miércoles, 14 de diciembre de 2011

Un poco de tu sombra

La más serena locura
nace en una palabra,
en un enredo de tu boca

y tus ojos se muestran profundos
por vez primera,
y me buscan en su sombra,
en su mar de mares,

tu boca
y tu lunar estadía del gesto

sereno

de la locura
que calla

de la locura
que sabe.

martes, 15 de noviembre de 2011

L


Lúthien
en un cuento de niños
está
en el bosque,
los crayones le endulzaron el pelo
y ella ríe
porque la vuelvo a leer al volver
una y otra vez,
el mismo cuento nuevo cada vez
algo que nunca alcanzo a terminar
por más que las muchas vidas
ella ríe
y yo con mis crayones
y mi más serio cuadro de todos
la primera vez que nos dejamos ir.
¿Supimos volver?

lunes, 14 de noviembre de 2011

Las últimas luces


I
Las semillas conseguidas de la tarde
ya no sirven en la noche;

el día es uno solo
repartido en las hojas interminables
con su decoloración
hacia la puerta blanca.

II
El mediodía
se nos fue,
así de las manos,
perdidos,
en los pájaros.

Esa primera mañana
dejaste la luz en la mesa
y se sirvió el cielo
para venir,
así, con todos los días
a mañana
pero hoy ya es
la tarde
y apenas recuerdo el mediodía
que se nos fue
de las manos
inquieto,
incandescente,
por nuestra piel.

III
Un instante
se desenvolvió por todos los días
con su rocío diurno,
el misterio,
de las cuentas del rosario que alguna vez
significó algo.

Un instante
para que todo sea lento luego
eternamente recuperándolo,
eternamente alcanzando los átomos
hasta decir basta
de tengo miedo de desarmarme

por tu alquimia
y mi alquimia

tan radiantes
por el instante
en que todo se rompió
menos nosotros dos.

IV
Las manos enlazadas
de los árboles dos
a la entrada de la nube,
al silencio del agua

las manos exactas
los brazos perfectos
sincronía
del tiempo
cuando empieza
y termina
el medio
de dos distancias irreconciliables.

Dos costados
desatándose
un hilo sin fin.

V
El no
siempre latiendo
con toda su noche
y su desvelo;

el no,
que nos deja un halo de tristeza
en la boca
por la tuya;

el no,
armando el escenario
y nos toca jugar
a dibujar su forma.

VI
Salgamos
con cada costado a cuestas
a lo largo de la pesadez del mundo
pero es que, en la liviandad,
quizás ya no aprendamos
qué es una distancia
qué es una ausencia
qué es
esto
que mañana va a doler tanto.

VII
Luz en los nombres,
los dos días
y el arroyo,
la miel

pero ansiamos la sal
y eso es lejos

tu oriente,
mi occidente,
que de tanto en años
a equinoccios amarillos
nos saben
no muy lejos
porque el centro
son dos gravedades
que siempre
y que nunca.

VIII
Las escaleras de nuestras voces
enredadas
perdiendo puertas
desarmando escalones
intentando cada color
cada música
en el intervalo
entre esta escalera
y alguna ventana

los puentes
de anexiones cálidas

las miradas
que no se sostienen
mi piel
que se desarma en tus manos
tu boca
que lamenta el beso
que la pérdida que todo esto
que la única lágrima por los dos
en uno
en el sol amarrado a los ojos

pero el sol
visto a lo lejos
en todo
lo que no alcanzamos.

IX

"Los labios y la flor del no
de a poco..."

X
Los círculos
son iguales

tus flores
y mis hojas
danzan el unísono

tu mañana
mi tarde

las dos dimensiones
se cruzan
y curvan los días

así...
vamos sin saber nada
a saberlo
ya perdido
y solo el quizás
en el vértigo de su locura
nos diga algo
pero no tiene boca
y no habla.

XI
Ah,
había cosas a nuestro alrededor
que podían ser alcanzadas.

Ya...
no lo sabía
tan ilimitadas son tus líneas
que mis desdibujos
irrumpían las luces
que el sol en verdad dejó.

Así que...
hay cosas aún
aunque no me importen,
aunque no tenga el hilo
que no sé si sabías
pero es infinito también
y eso de la atadura
es solo un canal
que se prolonga
hasta donde ahora mismo
es que no sabemos
y el quizás si sea,
y así no.

Había cosas a nuestro alrededor.
Y las habrá.
Pero hoy curvamos el mundo, ya te lo dije
y ninguna sombra toca este lugar
y las armonías
lejos de nosotros
no nos pueden tocar.

Nosotros somos la melodía.

XII
En algún lugar había empezado,
cuando ya no nos preocupábamos.

Viniste una noche vacía
a decirme que no había nada
y se necesitó mucha lluvia.

Y la lluvia vino.
Y nos sacó cada escape...

