sábado, 29 de enero de 2011

Cicatrices en la imaginación

I
Tanta imaginería hirió mi costado
tanta imaginería descosió mi forma
y en el caldo de los soles, en el centro del todo
me desarmé de agua incierta, desarmándome en la nada.

Un sombrero en el viento
escapando de una guitarra y los pastos ondulando
en la vieja casa de cada sueño;
cada sueño de cada uno entre los dos nombres
de casualidad o no casualidad
porque entre tantas tantas cosas
hallábamos la misma palabra
para los años de la distancia
en la luz
en la luz...

II
La arcilla ¿Quién se la quedará?
¿Quién terminara nuestro mundo del simple barro?
¿Quién alzará las hojas inconclusas
que estos dos árboles soltaron sin terminar?

La inquietud entre dos puntos tembló
y deshizo el telar de una nube
y de otra nube
que se mecían distintas a las demás
en la sincronía del desvío de la luz en el horizonte.

¿Quién tendrá el amarillo en la ventana?
¿Quién tendrá ese blanco en la mañana
y ese rojo en el pelo?

¿Quién puede completar la incompleta perfección
que dejó los hilos del barrilete más alto
en el campo a merced de las lluvias interminables?

III
Todos los trenes llevaban banderas en el viento
ondeando cada camino y cada llegada
en una fiesta secreta que no se repetiría
porque ese día
ese día podía ser, desde el rincón de la timidez y la inmensidad
el día de los astros exactos
que quiebran las vidas y los porvenires
y los llevan dulcemente a un amarillo de una mañana sin fin
en que esa posibilidad más íntima
toque las manos de dos átomos distantes
que quizás hubieran sido

que quizás hubieran sido...

ese secreto que nadie más
en el claro día
en la clara casa mundo
de este baile interminable.

IV
Una voz dijo algo en la electricidad
y se hizo sonoro pájaro
¡Sonoro pájaro venciendo la electricidad
que todo lo apaga, que todo lo calla
hacia ese indeterminable sonido
que podemos confundir con cualquier otro!

Este pájaro fue sonoro,
ese nombre fue tallado en piedra
y hubo un oráculo que sesionó la luz y el desierto
hacia la búsqueda de esa voz lumínica
que pudo hablar, que pudo ser bronce
en medio del ruidoso silencio.

V
El mago
ejecutaba una canción que había oído en un sueño
pero nunca le hallaba un final de oro.

Recorrió todo lo verde del mundo
y hasta todo lo rojo
en medio del amarillo de los días que distan de otro día
en la inmensidad del color.

El mago preguntó a todo ser
si algo sabían
si habían oído pero no

y recurrió a los pájaros
y recurrió a los elefantes,
que siempre callan pero saben una verdad.

Recurrió a los árboles
pero ya estaban mudos para los hombres.

Recurrió a la piedra
y a los círculos mágicos.
Buscó en el cielo, buscó en el agua.
Buscó en el aire.

¿Todavía no te preguntó?
Quizás
solo vos tengas la respuesta.

VI
Las luces no pudieron tocarme en mi huida
en el no sonido, en el no me nombres
en la profecía quebrada de puro empeño
de pura negación de las galaxias.

Huí donde la luz no me tocaba, huí al mar
pero ya es hora
y espero estar lo suficientemente lejos
para dejar esa luz otra vez sobre mí;
que me envuelva y me dé otro nombre
que ya las sombras
asustan a mis ojos
y condicionan mis letras en las tardes en las cuales
un té compañero
me hacía escribir en el cielo mismo
cosas que solo yo
antes vos pero ahora solo yo.

VII
Aunque no
¡Aunque no!

Tu voz una vez tembló del otro lado
¿Y quién soy yo para las cosas?
¿Y quién sos vos?

Aunque no,
no vos
la culpa nadie de esto
¿O sí?

De inquietos
y de galaxias
¿Fue así de simple?
¿Así de vasto?
¿Así de roto el sello de los días por llegar?

Digamos, alguna vez
que una supernova o no
un choque de planetas
una catástrofe galáctica
que desprendió una nueva luz
que pronto todos olvidaron.

VIII
Tan simple
como el jardín en expansión
naciendo de tu voz y la mía
y el cielo y la mejor luz del mundo
de la melodía de todo nuestro delirio
en el mismo color
aunque nadie lo crea nunca más.

IX
Abandonamos la isla
cada uno tiene su barco
y su cicatriz del sol
y ¿Cuál es tu norte?
Yo elijo el oriente
a enredarme en las montañas
y soltarme el alma en el fuego
de la sabiduría blanca
que me dirá de la paz de mis ademanes
al relatar la historia
para quien quiera oír.

Te dejo el mapa
de la galaxia que dibujamos una vez.
No lo pierdas.

Adiós,
me llevo
la marca de tu sol
y el acorde de tu voz
de ese adiós
que solo pude imaginar.

Once Once

Cuatro veces el uno en el pizarrón;
cuatro maestros en las tizas sutiles
intentando explicar los inicios
y la parte de su blanco delantal
que todos que todos de las estrellas.

Un rastro tenue, blanco y nebular
se les escapa para explicar

las estrellas
las estrellas

y esa explosión que atizó la queda mudez...
esa explosión que hizo que todos nos sigamos alejando
unos de otros...

Llegará el día
en que esta separación
nos termine y ni las espaldas
pero los maestros siguen frente al pizarrón
llenando de unos el lugar
para que nos despertemos.

Marina

Moldeada de olas,
presente de sal, exacta de mañanas,
soñada de inviernos,
distante de ventanas...

¡Hacia tan lejos!

Hija de la sal,
tu orilla es el poniente,
tu orilla es mi sol, mi mar
que recién allí comienza
a desandar la ciudad
que dejo atrás con todos sus vapores;
la ciudad que se desvanece ante tu sola presencia
adornada de todos los mares
y todos los soles,
todas las refracciones que luz pudo,
que la luz,
que el mar,
que tu forma
en medio, en la mitad
de los dos seres divinos
que nos coronan
infinitos con tu mano.

