martes, 31 de enero de 2012

Un poco del otro lado

Del otro lado

quizás

o el sonoro no
que me quita parte de mi costado,
hilado finamente,
con la noche, susurrándome los secretos
y si

el bordado de mi piel, hecho de los negros que deja el fuego,
hecho de la tierra, que no cesa de calentar nuestros pies

pero del otro lado
no se sabe nada de todo esto.

lunes, 30 de enero de 2012

Obertura

Se resquebrajó el círculo
en el instante
en que poseía las constelaciones todas
sobre mí, junto al fuego
y mi cuerpo herido por la arena,
pero la noche

y el círculo se resquebrajó
dejando las estrellas de un lado
cayendo por los horizontes distintos
que fueron uno y ahora
dos lados de otro horizonte
en el centro
abriendo el círculo con sus gruesas manos
y en sus ojos de gigante
otros horizontes, cortados extrañamente

y su boca
llena de viento
hacia el lugar que se desee.

Paraísos artificiales

I
"La escalera no existe
la ventana no existe

el caleidoscopio es interminable
y somos muy lentos"

Se despertó en medio de la nada del hogar
afuera nada pasaba
en la casa nada pasaba
en el mundo nada pasaba

en ningún lugar
solo este simple levantarse
y hacer lo de siempre
el mismo orden
y la seguridad del aburrimiento,

y el humo de la taza
"para una vez de este día el fin
arrancar la puerta y las ventanas
y beber todo lo que los caminos traen".

II
¿Cómo se quiebran
los bordes del alma?

¿Cómo se deja
que un poco de nuestra sangre
toque las cosas
y las devuelva a nuestros átomos?

El cuerpo,
lo que creemos los cuerpos
son las jaulas que nunca debemos romper
porque
los ojos
son demasiado difíciles de atravesar
sin quedar desarmado

y errando los deseos del alma de enfrente
que sabemos tan mal que no
que el sí
es ese azul que no sabemos ver.

III
El alma rota
y el desánimo de nuestras manos,
la mirada perdida en el rincón más vacío de la pieza

el cansancio
de soltar las amarras
buscando el dolor
un poco

para enfrentarlo
con posar la mirada
en algún lugar cálido

... lejos de esta parálisis
de no desear ningún lado.

IV
"Somos tan poco,
tan corto nuestro mensaje

que ya luego de lo dicho
y la persona nos queda mirando,
absorta de nuestra pequeña verdad,
entonces,
ya no tenemos más nada para decir.

La desnudez
de no tener un nombre sobre el propio
y así la ciudad nos pueda dar un lugar
que si no
llevaría mucho tiempo conocerlos a todos."

IV
Esta día,
esta hora,

mágicas,

exigen olvido

si que es que queremos
repetir la fiesta

la nebulosa
de nuestras sonrisas.

V
La espera
el tiempo arrancado a nuestras manos

y la arena llueve por todas las cosas,
ralentiza nuestro inmediato círculo
y todo se cae,
por el peso de los átomos
tan pocos

la espera nos suelta frente al castillo
de todos los males, todos lo no
que la gente se dice,
y nos inquietamos
por cada mano, por cada pie
en la extraña danza
de esperar
y saber cierto un lugar.

VI
La sensibilidad al límite
no hay otra manera
que desandar toda ruta prefijada
al límite de no mirar atrás

un poco de no hacer caso
y otro de hacerlo
a otra cosa más.

Y el misterio
de los que han sido extraños.

VII
"En el centro del mundo
hay un árbol de manzanas

en el centro de todos los caminos
que se mide con los pasos de cada uno
de todos los seres.

En el centro del mundo
por los caminos
hay árboles de manzanas."

VIII
Ojos en las montañas,
gigantes,
que te ven pasar
con el cielo arrastrándose
como una sombra,
detrás.

