lunes, 14 de noviembre de 2011

Las últimas luces


I
Las semillas conseguidas de la tarde
ya no sirven en la noche;

el día es uno solo
repartido en las hojas interminables
con su decoloración
hacia la puerta blanca.

II
El mediodía
se nos fue,
así de las manos,
perdidos,
en los pájaros.

Esa primera mañana
dejaste la luz en la mesa
y se sirvió el cielo
para venir,
así, con todos los días
a mañana
pero hoy ya es
la tarde
y apenas recuerdo el mediodía
que se nos fue
de las manos
inquieto,
incandescente,
por nuestra piel.

III
Un instante
se desenvolvió por todos los días
con su rocío diurno,
el misterio,
de las cuentas del rosario que alguna vez
significó algo.

Un instante
para que todo sea lento luego
eternamente recuperándolo,
eternamente alcanzando los átomos
hasta decir basta
de tengo miedo de desarmarme

por tu alquimia
y mi alquimia

tan radiantes
por el instante
en que todo se rompió
menos nosotros dos.

IV
Las manos enlazadas
de los árboles dos
a la entrada de la nube,
al silencio del agua

las manos exactas
los brazos perfectos
sincronía
del tiempo
cuando empieza
y termina
el medio
de dos distancias irreconciliables.

Dos costados
desatándose
un hilo sin fin.

V
El no
siempre latiendo
con toda su noche
y su desvelo;

el no,
que nos deja un halo de tristeza
en la boca
por la tuya;

el no,
armando el escenario
y nos toca jugar
a dibujar su forma.

VI
Salgamos
con cada costado a cuestas
a lo largo de la pesadez del mundo
pero es que, en la liviandad,
quizás ya no aprendamos
qué es una distancia
qué es una ausencia
qué es
esto
que mañana va a doler tanto.

VII
Luz en los nombres,
los dos días
y el arroyo,
la miel

pero ansiamos la sal
y eso es lejos

tu oriente,
mi occidente,
que de tanto en años
a equinoccios amarillos
nos saben
no muy lejos
porque el centro
son dos gravedades
que siempre
y que nunca.

VIII
Las escaleras de nuestras voces
enredadas
perdiendo puertas
desarmando escalones
intentando cada color
cada música
en el intervalo
entre esta escalera
y alguna ventana

los puentes
de anexiones cálidas

las miradas
que no se sostienen
mi piel
que se desarma en tus manos
tu boca
que lamenta el beso
que la pérdida que todo esto
que la única lágrima por los dos
en uno
en el sol amarrado a los ojos

pero el sol
visto a lo lejos
en todo
lo que no alcanzamos.

IX

"Los labios y la flor del no
de a poco..."

X
Los círculos
son iguales

tus flores
y mis hojas
danzan el unísono

tu mañana
mi tarde

las dos dimensiones
se cruzan
y curvan los días

así...
vamos sin saber nada
a saberlo
ya perdido
y solo el quizás
en el vértigo de su locura
nos diga algo
pero no tiene boca
y no habla.

XI
Ah,
había cosas a nuestro alrededor
que podían ser alcanzadas.

Ya...
no lo sabía
tan ilimitadas son tus líneas
que mis desdibujos
irrumpían las luces
que el sol en verdad dejó.

Así que...
hay cosas aún
aunque no me importen,
aunque no tenga el hilo
que no sé si sabías
pero es infinito también
y eso de la atadura
es solo un canal
que se prolonga
hasta donde ahora mismo
es que no sabemos
y el quizás si sea,
y así no.

Había cosas a nuestro alrededor.
Y las habrá.
Pero hoy curvamos el mundo, ya te lo dije
y ninguna sombra toca este lugar
y las armonías
lejos de nosotros
no nos pueden tocar.

Nosotros somos la melodía.

XII
En algún lugar había empezado,
cuando ya no nos preocupábamos.

Viniste una noche vacía
a decirme que no había nada
y se necesitó mucha lluvia.

Y la lluvia vino.
Y nos sacó cada escape...

...siempre tendríamos que estar tan cerca.


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