Siglo de manos

Qué de qué hambre en las manos
si
sé que es cierta
por más que las paredes se crezcan sus talones
por menos que un ave cruzando de tantas que hay
y tan poco cielo
sé de la verdad, la poca,
que las manos son ciertas y están hechas para la abundancia
¿No ves como el agua las toca?
¿No ves como la arena se hunde en la piel,
cómo giran los círculos,
como todo cierra el horizonte?

Hay manos.

De azul a celeste

La mañana se quitó el azul.

Perdimos las sábanas,
perdimos la almohada,
perdimos los zapatos,
perdimos el techo,
perdimos las puertas,

solo nos quedan las ventanas.

La mañana se bañó de blanco,
intentando sacar los restos del azul
que ya no, ya no quedan
y las estrellas que lo sostenían
se fueron ya.

Hay una ventana flotando en el aire,
en ese lugar de donde lo demás se fue
y no podemos ni peinarnos
que la ventana está ahí,
como esperando, como diciendo
que ella fue la única que estuvo desde el inicio
aunque no la viéramos
o algo así.

Brújula

La brújula
en la misma arena
¡En la misma arena la perdí!

La brújula,
que podía decirme tantas cosas;
que podía
fabricarme escaleras para las nubes,
la brújula,
la perdí en la arena.

El cielo es rosa.

Todos equidistan la simetría
de las líneas y relíneas que caminan sobre ellas
encontrando los cofres perdidos;
todos tienen las sogas
que no permiten que se caigan de así nomás
y yo
que ni brújula
tendré que dibujar las líneas a mano
e inventar una escalera con simple arena.

Mientras los otros la gloria
yo la búsqueda
y las edificaciones imperfectas;
pero de ellas, quizás alguna
para aquellos sin brújula
sea una parte de cielo
que les toque el vuelo.

Mar

Arrastrando vendimias, la montaña se desenlazó y se fue al mar a contar historias a los peces.
Las vendimias siguieron sin montañas y sus cientas en el aire se perdieron en el mar.
Las cintas se siguieron sin hilos que se quedaron en el mar.
Todo apuntó su norte al oeste sin fin.
Los árboles levantaron sus vestidos y se fueron al mar.
Los pájaros hicieron nidos de aire, sobre el mar.
Y el mar cansado se fue a la tierra
y no volvió nunca más.

Esfera


Pasó la puerta la esfera en plena pérdida de electrones;

se inquietaron las legumbres apostadas en el techo,
se desarmaron los panales por todas las ventanas,
se sacudieron los peces en las paredes.

La esfera llevaba cinco mil nombres en su etiqueta
y nadie sabía como decirle
que nunca la había oído así,
en el pulular de nombres inconexos
que no terminan que ya
hay electrones desgarrando un ave en pleno vuelo.

Los médicos azules ataron todas las ventanas
y aquietaron a los seres en jaulas de belleza blanca;
diamantes quisieron escapar y se vistieron de carbón,
los tantos que fueron acribilladas en la entrada
que nunca nunca fue salida.

Los blancos radiantes se mezclaron a todos
y poco a poco
los demás colores se fueron perdiendo,
aunque los gritos
ya no existían sobre los átomos
y se perdían en las gargantas aquejadas de luz;
aunque
pudieran abrir las ventanas
en la franca rebelión de los seres,
aunque pudieron
ya la esfera los había amarrado
y dicho el secreto de sus nombres.

La esfera en baile de electrones
cerró todas las puertas
que siempre le pertenecieron...

Amarillo en el sombrero

I

Como no ese amarillo
ese descuidado vaivén de luz
inquieto en la oblicuidad de una caída intrascendente
(para todos los que en ella esperan el gran sonido)

ese amarillo
del pasar así nomás el dedo por tu frente,
llena de rocío,
y aguar los ojos sedientos
del color en esos descolores.

¡Y las mariposas blancas!
Las mariposas de papel
que con tu viento nombre
anidan escalones de aire.

¡Las mariposas!
Las mariposas
en el amarillo
en el agua
y
en tu frente
cuando el amarillo
pasa de mariposa a mariposa
y al viento
en tu nombre

¡En tu nombre!


II

Una dulce mujer
me halló donde el sol se quiebra entre los árboles;
(el sol se quiebra, indeciso de luz y sombra).

Una dulce mujer me halló
con sus flores y yo mi cigarro
con su pollera en color y mi saco en la negra nada
su boca en el rosa y mis labios en la duda

y el camino ondulante se zigzagueaba de árboles
y ella me halló y me dio una flor
para mi saco
y su sombrero
ondulaba sobre sus ojos
bajo el viento, sobre el sol

y tomó hojas caídas
y dibujó un sombrero para mí.

Se hizo un amarillo tardío entre los dos
(rieron las sombras en las cosquillas de la luz)
se hizo una tarde
se hizo una mañana
(rió la luz en la cosquilla de las sombras)
se hizo una palabra hecha de mera luz
se hizo un encuentro en el fin de la comedia
(rieron la mera luz y la mera sombra
persiguiéndose en las risas de las flores)
y ella

se fue
dejándome
su nombre en los labios
y un sombrero
para estos pájaros
que le cantan aún
en medio de este imposible mar
de esta irreal historia.

De inquietos y galaxias

I

Busqué por toda la casa los arcanos que me devolvieran la antigua magia que creí habitada por onomatopéyicas alondras de un desierto eléctrico. Busqué algún indicio del antiguo fulgor dulce de una mañana amarilla, pero en el cambio, en lo alto de mi almohada, sólo había canciones repitiéndose tras una dulce flauta oxidada.

De inquietos y galaxias estaba sentado sobre la mesa que poseía en medio de la calle; ya nadie pasaba por allí a pesar de los excesos que la luz ahí cometía. Me senté con soltura en el asfalto y resbalé un poco de la silla que estaba aguada por un faro que oscilaba entre el sueño y las lágrimas del no querer dormirse. Encendí el libro con mis anteojos sin brillo y escudriñé las imprecisiones irregulares de la ausencia de la lógica entre dos devaneos intracrepusculares que se eliminaban de las nubes a la vez que daban un salto y se recreaban en el siguiente vuelo con otro nombre.