...siempre tendríamos que estar tan cerca.


domingo, 6 de noviembre de 2011

Alquimias

I
Leer los ojos
aproximar
el cristal de la mañana
en toda noche alargada,
sin fin,
por los días que se fueron y se irán;
la mirada,
la noche,
leer los ojos,
y leer el aire,
una brisa
y los ojos
que nunca dicen lo mismo
no dos veces,
leer el mar
en su extensión
el azul que soñaste
y en un rato, ahora,
la distancia
para nuestros pájaros
y el vuelo
de la mirada
y los años
que se despiertan.

II
Una mano
que nunca te termina de recorrer
que intenta
todas las posibilidades
y se enreda
en tus vaivenes,
en tus delirios
en tu cuerpo,
inquieto,
aletargado por la arena
que junté en la espera

sentado
a la puerta amarilla

tu cuerpo
y mis manos cansadas
mañana olvidarán este camino de manos
y volverán a empezar

con todo el olvido más blanco,
el olvido
que nos hace eternos.

III
Tu casa de árboles
me pierde, me sonora,
me esquiva, me juega
con sus interminables cosas
de cada día

una hoja se va
una rama nace

tu boca murmura los secretos
y nacen otra vez
en algún halo de día
que se había perdido
o es que lo habías guardado

tus casas son árboles,
tus manos son tierra
mi suelo
en tu mundo
tan grande
que nadie es capaz de encontrarlo.

IV

Una parte de tu nombre
está en el mío
y siempre me pregunté
pero no demasiado

una parte de tu nombre
se escribe en la arena
y el mar no lo borra

una parte de mi nombre
te busca, forma pájaros
que se pierden
y solo así quizás sí,
en perderse

los barcos caen del aire
y tu risa,
y nuestros barcos
de diferente color,

parte de tu nombre
parte del mío

el mar
nos busca

los barcos
están solos.

V

Desayunamos la mañana
con haber nacido así,
lado a lado
y el hilo
que desandamos,
dulcemente,
nos recorre, nos ríe la piel,
el hilo
casi de sol y casi de los dos
desatados una vez
y por las alas
el vuelo bajo
de no necesitar el más allá
que invertimos el mundo
y es todo
simple así
de las manos
que crean galaxias.

VI

No despierto jamás
no duermo jamás

vos tampoco

y los cuerpos
no lo saben aún.

VII

Solo así somos;
tenés que decir el nunca
si, al final de este largo día,
decime el nunca
que solo así
los cuervos pueden invertir el vuelo
y los círculos de arena darán el tiempo
de lo que no
que será el sí

o lo que sea
pero el nunca
no es la mitad de nada
y las mitades
son las que nos adormecen.

¡Nunca!

Y la ventana blanca.

viernes, 28 de octubre de 2011

El vértigo y la montaña

Los pasos como el rocío,
que desvela,
que silencia el fuego de la tarde,
los pasos cristalinos
por el aire
una vez alcanzada la montaña
y ahora hacia abajo

las curvas del horizonte
divididas en todas las franjas,
caídas leves,
principio de la mañana.

jueves, 13 de octubre de 2011

Las parcas


Clotho me despertó una mañana
para enseñarme la lluvia
y me hizo equivocarme
para caer en las garras de su hermana.

Aún me veo, niño,
mendigando respuestas al miedo
y el saberse pintado por los hados
en todo el cuerpo,
de toda la sombra.

Crecí.

Rompí las cadenas de la armonía
para volver a unirlas algún día,
secretamente,
bajo los cadáveres de las parcas;
pero esas muertes
suenan a negro
y ahuyentan tu lumínico ser
lejos de este oscuro hombre ya
que devoró cada oscuridad
para guardárselas
y que no te toquen jamás.

El desierto invertido

Y el otro lado me empezó
¿Cuál es el color
al otro extremo del amarillo?

Hay un desierto en el cielo
y estoy pisando el aire.
Ya no hay pájaros.
La arena cae
y eso es el tiempo
(pero es tan lento).

Tengo cuerpo
pero no puede llevarme a ningún lado.
Solo el aire
con sus demencias incomprensibles
puede manejarme
y hacer que no toque ese cielo
amarillo
desierto
donde el brujo había encontrado sus quehaceres.

Ya perdí las ropas.
Solo me queda nadar las moléculas
que intentarán ahogarme a cada paso.
El viejo brujo aún está,
desnudo,
pero la vara del viento
al menos

al menos...

viernes, 7 de octubre de 2011

Las luciérnagas interminables

Un día
bastó.

El tanto pasó,
el nos fuimos a tanto,
quebrados en su hielo
por la mañana
en que me enseñaste el silencio perdido.

Allá lejos
no podía no decir palabra
antes que desnudarme en el silencio,
hasta que la paciencia de tus manos
abrió los campos
y las luciérnagas aparecieron
de a tantas
que son los días
entre este día
y el tuyo.

