domingo, 6 de noviembre de 2011

Alquimias

I
Leer los ojos
aproximar
el cristal de la mañana
en toda noche alargada,
sin fin,
por los días que se fueron y se irán;
la mirada,
la noche,
leer los ojos,
y leer el aire,
una brisa
y los ojos
que nunca dicen lo mismo
no dos veces,
leer el mar
en su extensión
el azul que soñaste
y en un rato, ahora,
la distancia
para nuestros pájaros
y el vuelo
de la mirada
y los años
que se despiertan.

II
Una mano
que nunca te termina de recorrer
que intenta
todas las posibilidades
y se enreda
en tus vaivenes,
en tus delirios
en tu cuerpo,
inquieto,
aletargado por la arena
que junté en la espera

sentado
a la puerta amarilla

tu cuerpo
y mis manos cansadas
mañana olvidarán este camino de manos
y volverán a empezar

con todo el olvido más blanco,
el olvido
que nos hace eternos.

III
Tu casa de árboles
me pierde, me sonora,
me esquiva, me juega
con sus interminables cosas
de cada día

una hoja se va
una rama nace

tu boca murmura los secretos
y nacen otra vez
en algún halo de día
que se había perdido
o es que lo habías guardado

tus casas son árboles,
tus manos son tierra
mi suelo
en tu mundo
tan grande
que nadie es capaz de encontrarlo.

IV

Una parte de tu nombre
está en el mío
y siempre me pregunté
pero no demasiado

una parte de tu nombre
se escribe en la arena
y el mar no lo borra

una parte de mi nombre
te busca, forma pájaros
que se pierden
y solo así quizás sí,
en perderse

los barcos caen del aire
y tu risa,
y nuestros barcos
de diferente color,

parte de tu nombre
parte del mío

el mar
nos busca

los barcos
están solos.

V

Desayunamos la mañana
con haber nacido así,
lado a lado
y el hilo
que desandamos,
dulcemente,
nos recorre, nos ríe la piel,
el hilo
casi de sol y casi de los dos
desatados una vez
y por las alas
el vuelo bajo
de no necesitar el más allá
que invertimos el mundo
y es todo
simple así
de las manos
que crean galaxias.

VI

No despierto jamás
no duermo jamás

vos tampoco

y los cuerpos
no lo saben aún.

VII

Solo así somos;
tenés que decir el nunca
si, al final de este largo día,
decime el nunca
que solo así
los cuervos pueden invertir el vuelo
y los círculos de arena darán el tiempo
de lo que no
que será el sí

o lo que sea
pero el nunca
no es la mitad de nada
y las mitades
son las que nos adormecen.

¡Nunca!

Y la ventana blanca.

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