El libro narraba azarosas cosas en el café de los limbos, donde solo servían chocolate todo el día mientras dos personas se amontonaban de paquidérmicas falacias invisibles que denostaban el cuadrúpedo andar del resto de las cosas sin el toque de ellos. Dos personas de espaldas hablaban cada una a un punto cardinal a la vez y nunca al mismo los dos y a veces las voces eran llevadas por pájaros a través de todos los hemisferios, dando la vuelta total al mundo.

Ella dijo una vez
“El chocolate nos atraviesa, el café confunde la infancia con una adultez que solo termina al acabar la escuela”

Y luego anduvieron cada uno su lado, solo compartiendo un hilo celeste, invisible, que los seguía a ambos y en realidad los ataba pero no los ataba ya que era infinito y era un simple hilo para reencontrarse cada vez en medio de su extensión..

Voz

Tu voz trémula
en el extremo eléctrico,
en el extremo del plástico,
en el extremo de las bocas sujetadas a dos faros en inexistentes mares.

Tu voz que temblaba de miel
en el extremo del latido
en el extremo de un palacio
que de a poco, fue alzado de agua y sol;.
esa conjunción es una lluvia
repitiendo tu miel en el sol sobre el agua
y el amarillo en sus miles de formas
y tu voz
en mis miles de bocas
diciendo algo
que quizás te pueda alcanzar.

Tu voz
quiero oírla inquieta,
lejos de las nubes eléctricas.

Quiero oírla
así...
como esa poca vez.

Jardín

Conmigo
un día de cosas...
... sería donde

cada sensación
es la verdad
con sombrero blanco
y el viento solo lo hace decir sí

Creo que sería mediodía o no sé,
pero...


...todo el mundo es un simple jardín en expansión...

Retazos del sueño

En tu juego
tenía que perseguirte
y querías asustarme
porque sabías que yo era niño
porque sabías que yo te buscaba
y esa casa
no la conocía bien

y encontrabas todas las ventanas
para que yo te siguiera;
todas las ventanas
y todas las claridades de la noche
para hacerte sombra bajo una sábana imaginaria
para hacerme niño en la inesperada voz
anunciando tu juego

y el encuentro
de ya no miradas de un minuto
sino
el juego
de sabernos los nombres
de todas las demás cosas
que sólo nosotros dos.

Un fragmento de un sueño

Ese sueño
y rodar el día, inquietos
y tu chocolate esperando por mí,
inquieto de la infancia
que vine a recuperar
en ese giro
de ese sueño, de incongruentes voces
incongruentes seres de los que no sé la existencia
sino sólo tu existencia;
y los giros y los juegos esos
para tener tu cintura
en el silencio armado en las pausas de ambas infancias
y mis manos y vos entera de risa, entera de amarillo
y un poco de rojo para redondear tu boca
una mañana interminable
en que mi partida
se demoraba en seiscientos muelles.

Y ese sueño
que aún seguía.

Tu nombre y el brillo

El brillo en tu nombre
deja desarmes del día cuanto más se aleja,
se extiende y esta pared de cielo
se resquebraja por sus cinco costados
y los costados de a cuatro me ruedan
me encintan de un azul vencido
y me aquieto y me enfurezco
y sólo me dejan jirones en las manos
jirones azules que junto
como un mendigo de tu nombre,
un mendigo de tu brillo.

Un simple sonido inconexo

¡El sonido de un caramelo siendo liberado!

En la piel no hay nada
¿Hay piel? Me la olvidé por ahí

Ah, me doy cuenta ahora
que tengo unas manos;
es que me entretuve en mis ojos, pero no en ellos
no en ellos exactamente
sino en dejarlos ir, un poco
entre ese tumulto, buscando que se confundan
y vean ese mágico pelo rojo y ese rostro
despreocupado, como si éste fuera el lugar
donde todos los días, donde
todos los días
y así bajo los pájaros en el pelo rojo
a mi encuentro, entre los montones de otros
otros que no tienen el pelo rojo y si sí no así
no ese pelo lleno de pájaros

y caminar y la extensión de la distancia
porque cuando fuera cerca en realidad no lo sería
y quiero retener ese pelo rojo entre los todos
porque los ojos...

El sonido de un caramelo siendo liberado...

Inquietudes

Y me inquieto
y todo
y me sé la escalera que va por el aire
me sé los peldaños más mojados del agua

me sé tu nombre
me sé tu voz girando en el viento
sedosa en las ramas, acariciando las sábanas de cada átomo

me sé mi voz cuando te hablo
a veces la sé
porque no sé bien
en que lugar estoy si este o todos
¿Todos a la vez?

Quiero saber
tu lugar
y si es en mi costado
y me inquieto
y todo
y tu nombre.

Sombra

En las paredes de la casa
cuando tu melodía se escapa por la ventana
toco tu sombra
toco tu sombra inextinguible en las paredes
toco la forma que el sol aún deja
que el sol aún conoce como el primer día
en que se despertó en la galaxia;

Si,
siento que tu sombra
se escapa en cada sol
el sol de tu nombre
el sol de tu forma.

Siento
que tu melodía
me dibuja todos los puertos
todas las orillas
todos los mares
y me da la llave del barco
del que el tiempo
izará las velas.

Nochedía

La noche deshecha y ni un rastro,
el día poco a poco,
la noche desarmada bajo la cama,
el día aún a tientas camina

la noche en que repetí las palabras
en que busqué el hechizo del faro en la espera
el hechizo de hacer venir el mar
la magia de las olas besando la arena
la magia de las bocas
el encantamiento de los labios
murmurando el mantra de nuestro círculo
repitiendo las palabras
queriendo cerrar ese círculo
queriendo armar ese centro del todo
el centro donde depositar mi arcilla
e invocar la leyenda más alta
que complete todos los rincones
que esta mañana me sobran...

