viernes, 25 de febrero de 2011

Risas algunas

Los cortes al pasto,
las granjas chorreantes,
los molinos vencidos que cayeron
y en la olla se batía el todo eso
en las bolsas gritaban dulces los átomos
los tantos, los demasiados átomos
que confundían lo quieto con lo que se movía
se movían las patas de los gansos
se dormían los brazos sobre las ramas
la miel los hacía patinar
la lluvia hizo reír a los lobos
las gracias de los elefantes bostezaron
batían, batían las mujeres cálidas de risa,
las mujeres sonámbulas de hierba
por hacernos los bosques así,
por hacernos las hachas erradas al techo,
reían
para que riamos.

Se besaron

¡Se besaron!
¡Rompieron las calles!
¡Cortaron la luz!
¡Hicieron llover!
¡Gastaron el dinero de todos!
¡Se besaron!
¡Rompieron vidrios!
¡Las ventanas tiraron!
¡Demolieron iglesias!
¡Mataron pájaros!
¡Se besaron!
¡Soltaron plagas!
¡Pudrieron el agua!
¡Hubo sequía!
¡Se perdieron los tesoros!
¡Se besaron!

Y ya no se besaron.

MI casa dulcinea

En mi casa desarmé un barco
y se lo di a comer al viento
que luchó con el agua
y con los políticos del año.

En mi casa ella quiso cenar un árbol
y ya en la ventana estaban los comensales
habidos por las sobras, habidos del hambre
de las cosas que los demás no pagan,
las cosas que los demás adeudan.

Yo no quise árbol para la cena,
pero las botas vinieron
y declararon un árbol
y declararon una cena;
declararon todo
y sus pisadas eran fuertes
cuando los políticos habían llegado,
pero el viento ni los miró
y se abrazó con el agua,
en mi ventana
que ese día se hizo más grande
y me comió toda la casa.

jueves, 24 de febrero de 2011

Genia

Los brillos, los púrpuras
adornaron tu venida a ser,
a respirar esta galaxia,
tan próxima a mi aire,
tan cercana a este amarillo
moldeado en desvelos
esperando la venida de algo así
que despierte hacia los delirios más blancos,
hacia las suaves almohadas del techo.

¿Qué otro lugar sino el techo?
¿Qué otra cosa sino la gravedad?
Viniste a ayudarme a desarmar las cosas
a trastocar las paredes
a desvelar las tazas
y a ampliar la ventana
hacia donde sea,
a todos los lugares
que aún no existen
pero
tenemos tiempo aún.

Pinturas

Creí los colores
y los creo,
después del baño de pájaros
que la noche despertó.

Las pinceladas secretas
yo las ví, vi los ángeles
que escapan cada mañana
chorreando los baldes,
soltando las pinturas por los caminos,
apurados por no ser vistos,
salpicando sin saberlo,
pero es que no pueden huir,
no,
la obra, la aquiescencia fértil
de las miles de miradas,
de los millones de hálitos
que desarman los colores
que encienden las luminarias
sin saber
de los ángeles que no alas
que no rostros
que solo
emanación de apenas despertar
y buscar, tan sólo buscar
las medidas de los límites
entre las distancias de los sentires.


Perfume, sombrero y viento

Con el perfume de las manzanas,
con el sombrero dividiendo el viento
indesicionándolo de puro inquieto
de puro todoloquequieroya
vení, amado viento, saltá sobre mis cabellos,
bailá con tu grácil armonía
despeinando a los inarmónicos humanos
que yo busco la sintonía de tus quehaceres,
así sea con la cabeza desarmada
yo sé
que hay en el final
o masomenos pero algo.

El perfume de las manzanas
encapsulado para cada tanto,
el perfume que despierta de a ratos
y en su bostezo de luz
y en su armonía para mi despeinada
que gracias viento,
que gracias perfume
por andar mis sentidos
confundiéndome
al punto de decir lo precioso.

Final


El jardín roto de tiempo,
la labranza olvidada

ni siquiera las flores.

La herrumbre imaginaria
de un portón que nunca
pero sí, para rechinar
entre las nieblas desperezándose
que llegó el día.