Brisa del desierto

Aunque sea la distancia
no hay nadie en medio
y te veo y me ves

y hacemos círculos en la arena
y con círculos nos dibujamos la historia
que se nos escapa

y podemos reír
de la virtuosidad de la arena
pero tan poco
como la brisa
que nos despierta
y nos muestra la distancia
entre los sentidos.

Tu viento

La partida
es tan lenta
que a los días aún puedo verte
en tu lenta caminata

mejor dejá que parta yo
que voy a caminar aún más lento
que no me importa nada más.

martes, 4 de octubre de 2011

Un desierto final

I

Esos días
los árboles flotaban en el desierto
y miraban
con las distancias que hay en el blanco
y yo
en el mareo del negro
que no podía dilucidar.

Me esperaban
hacía mucho.

II

Las voces quejumbrosas
de aquellos que habían sabido de la montaña
por la savia,
por las hojas y los mensajes

y me senté
a oír
durante días
en el mutismo del hambre y la sed
en las quejas de la voz por este mundo
y esta puerta circular

los árboles hablaron
y pude dormir
para despertar.

III

Y al despertar estuve solo
en la arena infinita
que el viento llevaba
y traía
(de alguna voz).

Y tuve que sobrevivirme
a fuerza de estadía ardiente
por toda la ropa,
replicando el sol
hasta su más alta consecuencia.

Tendré la marca
en la espalda
y en la mano
la vara
para dirigir el viento.

El resto
es solo viaje.

El círculo cerrado

Los círculos magnéticos del desierto
con toda su gravedad
en el dolor de mis pies
y la inutilidad de mis manos.

Los círculos de danzas de años,
silenciosas,
arrastrando mi ánima
solo el dolor
y no comprender otras sensaciones
sino en la plegaria secreta
que todos los hombres alguna vez
a alguien que del otro lado nunca va a estar
y entonces es el espejo
y es el cielo
y el desierto

y vuelta a empezar.

Aunque por hoy
quizás encienda un fuego
en el centro
de al menos uno.

No sé cuantos hay.
Y más tarde sabré si en verdad importa.

A tiempo

¿Cuándo?

Simplemente.
Como si nada.
Sin grandes orquestas atravesando los cielos,
simplemente
a silencios

(después de algunas palabras
que poco a poco
nos quitan los pesos).

¿Cuándo?

Decime vos.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Inicial fin

LOS COLORES SOY YO

había abierto la puerta,
solo un poco
soltándole la mano a la noche.

Es todo a la vez
no hay tiempo otro
sino las distancias
entre las cosas
que decimos
tiempo
entre vos y yo
tiempo
y los colores, al fin,
soy yo.

II

Los diámetros se miden a brazos
a lo largo
entre lo mío y lo no mío

y las veces que no partí
las redimo con el egoísmo
de lo poco que repito
al crear una montaña

III

¿Cuándo es que latimos?
¿Cuándo es que dejamos de latir?

Iniciamos esperando nacer el sol
la búsqueda ciega
que no podemos terminar de ver.

Y latimos
y eso son vibraciones;
esas son alas
que remontan surcos aéreos
con solo crecer
y vibrar
y latir.

martes, 30 de agosto de 2011

Un desierto más

No hay más tiempo
que aquel en que el desierto
fue armado;
fue el límite
de la experiencia
y las alineaciones
de todos los átomos
y la vibración

que de a poco voy armando en el pecho
para serme vasto, vastísimo
y nunca te canses de recorrerme.

Si estás ahí,
casi terminé.

Shine

Hay ondulaciones en tu luz
que se sacuden como pájaros extraños,
pájaros blancos,

y trato de dilucidar
y estar lúcido de tu movimiento

ondulando

y a lo lejos
puedo aproximar
lo divino insensato
vedado a los incrédulos.

Shine.

lunes, 29 de agosto de 2011

Mujer

Realmente
va tan lejos tu cuerpo
a millares de pasos
para los días...

...es el místico desierto circular
para el fin de mis días.

Te canto

Creando la ruptura de la puerta
y sonar en el mundo sin puertas
siempre allá adelante
cuando sea acá
y entonces...

Empiezo el momento
en que abro las alas un rato
para mostrarte un poco
de lo que urdí en mi santuario
(aquel que tiene el nombre que quieras)
allá solo con el universo

(creí)

Ahora te dejo entender lo que quieras.

Spinetta

Sonaste tanto esa noche
en que descubriste que alguien
entre todos los ríos
te había escuchado
y justo
el que vos quería que te escuche
y ese uno que soñaste
fueron muchos más

y dejaste la huella
y la puerta abierta
a seguir soñando
y despertando
y no saber bien en fin.