La noche deshecha
y el día camina bajo este sol
que solo deja mi ventana sin tocar.

Cicatriz al fin

Anduve toda la casa,
anduve todas las palabras que allí encontré
anduve todas las casas imaginarias
pero me di cuenta que se habían secado

no había lluvia aún colgando de las ramas
no estaban las flores que habías plantado,
no estaban los guantes de tu jardín
no estaba tu sombrero
ni tu mano secándote el sol

había un sol
pero sólo un sol no ese sol
no ese sol que me sé
porque tal vez
las cicatrices de la imaginación
se llevan algo importante
que no se ve bien qué es
pero es un poquito de esa luz.

Hola

Arrivée de toujours, qui t'en iras partout

Entonces el tiempo,
en la larga playa blanca
contando
cada grano de arena que el mar me trae,
el tiempo
me susurrará el universo
una mañana amarilla
en el blanco de tu mano
cuando tome la mía.

Tu voz en la tarde caída

Tu voz
me entristece

me hace lejos me hace triste
por entre las dos manos
y una mirada no
un pelo suelto nono

tu voz
me achica el alma
y así tan circular
me concentro en un nuevo génesis
de todo absolutamente todo mí
en un lugar tan tan pequeño
tan lleno
tantos átomos encendidos en el calor
del eterno sol creado
por tu voz;
y vuelta a empezar
cuando pueda acercarme la vibración más pura
de tu alma
así tan cerca
así
tan desarme del génesis
hasta que, absolutamente desarmado por todos los orbes
te tenga lejos y tu voz
aún me alcance
y me haga circular otra vez
hasta
hasta que te vuelva a oír vibrar
cerca
tan cerca.

Tu voz
me entristece

por tener que escribir tanto
por un simple punto
en medio de la nada.

Una canción en el patio

(Luz)
Una mano, amarilla, difuminada, tan amarilla blanca, difuminada tanto, en tanto espacio que ni un pliegue alcanza la vista; una mano expandiéndose, apretando un árbol, despertando la naciente hierba, la hierba salpicando la mirada que se inicia en los albores de un árbol que late en una mano blanca, casi amarilla

(Voz)
Vibra la hierba, vibra la luz (una mano, blanca, difuminada, tan blanca amarilla, difuminada tanto, en tanto espacio que ni un pliegue alcanza la vista), vibra la vista, la armonía usa un vestido de toda luz, una armonía se viste y baila secretamente sobre la hierba, casi inaudible sobre la voz, una voz entre el blanco y el amarillo, entre el amarillo y el blanco, naciendo de la vibración del cielo en ese instante, en esa luz,
la mejor luz del mundo.

(Luz y voz)
Es...
... y un sueño...

Mitades

Hay una mitad entre dos
Hay una mitad del todo, inquieta
de preguntas por estar en la fila
de los que van hacia un delante no muy cerca
desde un detrás muy lejos

y entonces
solos entonces
entre dos distancias enormes
entre dos amplitudes del miedo en medio

Y es que
solo el tiempo mide el acá, el allá,
la distancia efímera en su sombrero
como una cosa
amarilleada y lejos de deidad
de pura humanidad
intentando las montañas.

Esto

Esto
la inmensidad abandonada
por la pequeña capilla
a cuidar y a envejecer
es el saldo de un sueño.

Esto
arrastrar las ropas
y vestir a los santos cada día
cada día cada hora cada minuto
cada segundo
es el saldo de un no apresurado.

Esto,
tener una mañana entera
y no tener ropa que secar
cada viento cada sol
de una forma imprecisa
es el saldo de un diamante perdido.

Esta
cicatriz
me
la
hice
por
no
pensar
en
vosmivosmivosmivosmivosmivosmivosvosmivosmivosmivosminosvosmivosnosotros

vos.

Pequeño Gran Planeta

Tuve que guardar un mundo
en un cajón;

tuve que guardar un mundo en un cajón
por los números atroces
que hicieron al otro mundo exacto
para el inexacto humano.

Tuve que guardarlo
por lo sano del aire sin exilio
por la mesa y la silla conocidos
por lo conocido que no me toca
lo que no me toca y lo que no es mío.


Ansío el día
en que pueda empequeñecer
lejos de esta gigantez de piedra
y andar suelto
como un barrilete
en tu viento

en tu viento...

Vos

Pienso en tu boca

aunque el mar
los ojos a los ojos
aunque el mar

las divisiones nunca acaban, se dividen hacia el jamás
y acaso una vida si alcanzara y sí, debe hacerlo
porque
pienso en tu boca
y el aroma del sol en tu piel
es el indicio del salto
a las dimensiones, dejando atrás
las inútiles divisiones bajo los astros
que no nos tocan las almas
que no nos atajan los vuelos
si se imagina con el alma misma
a mi boca y tu boca

Acorde

Acorde al sueño
acorde a la casa en caída (esa lluvia
de lluvias sobre todo lo cayendo)

acorde a un día en el lejano año
del misterio de un encuentro fortuito
el misterio
de una plegaria al sol

hacia el misterio del día de sol
en que se crucen nuestros desbalances
y nuestra gravedad
genera la nueva armonía.

Acorde
a ese día
a ese sol incesante
sobre esa piel imaginada.

viernes, 28 de enero de 2011

Dos exilios

Sé que las direcciones,
de los hilos desatados,
sé, solo sé
que en la huida
de tu occidente y mi oriente
o quizás
tu oriente y mi occidente
que en algún lugar

de los dos exilios

de las dos opuestas idas

en algún lugar
la tierra mostrará su círculo con el sol
y nosotros
hallaremos el círculo
que de todo late.

Y entonces
en algún lugar de los opuestos
caminará el arreglo del día,
el perfume que nunca nos dimos.

El viento y la sal

Tengo retazos del horizonte
que hubimos una vez de pequeños
con la brújula mareada
por nuestros pasos enloquecidos.

¿Recordás los saltos de las aguas?
Y la espuma de tu corona,
cuando niños,
cuando de dos manos
desatamos ese barrilete
que quién sabe donde andará.