La voz poca de la oscuridad,
del cigarro encendido
y hablar con un ramo en la mano
y el negro en la ropa.

A las difuntas almas
que te acordás
y la batalla
del siempre fuego de los hombres.

Mi idílico vos ahí arrodillada
frente a la tumba con menos flores
mientras en el derredor hay más color
y más gente
alegrando el recuerdo de lo que fue
pero nosotros
solo esos dos silencios
de las palabras secas
y la húmeda atmósfera.

A las difuntas almas
un dejo de frases sueltas.

A nosotros,
sólo ese rechinar de la puerta
en cada una de las partidas.

Esbozos inconclusos

Ella quiso imitar el cielo
y estiró las aguas que hace mucho
la habían moldeado así
e intentó reparar las incorrecciones
todos los vahos que desalinearon
la percepción incolora de un cielo
un cielo
dos cielos.

La presión de la savia caía por la calle,
los amarres de las bestias se soltaron
pero de tan pocas se volvieron a huir,
se volvieron a naufragar;
los esqueletos juntaban la carne
que ya habían dejado caer
pero las bestias
pero las bestias huyeron
asustadas de tan pocas

tan pocas bestias
y el fuego eléctrico manaba
en los callados edificios
y ya ni el agua
¡No el agua! El agua erizaba los electrones
el agua repartía la inquietud
y ni las señales alcanzaron

todos los metales se acostaron
y encerraron a los hombres
y las cables de enloquecieron
ahorcando a las aves

y ella iba hacía no sé qué tantos años
en su vana imitación del cielo
para sus febriles vestidos sueltos
de tantos colores imposibles
que hacían caer todas las escaleras
y los hombres no la intentaron
tan atareados
en cifrar los momentos
para que en el futuro
se repitan las caídas de todos,
en la sonora risa de los antiguos
que poco a poco
se van esbozando.

domingo, 20 de febrero de 2011

Uno o más puentes

Del puente las cosas de los árboles caídos
las cosas rotas que junté y até
esa noche vestido de desvelado, inquieto por los pasos
que imaginaba y ya sentía
livianos, apenas de tocar el suelo

los inútiles puentes
en las cien eternidades
y los cielos armando todos los colores
o no todos pero si casi que
envejecía mi barba

el inútil puente, con las flamas rosas,
con los otros puentes,
innecesarios en la noche
en que verifiqué los días con cerrar los ojos
y las posibilidades armadas y desarmadas
tantas veces
que no cruzaste ni un puente,
ni subiste un escalón de la luna
de mi planeta.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Roturas

Quebrando, la mirada
inconcluye la parafernalia de estas tiras
que una vez estuvieran juntas
y después no planeta ya
¡A borrar!
E no
y otros que suspicaces
y otros que ahuyentados
porque una palabra perdió el resto
y se bifurcan los escapes
por una consabida heterogeneidad
que aniquila los puntos del horizonte.

No hay nada que decir.
Todo se desarma
y no queda velos que sanen esta frente seca.
Todo esto,
el todo lo que es,
todo en vano
porque todo se escurre
y la vieja armonía está rota.

viernes, 11 de febrero de 2011

Más allá de las estaciones

Te conté solo un poco
y ya armaste las alas que de tanto querer que salías
que tanto que mundo y decirme que ya
y la paciencia dulzorada
que no es mía, la paciencia y la inquietud
de tu azúcar, de tu saber así las cosas
tu vuelo despierto por cada mañana
y la mano extendida

¡Pero fui yo el que te dijo!
Pero fuiste vos la que armó el cielo
de los recortes que juntaste ese verano,
ese otoño invierno
ese todo año
en que ¡Diamante!
Diamante a partir de tu boca
y las esencias que se escurrían
por las palabras que tardé tanto, tanto
que ya habías armado la historia,
los mundos inabarcables
para tu caminar tan así, tan leve
que todos los días una pluma
que todos los días una cercanía
con el azul, tan prístino y elegíaco
que tanto tanto...

Ya no puedo desarmar mi mente
de esta idea de tus incontables formas
redondeando mi débil cuerpo
ante las sonoras incandescencias de tu ímpetu
y tus sueños
y tus amores.