Las cosas tienen gravedad (y el tiempo es lento)

Imagino salir del ensayo
viendo la revolución el el cielo
y reírme y ser parte
con mi cigarro encendido,

de la placidez de la canción
entre las tantas canciones.

Imagino gritando la victoria
lo imagino tantas veces

con la señal en la frente
reír al que pasa
el espejo de nuestras noches
y nuestros delirios

porque era tanta la risa
la más clara risa
y simplemente
dulce y cálida
risa.

martes, 16 de agosto de 2011

Días de cosas

I
Me enredo siempre,
a cada rato,
simple gusto que tengo
por que todo me muerda;
así las ciudades
se anuden mi proa celeste
que empieza en la mirada
y termina en la nuca.

II
El día desarreglado
por las paredes

y preguntan lo feo
sin admitir el desliz
que una luz mal puesta
pueda soltar los pájaros
en los lugares ayer equivocados.

sábado, 13 de agosto de 2011

Perdedor hermoso

I
A sabiendas del violeta
incierto, fulgurando
a destajo de los armarios inconclusos;
a sabiendas del recorte
diamantino de la imagen
puedo verte bailar
diluyendo
la noche
a mis ausencias
y mis glorias ajenas.

Soy estatua hoy,
repitiendo un pasado
de grandes músicas
y silenciosos varios hoy
de sibilino encanto
el perdedor hermoso
que se duerme en tu puerta.

II
La residencia en tu ventana imaginada
y los pájaros del día más claro

tan sueltas las manos
y el viento despeinando las ideas.

Soñé las incongruencias de tus días
solo comprensibles
a la luz de mi vejez
tan tardía
que secreta
y la luz de la vela
que dejé hasta el límite
intentando que no

que ya no se detenga.

III
La lírica bucólica se desprende
de mi mar
de otoños inconexos
de amarillos dispersos
en rejuntes galácticos
de simples posibilidades

por una puerta
que toqué
y el tiempo no quiso
dejarme ver el rostro
del saludo
o del no estoy.

Llamo a la respuesta

I
Puedo decir que lo veo,
ahí, naranja e inquieto,
sonándose el cansancio
por el tiempo gélido y apresurado
en que le llevo al final,
la respuesta
tan obvia
que mis huesos no la hallaron.

Sentado con el futuro,
de lado,
adivinanzas predichas
y contestadas en el aún antes,
adivinanzas
mi corte de sueños
en la lluvia invisible
del naranja
del futuro
y los cantos.

II
Esa alquimia ciega
rociada con tantos perlados días
de inquietudes
en hilos secretos
que nunca se terminan.

Esos días, esas perlas,
tan ciegas de su mentira
tan claro yo en la verdad opuesta,
jugando los dos
con que el cielo nunca se iría
sin avisarme.

III
La madurez es el miedo total,
cuando aceptás que sos un muerto
que solo busca y busca en los cofres
las dinastías perdidas de las hojas.
cuando el frío resbala por tu paso,
cuando el túnel se dispara de golpe
tan seco y lejano el segundo
y ya el otro lado

y en el pasado
quedaron las cintas atadas al árbol
con las cifras
de nuestras memorias.

IV
La memoria se detuvo acá
y pide nuestra alma
por tan mísera porción de ventana
aquel enmarañado día de todo tan gigante
y ahora sabemos
que los viajes terminan
muy cerca del bolsillo.

V
El duro beso de la calle
(obnubilado ayer, el golpe,
me rearma el desarme)
la dura mejilla de mis huesos
que hoy existen
y descubro el peso de la materia
por vez primera.

Mis manos se quedan acá
ya no puedo olvidarlas
y perderlas,
las manos
y los pies
se pierden en las divisiones
de la distancia
y somos cada vez más pequeños.

VI
En la estación
el vagabundo nacido
por la dejadez de las ropas.
y el silbido del aire.

Y los trenes
y el azar.

En la estación
el pan de ayer
los viejos diarios
y las historias.

Y los trenes
y el azar.

martes, 2 de agosto de 2011

Floral

I
Cuidado de las aves
y el canto
ingenuo de los días
a solear las franjas
de seres dormidos aún
por el despertar tan claro
sepultado bajo toda la sombra...

II

Hojarasca
sonando toda la senda
abriendo la puerta a los perfumes
y el instante despertado
entre los dos mundos de manos
unidos en la melodía
de la hojarasca
del amarillo otoño.

III

El polen nacido,
la hierba estirada
a besar el viento,
la lluvia ansiosa
de compartir la tarde
y abrazar el polen
tan nacido
y cálido y enmarañado
de la pura flor
apurando la existencia.