Tengo la palabra secreta del reencuentro,
tengo aún la sal en los labios
de tanta orilla junta
de a dos o más que dos
que tanto
dibujábamos las casas
en la arena e inventábamos
las infinitas vidas
que aún están allí,
latiendo
por la palabra blanca
que nunca dijimos pero yace
en la arena
y el viento no se atreve
por lo que le dijimos aquella vez.

El viento sabe
que no debe tocar
los hilos de nuestras manos.
El viento oye,
el viento ama,
el viento.
Solo el viento.

Ida


I
El sonido sol,
el pájaro antediluviano posando las marcas arenosas,
aún,
la introspección lunar, las cruces inflamadas
por todo lo alto y por todo cuerpo
que se es a sí.

El rayo resquemor amarillo,
la sed inagotable, los puentes caídos,
las esperas interminables
que se van
y se van, sin regresar nunca.

El estruendo iris, la simple corona
de hojas azules;
la llamada incierta
por entre los crisantemos heridos.

Y todos los que huyen
y todos los que huyen.

II
Alumbraron la cosecha con el fuego erróneo,
confundieron los sofismas solares,
se dispersaron los ángeles equivocados,
enterraron las semillas en una nube.

Todo se derramó, inconsciencia del par
de hermanos que costaron las inundaciones.

Inexperiencia del olvido supremo,
desidia de los cielos que de tan puros
puro el invierno y secos los veranos
y con tanta túnica encima.

Aleteo de un embrión de libélula
por entre las ramas venidas de la mañana errónea
llevando el mensaje
que caerá a los pocos metros
de esta podredumbre
de los más bellos coloreados.

III
¡Abedules! ¡Abedules!
La flamígera seña de la sombra,
la inhallable serpiente lunar
herida de amaneceres, rota de ocasos.

¡Abedules! ¡Abedules!
Díganme su nombre para estas hojas
de lo último que va quedando
bajo la luz implacable
que desarma todo lo blanco.

Abedules,
llamen a los corsarios celestes
que naden los habitáculos del circo solar
para responder la llama
y encender el agua
bajo el manto de las lluvias
que se niegan a regresar.

Abedules,
seamos juntos el sonido
de lo que nunca ya caerá.

IV
Ya el óxido toca la sombra
y se esconde de las miradas
a la ultratumba, a ocupar
nuestros lugares
tan harto esperados.

"Pero es que no los vimos,
pero es que no sabíamos"
dijeron los hombres
sentados en las copas de los árboles
que se precipitan con el estruendo de lo último,
lo último serpenteante por las rocas
que devoran las magias
que nunca existieron.

¡Sí la magia! ¡Sí la magia!
Ondeó la espuma por el lodo,
se rió la serpentina
hilada con los harapos
de todo lo que quedó atrás.

Sí a magia, señores,
oculta en las profundidades del hierro
de una vez allá
de los tan allá
que la herrumbre devora
a los santos de las grietas
que por siempre se cerrarán.

V
Y el errante
que tan ha de caminos
puso término inconcluso
puso incorregidas mantas
por tan salto puro de grieta
y anduvo saliendo víboras
y entretuvo galaxias, enredadamente,
enlodadamente,
hacia el para, hacia ahí el ahí,
postrando miradas
desconectando árboles de manos,
separando dedos inconsistentes.

¡Qué tan ha de ha!
¡Qué sonoro paso errado!
¿Quién erra ya sino el no errante?
¿Quién oye no
que siempre en el suelo?

¡Ay, vidas!
Ay, vidas, sermones felices
para la simpleza del otoño
en el cómodo no amarillo
en que pudimos sernos tan vastos.

El verano devora suertes petrificadas.

Errante el que anda de ha, el que siente de lo que
¡Ah, sí! Tan incierto
ante los desesperos
de todos y todos y todos
por los pies, por las manos,
la cuatro patas sosteniendo la tierra
para que no se vaya.

¡Y aún así!
Errante.
Errante.

VI
El errante
y
el
cuchillo

no camines el borde
no te sientes que la luna
ya no lloverá tus raíces.

Tres veces no ya no
dos esta vez
reescribiendo va el águila,
que una vez fue hombre,
errando los presagios
para la posibilidad infinita
en que de todo o tan que así.

No todo tan que así, no,
del todo y el azul y el verde nos fuimos
porque ya tan no perdimos la cuenta;
irrisorio todo, encolumnado todo,
enraizado por los santos que se desmayan
y no saben entender
el nada de la nada.

VII
Los confundieron,
los desentendieron
intentando si quizás una llama
o un trozo de agua helado
o una porción de tierra
pero no el aire
que nunca se sintió antes.

¡Se apagan todos los horizontes!
Aunque solo
para nuestras miradas.

jueves, 27 de enero de 2011

Silencios inconclusos

Hay silencios iluminados
entre las dos equis
que fueran nuestros nombres antiguos.

Hay silencios asesinados
en el fulgor de la mañana
por los delirios, que aún no saben
lo que es estar despiertos.

Hay silencios desarmados
que dejamos por las calles
por los lugares que ya no queríamos.

Hay silencios hechos de la de piel de noche,
hay silencios día,
hay gritos en el silencio
ante la ventana blanca
que antes atrapaba este viento.

miércoles, 26 de enero de 2011

Naturalezas

¿Qué sostiene en su mano
como tan secreto
en el pasar el vestido por las hojas
en el susurro espectral
de los iluminados por el desvelo?

Una belleza de antaño
que acaso repite su forma trunca
por el tiempo
por los todos y lo que debemos ser
hacia ese mañana de tirados en el sillón.

Porque aún hay en medio
tanto que molesta ahí afuera
y es solo la vieja superstición
no es el cuerpo sino la vieja alma
de era equivocada.

No me digas que la naturaleza esto
porque sé que no, que es la comodidad
de un sueños que nunca vamos a cumplir.

sábado, 22 de enero de 2011

Un poco de No

No noche, no día,
no pesar sobre el barro.