Mujer

Entregué los guantes de mi púrpura renacer
perdido ensimismado de los amaneceres vacuos
de infinitas idas y desidias de desencuentros
y los pocos encuentros que me dejaste
tan pocos
tan pocos los encuentros que pienso en el milagro
de la desaparición de las hojas
que se escapan de mi pecho
como te dije una vez, como profeticé
que de mi las hojas y pedazos de árboles
todo para entrar en tu vorágine
de insidiosas pequeñeces
que se revuelcan en el aire
aire de viento, aire de vacío fugaz

¡Ay, tanto, mi dulce asesina!
Que tanto de tan pequeñas cosas...
Me crucifico cada tarde cayendo
por tu nombre
bendito y santo e impuro nombre
desgastando cada costado de este cuerpo
que ya no es, que se va
entre tus incontables alas.

martes, 8 de febrero de 2011

Añejo

¡Que alguien! ¡Que alguien!
Tengo tantas rocas, mi querida dama,
que no sabría si partir
por este desorden que equilibra cada día
en la paz de las líneas que siempre
que siempre se mueven, enlazando
la tierra, la tierra misma,
que danza eléctrica con mi paso sonoro.

No sé si acaso puede encargar mi rostro a un espejo,
dulce dama,
porque quizás me confunda con alguien más,
algún otro ser que ya no yo no
porque esta es la tarde y esto lo que mis ojos no ven
¿y acaso imaginan?
en el más acaso saben, de tanto la arena
horadando la mirada, tanto esas rocas
mordiendo los los labios.

Quizás entregue toda mi entereza,
dama de tantas flores
pero solo si acaso
¡Sólo!
por las manos juntas
hasta encontrar este lugar
de otra de vez,
la misma vez
disfrazados, engañando a todos.

En los ojos

Me avine a la entrada a tus ojos
porque derramé algo, porque seguí algo
algo que me nombró primero en el momento
en que el farol se frustró, solo de noche.

Adelanté el pie errado
porque temí la inconsistencia del puente flamígero
aunque me digas que después el agua
la tanta agua.

Qué fue lo que sacudió mi cerebro tan así
bien no sé de esos pájaros alocados
que inquietan las ramas más bajas
aún sabiendo del miedo de otros
pero ah, si, de las vibraciones
que se hallan encolumnadas en un libro
como la vieja sapiencia
adquirida viejos tiempos tan.

Hay un sendero que no se ilumina aunque yo sepa
aunque adivinara antes la especie del anhelo,
el estilo del suspiro,
la tenaza de los no, de los quiebres esos
que tanto te azurdan la mano
que tanto no me dejás
caminar ese puente porque decías se quiebra
porque decís ya no, que deje
los zapatos del otro lado
que mejor que otro lugar.

La calle y la serpiente


Amaneció cuando se quiso,
se empedró, se soltó a la vez
que todo el trayecto
y las curvas del alma negra

y las curvas de un alma negra.

La serpiente encaró el cemento
esquivando todas las sombras
que pudieran aminorar el suelo simple.

Se soldó a través mares
que nunca sino mucho ha
por las bendiciones del otro color
por las enumeraciones de las otras sombras.

El alma negra
se curva por entre las líneas del respirar
de los otros, de los blancos
en la distancia del opuesto
por siempre y
por nunca.

De elementos y de perdones

Indulgente el agua
indulgente el fuego

tenía los nombres clavados en la roca
donde el cántaro una vez rompió las molduras
donde el agua perdonó la savia

indulgente la tierra
indulgente el aire

amarró las últimas gotas
y las vertió en su velero
para ese aire indomable
que siempre le niega esa porción que aún
¡Que aún no!

Los elementos cerraron los hogares
para la lenta marcha de las estaciones
y encenderlo
y molerlo
como un ademán de sonidos ineluctables.

Rojo

Incierto se tatuó el zorro
por una corona olvidada que fue después
y en la lluvia meteórica
y en las cuestiones de las rocas

el rojo

el zorro encendió el pelaje
con las curvas de la sangre
y las agujas de la mañana

rojo
la lluvia
rojo
el desprendimiento de las lloviznas
que dejó al final el día.