Adelante un tibio azul
y ahí van los pies
sobre la tierra árida

(los peces en el aire
el mar en exageración de su brillo)

la mirada
y todos los finales juntos
en este paso simple
de vencer a la noche.

sábado, 28 de enero de 2012

Desérticas


I
Mi piel
está cada vez más seca

los labios
ansían más el agua

los pies
ya no saben nada

o si.

II
El desierto
de no moverse

la parálisis
de todos los lugares es el mismo lugar
de todo es una repetición de la arena
que se reproduce a si misma

por la cuadratura de los puntos cardinales
por cada extremo de nuestra duda,
cada fragmento de nuestro miedo.

III
La jaula
permite entrar el aire de fuera
y solo así se sabe qué allá
el viento se lleva la arena

la jaula que es el desierto
la jaula que es más pequeña que nuestros brazos
y solo así entonces
entender que la fuerza
sobre el tamaño, alguna vez

con la fuerza de las pisadas.

IV
Los animales que bajo las estrellas
los llevo en mis brazos
y en mi espalda el cuervo del desierto
en el opuesto de la noche, el opuesto de su color,
la seña de la luna sobre la sangre que corre
y sube por todo mi cuerpo.

V
Que música se oye en el desierto
en la tarde, la casi noche,
cuando la vida se esconde
por todas las sombras

la música del desierto,
me quedo con arena en las manos
y el viento la lleva,
la brisa,
que sopla en cada huida
en cada guardar el alma
que en la noche
podría ser robada.

VI
Lo humano de la carne y la sed
el viajar en el tiempo a la comodidad de la madre tierra
que es esta, que es la otra

quizás

el vértice
entre el dolor
igualado al placer
y correrse un poco,
al otro lado y al otro,
pero solo un poco.

VII
En el desierto
no hay espejos
ni siquiera el agua refleja tu rostro
ni los ojos de los animales
sos la nada misma
buscando su forma
con la falta del todo lo otro

las dos nadas
frente a frente
a completarse
cada herida

y mana sangre...

Bucólicas


I
Las amarras
y todo en flores yéndose,

esas mañanas con un dejo de la noche
de la quieta danza lunar,
las amarras
hechas ventana, esta ventana
que no puedo desarmar.

II
Las esperas
estando del otro lado de la ventana,
el lado en que quizás llueve
en que el tiempo es gigante
desmenuzando los sonidos
que podrían ser tus pasos.

La ventana
en que siempre te ibas a asomar y no
nunca
solo llegar por la puerta

y quizás lo veo ahora.

III
Los libros de arena
en las palabras, sueltas,
armándose,
desarmándose,

arena sin fin
entre los senderos de cada alma
cada rincón
una noche un poco más
un vals
del que vos quieras, un vals,
de nuestras sombras,
nuestra más clara resonancia.

IV
La noche
jugaba con nosotros en sus manos
sus esferas cálidas
mojándonos las almas
la primavera nocturna
el calor pequeño, en nuestras fronteras,
las melodías eran el suelo
y nosotros el aire

(un poco de ese viento)

la noche
reía de nuestras voces
las voces de cada rincón del cuerpo
al vibrar con su doble y opuesto
el océano
justo en la mitad

y hay tanto detrás de cada lado.

V

La montaña
y el arroyo

en la mañana.

Son lo lejos,
pero los seres
unen las dos distancias
con los cuentos
de saber los dos
únicos
en el recorrido
de un día que nunca va a volver.

VI

Los azulejos interminables
de nuestras noches

soñando los mares
sobre tu vientre

y apenas hay tazas
por todo el cuarto,
y ropa de invierno,
las sillas vacías,

nuestro suelo
de tenernos cerca
y dejar que el tiempo pase,
observarlo
sosteniéndonos,
a puro segundo,
fragmentos
que no nos puede quitar.

VII
Las risas lentas
de estar sobre la hierba
las risas ineluctables
de todas dimensiones
las risas
y alguna flor en el aire
edificando un palacio
entre las miradas

y todos lo fuimos
quizás la parte buena de la historia.