Ir
quién sabe donde
que nadie sabe explicar un lugar
si no es por un esbozo de nubes inciertas.

No día, no noche,
no trepar por no trepar,
no alcanzar
por el desorden,
por el reorden
en que se pierden los anillos iluminados.

No tienen día ni noche;
cuando se miran,
cuando no se miran,
porque pasan todo lo terrestre
lejos del roce,
próximos al fuego
que despedaza cada invierno
triturando las posibles tazas
llenas de nombres.

No noche, no día,
no sol, no luna;
no sur, no oeste,
si todo lo diamantino
se alzara por la boca del cielo
si se alzara...
no hombre, no mujer

Metamorfosis

Con la punta de los dedos cortó el aire.

Un amalgama de cuentos aún no leídos escaparon de sus prisiones de papel.
Cortaron las sedas sutiles del viejo encanto, pergeñaron las máscaras
con sólo unas rayas del antiguo hogar. Revelaron fantasmas,
apagaron aguas, suspiraron sangre;
la sangre que se suspira de puro olvido
en la dejadez del trigo solitario.

Con la punta de los dedos tomó las puntas del aire.

Se abalanzaron hacia afuera las imágenes no santas
en busca de la santidad
quizás en el terror se dijeron unas;
quizás en la mezquindad, dijeron otras;
tal vez en la pura mirada interminable,
clamaron todas al final
en un coro del sonoro silencio
que desmaya todos los oídos.

Con la punta de los dedos ató el aire a un muelle.

Los sonidos que nadie oye se fueron lejos,
hace mucho,
y cuando no los imagines
se esparcirán por la noche
enredado a los muebles que se inquietan
por el recuerdo del bosque.

Con la punta de los dedos hizo un nudo
y se lo anudó al cuello
y se dejó caer.

Tan sólo
una diferencia de días
para este pasar así
tan cerca del borde.

jueves, 20 de enero de 2011

Poco

Los desmundos de tu ropa
la quebradura de tus medias,
la incertidumbre de los vestidos perdidos
todo en el rincón que no estaba ya al otro día.

Ningún invierno se pudo ir
no había ventana abierta que lo dejara marchar.
Siempre quedó en tu taza azul.

Ahora se aproxima el verano
y tu querer sacar el techo un poco,
tu querer alas para buscar sombras
y me decís que no hay calor
que hay un árbol en algún lugar
aunque hace años no se sepa de uno.

Inicio de la despiel

El mudo testigo de los desiertos de tumbas blancas.

El hielo.

El frío cálculo, el frío desdén de los ojos blancos.

Cicatrices de cristal en el aire. La nieve cayendo sobre las heladas estatuas que seremos, las hermosas estatuas.

Hemos creado la luz para ser devorados por ella. Para que caiga sobre nuestra ceguera y disperse todo. Todo perderá su origen.
Solo nos queda ir armando de a poco el castillo de las cosas que no son de este mundo.

Y el cuervo nos mira desde su piel de fantasma.

lunes, 10 de enero de 2011

Cuervos Blancos

Los cuervos en el campo de trigo
invirtieron su color;

será por este lado del mundo,
el anverso de los atardeceres;
será por un mar entre los tantos
que desarregla el vértice de la luz.

Los cuervos en el campo de trigo
se invirtieron y anudaron la voz
al secreto poema de los pocos,
los silenciosos que saben el porqué
de la inclinación de todos los brillos.

Sé que estás del otro lado,
a un océano de aire,
en el silencio
que un millón de cosas
y que yo las tomo a todas
en mi pecho y entono
el secreto himno
que tuvimos una vez.

Los cuervos invirtieron su color
y te estoy encontrando en el porqué.

Desarreglo de un baile

Algo se metió entre tu danza
y aceleró las partículas de tu paz
hacia una paz fulgurante
tocando el cielo en lo más alto.

"¿Viste? Ese movimiento
se iba desarmando
a la vez que un farol se rompía.
Si eso no es brujería no sé qué es."

Algo se desbalanceó en tu casi caída,
algo no quiso que caigas
porque estabas dibujando cierta forma
con los pies, en la tierra.

Unos hombres

Perillas incongruentes
para medir una sal que ya no existe.

La medición del color
se termina cuando empieza la medida misma
y el color huye
preso de la libertad.

Hay un furor
que se va apagando,
hay un velo
que se va descorriendo.

"Nosotros hemos construido
esta gigantez de rocas
y podemos atrapar cada cosa
con solo el metal que llueve
para nuestras manos sudorosas"

Los hombres rieron
y sudaron bajo las camisas interminables;
ajustando los moldes del todo,
soltando aguas que pronto volverían a atrapar.

Los hombres incongruentes
en el verde profano.

sábado, 8 de enero de 2011

Mágicas

I
¿Aún hay una magia, más allá de las alucinaciones tan serias bordadas finamente por los santos que nos precedieron? ¿Hay magia en el mundo? ¿Hay mundo en la magia?
¡Mundo!
Entre el hacia, el durante y el después de tu toque mágico... La ilimitada vertiente hasta el hace un rato en que la posibilidad desvaneció su forma y hace innecesaria la pregunta hacia ese pasado capaz de tantos futuros...

¡Engalánate, danza, ríe!
Nunca podré arrojar el amor por la ventana.

II
Entré al microcosmo de los amarillos floreados con tu ausencia.
¡Cuánto espacio para rodar en caída y en las subidas!
¡Qué poca gravedad me toca!

Puedo moldear los círculos que quiero
puedo rodearme de la más suave entidad etérea
con tan solo un poco de una memoria.

¡Con una memoria puedo construir el más vasto palacio
para dormir bajo el techo más alto de la imaginería!

Aunque con tu ausencia
solo tenga el rebote de mi voz
sin el mágico nexo del contrapunto de tu sonora simpatía.

III
Ideadas las formas
en tu cuaderno de tan tarde, de tan esdrújulos nosotros.