IV
La primavera imaginada por el invierno
cuando tenés tu techo
y los multicolores aires tocándote
pleno de pájaros inquietos,
la primavera invocada de labios
y florales arreglos de las caminatas
por este invierno
intentando desarmarse
de blanco a todo
lo que en el puede yacer.

domingo, 31 de julio de 2011

Cantares

El cantar de mis sombras,
posicionándose al doble de mis axiomas
del ayer,
batallada tanta la hierba del insomnio;

el cantar
del unísono del uno
que rota a mil veces los pájaros,

simple cantar
que sobredimensiona las espaldas
por la cosecha mayestática
que adscribe a mi sangre nueva
naciendo mental
a siempre el ahora
por todo mi ayer
de incomprensión
y frágil estadía de pies
que ahora
atraviesan la tierra

y la mitad
ya no es.

martes, 26 de julio de 2011

Subís la escalera

Queda el perfume indeciso
con tu ausencia y mi huida
o todo al revés

y cruzás la puerta
llena del sueño de todo el día,
vacía de los quehaceres
de la noche
que ya no importan.

Los escalones se desarman
a tus pies tan ciertos
y observo
la decadencia de lo que te rodea
por tan blanca tu ropa
tan lúcidas tus maneras
que aunque no te des cuenta
que aunque te des cuenta
en las dos vertientes
de tus cosas llenas de átomos
te vas
y no
por el perfume
que alarga tu estancia
en mi desvelo
en mi toda esta vida.

jueves, 21 de julio de 2011

Copas

Si, esta noche
es el adiós del hola mismo
porque sé que cuando se termine
todo esto,
cuando nos quedemos el uno y el otro
a solas con el adiós
y las mismas decepciones blancas
sé que voy a intentar asirte
por algún lado de tu centro
y así sabré
que es el adiós
o el simple hola.

Proximidad tanta

Hay algo que,
entre siempre y nunca,
estuvo entre los dos;
como oxidado inquieto
naciendo de esa noche

(perlada)

(somnolienta)

como tu boca.

Ab aeterno

IV

Mucho aire en las alas,
saturnina ventura,
a vientos clamando el átomo
de la roca, de la montaña
y todos los intervalos del quiebre.

III

Que poderoso es el desierto
sobretodo destino de hombre,
enmarañado al tiempo de futuros inconexos,
desierto al tiempo,
tiempo al hombre y ya no estar.

I

Si el desierto es negro
el cuervo es blanco.

II
Estamos todos yendo al equinoccio
en el casi lumínico día,
reunión del sol

y una hoja de alma,
dulcemente de pena;
el pájaro abandonado
que aún su poca voz
de dos días a sonatas
en el agua con tu égida.

Pájaros


¿Adónde fueron los pájaros?
Tan a solo a día,
canción de ayer,
y alas

ya nada,
por lo seco de mi boca
y los amarillos destiñéndose;
el mundo desvistiéndose
¿Porque es la hora del sueño?

Porque es la hora del exilio de alguien
y hoy hablé con un pájaro
¡Justo hoy!
Solo dijo sí,
aunque no había preguntado nada.

El exilio de los pájaros
el engaño del eco tardío
que nos adormeció la siesta
y en la noche, al día
y ahora,
vago tibio hola de cenizas.

El fuego
se secó.

martes, 12 de julio de 2011

Perfume

Un perfume puede salvarte
en tus horas de apuro
por ser galáctico tanto.

Un perfume
puede redimir
un planeta entero.

Por tus manos,
heroicas,
al más allá de tocar
los átomos
de las cosas todas.

Un perfume
puede
redimensionar
todos tus sentidos
al límite
de confundir el nacimiento
con las sonatas crepusculares
en la soledad
de imaginarla silbando
la melodía
y el perfume mismo.

Un perfume
puede encender tu inquietud,
de preguntas
y lumínicas respuestas

si sabés encontrarlas.

domingo, 10 de julio de 2011

Una

Lo dulce límite
en la imposibilidad de tu cintura
me platea las manos
al lunar ser de incongruencias
y pocas ciertas sabidurías
en la tanta barba gastada
en tanta ventana que escapa.

lunes, 4 de julio de 2011

Nunca

Las casualidades,
a sus alas y antojos,
pudieran desarmar
esta cadena de quehaceres fríos,
en el completo intento de abandonar,
por tan piel y tan díada,
el reverso del siempre,
sonoro,
que besa lánguidamente esta promesa...

Los perdones

Cielo rosa de golpe
el telón roto de tan veloz el color

y la isla,
caída a tierra.

Hay un árbol
y un vestido colgando de el.

Tanta fue mi ausencia
que el sueño vociferó las amarras
tan fuerte
que se escaparon los pájaros
mientras el exilio blanco
andaba verdes desiertos.

Las cuerdas rotas,
diseminadas,
con la vieja canción,
soplaron frío
para estas manos
que perdieron su arcilla
en lo profundo de todas las mañanas.

Ítaca está más lejos aún,
el hemisferio mareado
cambió el aire
para tus confusiones cotidianas
y ya no llegues

que tu alma se quedó
y tiene tu trono.

