan dulces
en el mar de toda delicia?

Pensaba acaso en la suerte del sentir
en la suerte del perder
y acaso hallar como nombre disímil
de todo yo un poco yo
por esta tarde que se fue
y las que se irán
en los secretos, en las superficies
de ese algo...

¡Ese algo!
Que repito la magia,
que la magia ya no existe.

VII
El viento
el socorro del aire
para las ideas que se nos van
y entonces alguien...

Alguien puede tomar el pétalo
el pétalo del pequeño ser
que se escapa, que siempre
escapa y da nombre a la marea

y ¿Vuelve?
Esa marea desarmándose,
esa marea ebria de calma,
que nos trae el mensaje secreto

al final,
nos suenan los pétalos,
nos susurran los escapes
y nosotros
de a cuerpo de a dos
podemos.

Sí.

sábado, 4 de junio de 2011

Nube

Todo lo antedeluviano se encerró a estar
solo, de árboles y
voy automático
a despellejar ornamentos
que solo no me gustan
y dejo de estar
por querer estar.

Las curvas del aire
no me importan
si no tienen ese perfume exacto
de mi día,
de mi alba
que justo ese día
suelo olvidar en la almohada

cuando mi mente dice
que nada,
que todo queda ahi
en la inocencia que perdemos
de tan rápidos
y tan etéreos.