Recorté mis propios apuntes que te había mostrado
incité a mis hojas a nadar la superficie pálida
con los colores que se mecen entre los extremos
de la toda luz y la nada luz.

Allí van, ondeando, separándose y juntándose
y nadie vence porque yo los acaricio
y termino sus trifulcas por el dominio
de algo libre que ha de ser, que ha de ser
y ser.

¿Qué te parecen este negro y este blanco,
tan opuestos que se tocan en un tintineo
y comparten nuestra vieja canción
sobre las lluvias que son espuma,
sobre las tristezas que son carnavales?

¿Sabías?

Aunque no lo sepas perseguimos el sol
hacia el mismo lugar;
aunque no lo sepas,
aunque ya no quieras imaginarlo
por las paredes que hubimos de crear
por los peligros de nuestros hijos imaginarios
tan insurrectos con los días.

Aunque no lo sepas
seguís moldeando los planetas que dijimos que nunca más;
aunque no lo sepas,
la arcilla no sé de donde sale
que no se termina nunca
y junto montones que tengo que liberar
para aún tener una cama en una casa
y poder hacer la tarea celeste.

Aunque no lo sepas
el mundo sigue conspirando;
aunque no lo sepas,
los trenes se enlazan todas las tardes
y las no posibilidades se terminan
en el vértigo que posee el destino
con un amarillo tan inquieto en sus manos.

miércoles, 5 de enero de 2011

Hogueras

La noche en la hoguera
y la redondez de luces
diamantan la espera
del águila y las cruces

desarmándose las sombras.

Diamantes me iluminan
desde su seco vientre
me espera en la hoguera
el sacrificio de mi suerte

desarmándome las sombras.

Marea

¿Notaste los desdibujos de la luz en el agua?
¿Viste el plenilunio inquieto en el mar?

Las manos aún arenosas
la piel aún salada
y el frío bajando del sol que cae.

La cinta de tu pelo
quiere volar e intentar cruzar ese mar
y se va y corrés tras ella.
El agua se desarma en tus talones
cuando yo te miro
en las últimas incandescencias de la tarde.

Y la sensación
de los infinitos mundos allá detrás
porque el miedo no existe
es solo la distancia que pudo haber entre nosotros.


Iris

Las líneas que dibujan la habitación
se completan con tu cuerpo blanco
iridiscente de mar
que no alcanzó aún
la costa que más ansía.

Las primaveras se desnudaron frente a tu verano
que ardía sonoro en el vaivén
de tu sueño de crepúsculos suaves
nacientes de tu boca mar.

Cuaderno diamantino

Los desniveles moldearon mi mente
a la irascible pirámide industrial
que descansa sus húmedos brazos
en la inalcanzable cúpula desértica.

Llevaron un desierto a la cúspide
inmaterial como un grano de sal
y danzaron los orfebres
sobre la túnica circular.

Perdí todo ritmo
y síncopa personal
por un barco cargado de veleros
para la costa menos inusual.

¿Quién me arrastró bajo las molduras de los sueños de otros?
¿Quién me eligió tirano
de la república crepuscular?

martes, 4 de enero de 2011

Un adiós en un violeta incierto

Una mañana se quedó en mi piel,
una mañana se quedó conmigo
y me vistió, y me alargó el día
hacia esta hora que será la misma
muchas horas después.

Lluvia cayendo del techo más alto,
entre las nubes que dejaban poco sol
para estos mortales que se desviven
por un pedazo de luz, una inquietud
de querer todo el universo
en un puño o en la mano.

Y yo que dejé una luz ir
y esa mañana me sigue,
y la luz que veía desarmarse,
la luz de cada noche en la ventana.

Serán estos pies que no toleran el suelo
será esa luz la mejor luz del mundo
de la que simplemente debí alejarme
para intentar todos los espectros y halos
de días y días y noches y los entredías,
será tu brillo la ausencia
de mi yo en este mundo
solo por un pedazo de oscuridad
de un camino incierto
que pude haber dejado en el sueño más claro

pero

y ya no sé
si hice bien o mal
solo sé que hice
y a ello me enfrento
y me enfrentaré.

Una mañana se quedó en mi piel,
una mañana se quedó conmigo
y me vistió, y me alargó el día
hacia esta hora que será la misma
muchas horas después.

domingo, 2 de enero de 2011

Círculos Imaginarios (Epílogo)

I
¿Cuántos círculos puede trazar una rama olvidada en la arena?

Da la hora celeste las doce,
da la exactitud solar sobre mi cabeza.

En medio del día y la noche,
en el espacio que se abre entre los dos gigantes
tomo la vara de los tiempos sonoros
y trazo con ella los círculos de las posibles vidas
que imaginé estando dentro de ellos,
en la arena, en la simple arena.

II
Apenas había sentido un halo de tiempo en mi mano
cuando alcé el color que reía dulcemente
entre destellos frutales
que se sostenían lejos del suelo.

"Bienvenido a los sin forma;
para seguir tenés que adoptar la insustancia,
la olvidada esencia que nadie intenta recordar
porque donde no había pies
no había fuerza aún"

Habló el color
y no hallé la sustancia del sonido.

La cavilación solo me enterraba en la arena
y el color se expandió en el aire
y con la voz llamó a las estrellas
que se aproximaron a ver;
lúcidas de día, cálidas de silencio.

Solo esperaban
el espectáculo
en que abandonara mi cuerpo.

III
Pura sustancia inquieta
que no hallaba reposo sino en el avance
hacia la inalcanzable fisura
que había entre los brotes del tiempo.

Pura emanación de la sonoridad clara
juntando mil distancias
e incontables desniveles de fronteras
que todo tocaba a la vez.

Era todo a la vez que nada
pero sabía del momento
en que esos dos extremos temblaron
en la huella de mi vaivén etéreo.


Un poco de sombras y de flores

Las resombras de la tarde
endilgaron a los árboles
de inútiles cartas
para este juego de los nosotros humanos
dedicados a perder tanto
por tan poco de sangre.

Soy un barco extraviado.
Soy un sediento de manos.