Juicios

Tonante azul violáceo
por una madera al infinito arriba
que ni veo la boca que profiere
la tonante mezquindad de los dones
y en el estrado de a cientos
sacuden sus barbas y sanan sus bebidas
con los encantos robados a quién sabe
pues su cara es de respuestas
y ninguna pregunta tiene alas.

El has a todo,
el has de yo y las inmundicias
de a verdes rozando mis pies,
de descalzo y el frío arañando
con mil lanzas la carne
y las voces tronadoras
invisibles a mi piel,
a la inclemencia del ausente presente
y el futuro desandado del ya

y ahora
un hereje lastimado por el futuro
de los inéditos pasados
que se esculpen a cuchillos
y la tirantez
asesinando el presente
que huye a algún nuevo tiempo
pero tiempo
ya no hay.

Silencios

De sonoro
a amarillo
en los intervalos
de las respiraciones
de todos a la vez.

Sonoridad vigente
por las rejas,
aferrada,
cansada
en desmayo
y la puerta
solo tiene el otro lado.

Sonoridad,
testigo del grito
que sonora lejano
que se apaga
en los ceniceros de todos,
a la vez.

sábado, 2 de julio de 2011

Horas

Atareado de relojes
a horar las redes
somnolientas de rayo

fui, seré,
almidonando
los pesares
con la almohada tibia
de los otoños juntos.

viernes, 1 de julio de 2011

La dama en la tarde

Tan tarde el reloj
polvoriento en el bar somnoliento
¡Y tan tarde!
que el mediodía se había desvanecido
y ni rastro en la ventana.

Y ella con su paraguas
aunque el sol quimérico
ella con su paraguas
y el no esperarnos
y solo ver hacia atrás

de golpe vinimos a existir
en este diminuto espacio de dos
congelando las dinastías enteras de gente
por la simpleza del tiempo
dormido en tus brazos

silencio al tiempo
y la gravedad se fue
con los ojos
en la nueva víspera.

Los muertos

Arribé a mi legión

Sonata de los huesos

Arpías arañando
las alas
soltando
quejas sonoras
a la inmundicia
del espejo
y los revés.

Piedra sobre piedra
por diagramas
que tenían aéreo negro
de saltos de azul
piedra
sobre tierra

huesos
que no reían
al final.

Impiedades de los dibujos

I
Por esos días arenosos
el vértigo se desactivó
y ya nadie podía alcanzar el suelo
tan rectos a las rocas moldeadas
nunca desde el mismo suelo

los airosos
son los que mienten
y están con las cintas
dorando etéreo
así, puntiagudo hielo,
dinamizando la rueda,
alimentando los celestes.

II
Y la arena en el color es día hallado,
los mercaderes siempre tan viejos los fuimos
con su eternidad de oriente
de mil y una noches y diversas formas
de alargar los sentires.

¡Oriente!
Al fin
decepciono a mi imaginería
que tu sangre es amarilla
tu sangre es sol
tu todo es sol.

Alguien hundió sus mejillas en una nube bajo el agua...

Y sostenía su dibujo de después,
tan irregular
que intentaba sostener las formas
intentando la cuadratura,
la simpleza de nuestras búsquedas
de tanto oxidente.

Resurrección de los fieles

A la causa hizo el amarillo
por tantos ojos pálidos
durmientes soleados
¡amnistía para las creencias!

Yo bien lo supe,
queridos postrados
y heridos de solo mantas
y hielo en las yemas,
yo bien lo supe,
cuando los quisieron asustar
aquella vez, recuerdo,
alarmado de sus demoras
en las tareas amarillas de ese día,
alarmado
y tan hueca su arcilla

ese día, ese día

los dejé a mi miel invisible
entre los átomos espectros de mi mente
fieles a una idea
tan vaga que aún no sabrán
(y ya no, no más),
no sabrán que una idea
dura
lo que este viento
que ya...

Resurrección de los cálidos

Escuchaste la normativa, hombre tierra
a siestar las indulgencias
que se apaga lo santo
para tu nieve y sombra,
hélade,
sombra no existe

adalid los vientos,
por esta vez,
tan sombrío señor
que aún sabemos
de tu amnistía
que por lo aérea se sabe sola
entre los demases idóneos
a estas filas,
a estas huestes...

jueves, 30 de junio de 2011

Epitafio

Yo,
que en otro tiempo intenté modular algo,
que abracé la salvación ausente,
que imaginé la estulticia y la ruindad,

rumbé sin novedad
por el veteado mundo

y no.

Encuentro (a Arthur Rimbaud)

Yo te saludé,
venías colina abajo
(de las que acá no existen)
y traías un símbolo luminario,
dijiste,
y no entendí.

Pero eras tan claro, amigo mío,
que la temporada de lluvias
había terminado
en una palabra tuya.