LL

Una mañana tardía;
los dos desarmados en la cama,
el sol para pegar las partes perdidas
en el desorden de dos luces
a disonancia...

miércoles, 25 de enero de 2012

El amarillo de Van Gogh


La tuve en mis manos
la forma del amarillo de Van Gogh

la tuve
en una brisa,
en una canción
hecha de las manos
vibrando
por el pasado y el futuro
en el indefinido presente

de algún lado
de algún ser

tuve el amarillo de Van Gogh
el que más amabas
el que supe relatarte
un rato de un día
en que me miraste a los ojos
y tanto

era un pájaro
hecho de girasoles
ese amarillo destejiendo los seres,
y sus cielos y sus mares
eran un pájaro
hecho de Van Gogh,
del amarillo
y de unas manos,
de un otoño,
de mis flores,
de tu mirada

de los dos un poco más.

Ida cálida

Todo el desorden
al irte,
la carrera incansable de cada mañana,
cada sol a tu exilio

la desnudez de tu campo

infinita apertura

los pies sueltos
a enredar el pasto
a su estela
el viento
prestando atención
y viéndote
exiliada, blanca,
lejos del desorden

en el orden
del siempre adelante
aunque yo
simplemente mire
aún tengo
tus formas en la casa,
intocables,
por el tacto mismo.

domingo, 22 de enero de 2012

M


I

La isla de tu vientre,
amanecido de rechazos,

del vos misma en mis ojos
y todas las jaulas para las aves
¡Pero el canto! ¡Su canto!

II

Las manos trazan las olas
de océanos no descubiertos
y llevan viento a mi rostro

cuando todo lo demás al unísono

y ahora el caos
de tu viento
desarreglando el pequeño mundo

pero este día,
pequeño día...

III

Surcos del sol en las heridas,
trabajando la tierra sonora
de los baúles en años.

Los tintineos del caminar lento
(tus puntas de pie, tu falda alada)
tierra que hoy
y su interior
de los años
en los años.

IV

El frío de la orilla
en tu no cruzar el océano,

las cruces clavadas por toda la playa
con todas tus muertes, tus NO
y este frío en la cara,
por el pelo,
las lágrimas que el mar nos sabe
y nos espera

en silencio
con todas sus cruces.

domingo, 15 de enero de 2012

Somos el viento

Somos el viento,
cada uno su color y ansia,
cada uno diametralmente sonoro
en las disparidades de las melodías

hasta que llega ese pájaro
del tardío misterio
de estar hasta tarde leyendo los viejos libros
y la luz ya cansada nos abandona
y ya llegó el día, entonces

este cuerpo
y ese otro cuerpo
se siguen preguntando
otra noche más

pero soltamos el viento
y preguntamos a todos
si saben algo

y la noche
y el día

en ese orden.

Oleaje

Estoy frente al mar
pero miro la arena, mis pies,
el último aliento de la ola

y el mar me estremece
si estás tan cerca.

No,
no puedo abarcarlo,

no,

no hoy, pero sé de un día
que si tu lado yo sé que yo,
puedo sostenerme sobre las aguas
y hacer un puente con tu mirada
a donde sea que no es acá,
a donde sea

¿A dónde?

Más exilios

I
Zig zag
a los espejos

y no,

es que me exilian
mis propias imágenes
a buscarlas más tarde
cuando la hora ya pasó

y perdimos la sapiencia en las cosas,
en los sentidos mezclados

acaso
ese verde fulgurante
de tu día
lo pude ver hoy

a la luz
del espejo en que no estoy
de la estela
de los sabores en la boca
rotos como un árbol
que desconoce su presente.

II

Las campanas se parten en silencio,
se resquebrajan mordiéndose los labios blancos,

se sueltan
a un vuelo que nunca llegará,

viven de la ilusión
de los días en toda su exactitud

decoran su día de mundo
el casi mundo
el ya no mundo
que solo hace ruido sobre su silencio
y el silencio duele.