Aunque abra la mágica puerta del oriente
aunque sea un peregrino sucio de este oxidente.

Aunque intente la redención
y siga con los harapos por los santuarios en ruinas,
las sombras mías son inútiles
y ansiaba despedirlas de mi círculo
solo por la exactitud del número
que ya no quiero.

Quiero una nueva sombra
que aproxime mi forma a la de las flores
que despiertan lejos de la primavera.

sábado, 1 de enero de 2011

Equidistancia

I
Parálisis esféricas
a los recodos de nuestros encuentros,
atomizando los rincones a ráfagas
de la incandescencia elíptica
del radio de los enigmas de cuerpos.

Y fue un largo vestido
que no se podía desenredar de mis pájaros
en el vano intento
en el vano intento...

II
Diciendo el secreto nombre de un aroma
que el viento lleva silencioso
como en un ademán de milagros ocultos
dados solo a los elegidos de la luz
entre las tantas sombras...

Se me queda el sabor de puerto
se me queda en los labios el suave mar indefinido
que recorriste en mi llegada tardía a los hechos
al intento del desenredo
de la maraña de tus sueños alocados:

nadie puede alcanzar las magnánimas puertas
que lucen tus brazos
cuando el poniente se disfraza
de mendigo y nos trae los harapos
en la humedad de la plegaria
que espera en la paciencia
de los abedules que miran
extasiados de la hora.

III
Trajeron a los santos de este reino circular
para que nosotros, los ideados,
seamos los cíclicos nadadores
de estas aguas fraudulentas
que esperan el rayo.

¡Oh, santo rayo!
¡Quién no quisiera la fuerza de tu ser
adormilando a los impacientes de las monedas de plata!

Pero aquella,
ella,
la luz y sombra de la vendimia
vuela en él
y el rayo revela secretos
que ni a nuestro reflejo
en la clara noche
desprendida del día...

IV
Tu laberinto,
tu mapa inconcluso.
tu forma interminable
de apenas te desprendés de mi.

¿Qué es la medida
del largo de las idas
sin los resquemores
de los colores decadentes
aprisionando nuestras ventanas?

Un revuelo de pájaros
distancia nuestras sombras
al paso del sol inseguro
entre dos gigantes posibilidades
de conquista de este pequeño mundo.

Tu laberinto, en la espera
de mi liberación de los códigos ocultos
que suelte tu mano a la mía.

V
Las réplicas son insuficientes
este vasto territorio de formas coherentes
nunca nos alcanzará, lancemos los cuerpos
anestesiemos las miradas de las aves
transformemos nuestra sustancia
en receptáculo de las incoherencias
que al dios se le escapan.

Seamos libres, mi alma cuerpo mujer,
seamos todo en el espesor de los bordes nuestros
anexemos cada extremo del otro, fundamos
los anhelos que escapan de la ebriedad del desvelo
de tanto tanto por tan poca porción de aire
que el cielo se nos lleva
sin el cambio a la espera creado.

VI
¿Cuántos soles perdimos
por la avaricia de las tardes
que quieren a todos los seres?

Contamos solo en la noche
los soles que nos distan
más allá de la extensión de lo que los demás dicen

pero no podemos poseer nada
porque no lo tocamos aún.

¿Quién dijo que esa porción de la galaxia
es no nuestra?
¿Quién nombró las elegías vacías
de hombres que hacen exactas las palabras?
Todo se transforma y nada permanece
así como tu silueta
y mi derredor que te regalo
con cada nueva lejanía
que mi bolsillo guarda
lejos de las profecías tan ciertas.

VII
Até globos a mi entierro
y así todos
fueran volando a buscar
lo que yo también y no,
el simple de no estar ahí,
en la confusión de colores insípidos
saltando entre aguas secas
y despilfarros de sueños.

Mi niña, mi sol azul,
soltemos las ataduras del cuerpo
que ya no nos basta
para tanta incertidumbre
y los límites impuestos a la mano
en el circo de las celestes esferas
que dinamizan la mirada
y entristecen el tacto nuestro.

¿Qué otra cosa podemos pretender
que el todo todo todo?
Si vinimos sin razón aparente
a resquebrajar un orden exacto
para estar siempre fuera.

Mi dulce, mi microcosmo,
saltemos sin las dudas
de los sin nombre
que no son capaces de cincelar
su porvenir en la piedra
del círculo en su eterno mirar sombras.

VIII
Siempre recortás el sol con tu pararte así,
tan creyente de tu divinidad
y yo soy tu primer devoto
que sacrificaría la mirada ante la incredulidad
del saber así la forma que desarma
el sol que siempre,
siempre,
regresó enfundado
de la gratitud de la paz.

¡Pero el sol se adormece!
Pero el sol se erosiona
en su paso por las vidas
y es que tanto por vos
que una mirada lo abandona
creyéndolo único
de la forma de tu alma.

IX
Me gasté la suela en falsos círculos
que no llevaban al mismo lugar;
me gasté el pie mismo
en la desventura del nombrar cosas sin nombre
buscando la palabra secreta
de tu naufragar y el mío.

Mendigué en tu forma
que mis manos intentaban
en el callejón de las desidias
que confundían la patria y el arma
y yo no
¡Yo no!

¡Yo que prediqué un nombre sin forma
sino el que a cada uno el barro de las manos!

Mendigué en tu recuerdo,
hielo de despertares de cada mañana;
espero aún que la galaxia se reconcilie
con las posibilidades de dos extremos
que una vez se tocaron
para separarse por culpa
de un rayón en el cielo mismo.

X
Disolución de casas aéreas;
todas caen a enterrarse a la tierra otra vez.

Y es que él las quiso a todas,
es que yo la quise a una
y esos dos vórtices
colapsaron los rieles
de la anatomía celeste que iba
sin forma incierta a algún lugar.

Y todos que amamos las estatuas
que nos sobreviven como dioses
quietos, esperando la hora del renacer.

No pudimos no aferrarnos,
no pudimos extinguir la distancia
porque mi costado
y tu costado
serán siempre uno.