Abriste una puerta,
dibujaste los sentidos
y algo, algo muy algo,
me acuerdo
cuando te saludo.

Hoy te saludo.

Irregular (a Paul Verlaine)

Los dones se extraviaron así, tan simple
que pasó el tiempo y la voz se quebró
como las iglesias más rotas
y las ropas sucias de los santos

(y el quijote fue hacia un precipicio
cuando sancho panza estaba tan cansado)

y mandaban todo lejos los malditos
con la sangre desparramada
en futuros
que eran pasados
y hoy no son.

Los escorpiones

Y el sol quemó todo rincón
todo, a sol arde,
a sol despierta y duerme el ángel
fogueado por la omnisciencia del juicio
que la eternidad arrojó a los hombres
y su ejército de imaginerías

los hombres son rojos
y el agua no existe
¡No existe!
Los mendigos todos
lamen sus propios trapos
beben sus propios ojos
y todo cristal desarmado es arena
a millones de millones de millones
en el aire de los sufrientes
que ni voz, que ni paso
que la estática espera indeclinable

la espera
la espera

la espera
por la eternidad de no hay infierno ni cielo
ni habrá hombres en la galaxia
que el reorden estelar
es frío azul y frío negro,
imperturbables,
por su misión de moverse
así, en la infinitud
de la finitud de los vivos.

No hay fénix

I
Son todos fantasmas
que salen de mis dedos
mágicos con la turbamulta de escorpiones

y el ay
que sonará mayestático
inconseguible en una tarde
vilipendiado por la noche
que pesa sus barrotes
como intentando el negro
de la ausencia,

aunque esta sea incolora,
es lo poco
que el puede ver
que las mentes no dan
a imaginar el descolor total...

II
El desmayo avisa con un pájaro
en un canto indescriptible
y un color ciego
hiriendo el suelo
con toda su carga de futuro.

III
Qué podrá ahí
con los trapos y la carne...

apenas baja
para ya nunca subir
y usar toda la tierra, toda,
en expansión,
mordiendo el otro lado,
atenazando de dientes
las cosas cercanas,
deletéreas,
simiescas que apenas inician
la devolución
de todo lo que ignoró una vez
por buscar el blanco
que apenas alcanza
para un día
o una hora.

IV
El escorpión despierta
de su sueño negro
y sabe que los muertos son blancos,
tantos ve pasar, tantos ataca
por la risa final
que espera, siempre,
para alardear su ausencia
a los astros repetidos

tan repetido todo
como para dinamizar los círculos
en el vértigo de lo nombrado
haciendo grande la sombra,
llena de arena,
para los que sueltan los quejidos
en el juicio imaginario
que los idiotas han escrito para él.

No suertes blancas

I
(Los bordes,
mi ser,
se programan nucleicos
y bordados de algo)

Arrancó las flores
y se fue niña
salpicada de las inclemencias
de los dulces,
en su hora más azúcar
y lenta de espasmos
del demasiado este amarillo
a brotes de roturas de pisos.

Al sentir
desbordó la hierba
y rejuntó los amplios nortes
(los secretos y los bien sabidos)
y apelmazó en las manos
la furibunda eclección
de los tornasoles líquidos
de oídos a caídas
de miradas a tormentas.

II
Lentamente supo el bronce
pero tan lento
que los elefantes se dormían
y tanto
que el sueño se fue de largo
y el hierro amasó las lanzas
que todo sueño anidan
por ese largo campo de paciencia.

Los hombres bailaron
y desarmaron los círculos
para esas pirámides difusas
en donde no se sabe donde se está
donde se va
ni donde el donde.

III
Compró
y eso fue muerte
con el tendal de los seiscientos
y no sé qué tantos
que armaron los números
para las restas de la carne
que siempre fue saliendo
del río al mar
de la tierra
a la montaña hueca
y los golpes engañados
en la cintura roja de la montaña.

IV
Los niños ciertos
con el agua y con el sol
tan simples de amores
tan simples de juegos
con los convites solares
a la mesa imaginaria

y ellos

sonando la mañana
a la ventana más rápida
que la amplitud nace
de la primera apertura de día
con las esferas que dibujan,
perfectas, sin sombras,
adelantados a los trajes
que nunca jamás usarán
solo si pierden
esta batalla
con colores
y con flechas de aérea luz.

V
La soledad
se amarra con sombras de la tarde
en que bien podría saber los sentidos
con tus acrobacias en la cocina

pero no

por tu inquieto cabello
que marea mis intentos de tierra
solo mi tierra
y los sonámbulos que aparecen en ella
callados de tanta voz toda junta.

