domingo, 28 de noviembre de 2010

Se me desarma lo poco que quería decirte (a Gise)


Armonía de la mano
garabateando el aire...

Cae la tarde, caen muchas tardes
en el fondo, en la habitación de cosas
de todas esas cosas tuyas
que te parecen tristes para este mundo
y les dibujás una sonrisa con tibias acuarelas.

Los ojos guían el paso imaginario
adelantándose a todo posible designio.
Todo gira y todo te toca en tu danza,
toda tela te mira, todo color te decora
todo es tuyo en esos momentos
armando el equilibro con tu suave paciencia.

Armonía de la mano
que sabe la posición exacta de los astros
para la sabiduría blanca
de la tierra dulce
en que vinimos juntos a pintar.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Pasaje

Me tiritan las manos de azúcar
que llevo incendiadas de agua
a la montaña más lejana que halle.

En el camino un pájaro sabio
me dice los nombres de cada sombra
sobre la que en su círculo da forma.

En el camino un anciano
que me enseña como atravesar el círculo
del que hicieron los desiertos.

En el camino un zorro me mira pasar
y no dice nada, solo ese silencio
me carga en la espalda
para esa montaña a la que pienso
para esa montaña a la que mi agua y azúcar
y las curaciones de los astros
que necesitan las flores nuevas del alba
de cada piel, de cada ser.

Piano roto

Destrocé el piano
y bailé sobre el,
en la melodía desconcertada por mis pies
que la arrastraban a túneles inconexos
donde me sepultaba de gloria
y purificaciones y enigmas
y destinos incorrectos
porque solo es uno
aunque pueda imaginar mis otras vidas
que nunca tuve
y no sé si...

Bailé sobre el piano
y empezaron las llamas
y el lobo aulló a lo lejos
indicando el camino al desierto
donde debería vagar
con estos pies tan cansados.

Luces, árboles y sombras

Caminamos bajo las sombras luchando dulcemente con el sol;
los árboles llovían esa dulce lucha para nuestros brazos
en el unísono de la mirada
del todo en el lugar, corriéndose un poco para bailar
sutil, como ese baile que nadie sabe exacto
que ya lo perdió buscando cuantificarlo
y animarlo de extravagancias, aumentando la llama
que los árboles esconden tan tibiamente.

No hay fuerza que empuje ese baile;
no hay cielo que no conozca la circulación de las almas;
ese baile, rotura sutil de la luz,
descansando sobre la sombra;
ese baile que nos dejaba
con la miel de la mirada
y la primavera solucionando
el sentido de la estadía
por tu brazo y por el mío.

Sonido

Ese sonido secreto se te escapó
ese dulce vaivén que tocó mi piel
desde un vuelo y un prisma de aire
ese sonido que nadie sabe salvo yo
que lo encontré en el instante de tu diamante
el instante de tu reloj de arena
arremolinado sobre el mar.

Ese sonido secreto
era solo para mí,
solo para mi instante
en que no te diste cuenta
de la veracidad de la voz
y la inexistencia de lo demás.

Sol rey

El sol rey
tomando en sus manos inmensas
(esas manos de esa forma que desconocemos para una mano)
todo lo que se mueve y lo alza
lo mece en la vibración del calor
de los átomos en fiesta.

¿Qué no toca el sol en algún momento?
Aunque tantos y tantos
se entierren para decir no
hay otros que sin darse cuenta
lo llevan como bandera a todas partes.

Aviones de papel

Miles de pendientes,
toda la tierra a mares en inclinaciones
en caídas y los remolinos de viento
en los frascos celestes de los seres
que preparan los aviones de papel
en los cuales lanzarse;

se suelta un viento en el sonido del cristal
se zambulle en el cielo un aviador
como en la almohada luego de una semana sin soñar;

las gentes van y vienen llevando vientos
y papeles
y aviones suaves que se cruzan
y apenas
apenas se rozan una caricia.