Y si hay lugar en el monasterio,
entre las hojas y el otoño tardío,
necesito la blanca mano
sonando mi campana dulce
que cierre la puerta detrás
y todas las detrás
en la plegaria
del rompecabezas apenas iniciado

pero no

porque mis partes quieren irse
cada una a su lado
y así no formo nunca los pies

cuando los exilios bailan en el aire.

martes, 28 de junio de 2011

Voz

Las luciérnagas en tu voz se inquietan tan certeras del lumínico momento de la apertura sensorial a destajo de los sentidos, a desangre de los aires, ensimismados de truenos fugaces y rítmicas disonancias...

Loas sencillas que más que simples
que más que límpidas
más que una tarde lenta
de rejas rotas por las aves
tu voz va abriendo las puertas
de a todas y a sus veces
redimensiona los colores
por los amarillos
y los blancos, más alguna nota
tendiente de rojo
y los pájaros llevan las guirnaldas
del instante y la fiesta
crepuscular
de la lluvia de mieles incansables
de un día, de mágica ventura
y timbre altísimo de magnetismo,
sonoro de tu boca,
imaginario de tus ojos.

Aespactros

Leguisonié las pérvida enumeración
andisonada las cubiertas transhumantes

ardié las llamas,
letreé las venidas
en mi cuadernóforo ímpido
de novascientas luxes
que dinamiran lóngevas
la erruidición
y los que gritan ¡Basto!
Y los que gritan ¡Aedentren!

Llameó las furibendas naciones
inquieateó sonérico las presenticiales
y anodó la quietura cuadrapeléjica
de quién saberá qué carajos
arman las naeoches
tímedas del casciende.

Espectros

Urgencia de un desayuno lunar
en el quiebre del alma
que libere
todos los espectros
y los pinte
a su sazón de leyenda
y pululen
ya no sombríos más si lumínicos
tan lumínicos
por entre las enredaderas de los hombres
gastando el cuerpo en el sol


¡Yo los libero, espectros!
Vayan al desarme,
a regentear los escapes de suspiros
a dibujar las posibilidades
de la sombra luz,
a enumerar sin número los besos,
a sonrojar sin rojos las sonrisas
de a poco que iré yendo,
por este quedarme así
prisionero de todos los colores
y prometo, esta vez prometo
quedarme hasta el final
cuando se cierre el libro.

Ausencia

Ausencia y gloria
la gloria del no estar
la gloria de estar cierto
en lo poco que queda de uno.

Así hablé las temporadas
del infierno, del cielo,
así las hablé
tan claro que yo no estaba.

Seré lo que queda,
soy lo que queda,
en las ausencias,
en el tibio saber
de las imágenes que el tiempo arma
olvidando los bordes
y dejando el centro
del alma, lo que simulaba un alma,
pero lo demás
ya no, no sirve
ni nunca lo hizo,
tan necesario
el nombre puro
armando la fiesta
de la ausencia
en la ausencia.

Caminos

Apenas hecho de sueño
que despierto otra vez
a juntar las incongruencias de la calle
sin el sentido de la dirección
hecha de desvíos solares.

Apenas van los pies,
ciertos de lo grisáceo,
cuando se le acercan
las variantes lumínicas
llamando con aguada voz
tibia voz al encuentro
de todo lo que vas a ser
si abandonas la ruta de los pasos
que van en la regla amarga
de recortar la imagen
en las fotografías del fin de año
de los anuarios tan serios
que todos miran de traje.

Abandoná
que esto no es,
ni a menos ni a más,
lo que perdura tus sienes
ardientes de futuros
y plácidas tormentas
que dejan su lluvia
dulcemente
destruyendo tu casa.

Secretos

Esos secretos blancos
que el guarda, como tesoros
repletos de agujeros
y tan llenos de miércoles
y sábados,
esos secretos blancos
que despiertan en el desierto
que bien podrían crecer los patios,
que tan necesarios a las meriendas
cuando los ancianos
preparan las sabias charlas
con los árboles y los viejos amores,
los secretos
necesarios de los seres,
que incompletan con la verborragia
la cuna de los silencios que aún niños
por lo poco ante lo mucho
y tan al estallo listos
que secretos
y un blanco repleto
de todos los demás colores.

Brillos del invierno

Los brillos
que se prenden a la piel
cualquier invierno
pueden ser erróneos
con solo mirar las ropas
y encontrar la sonrisa
despegada del color
y la sintonía perdida
entre el cielo
y la mirada.

Los brillos son ciegos de su ser,
los brillos son sordos de su música
y no pueden nada decir
solo arder con cierta magnitud del perfume
hacia las puertas todas,
ahora mágicas,
de universos posibles
que no repiten pasos
y que siempre avanzan,
atravesadas de las voces
que ya no simulan vida,
que más allá de las estaciones
pueden revertir los sentidos
y revertir otra vez,
jugando todos los seres
en un libro infinito
que nunca se cierra ya.

lunes, 27 de junio de 2011

Astros


I
Llamo a los astros,
extiendo los brazos
con toda la sangre que tengo
y puedo girar con el planeta
puedo reordenar los puntos cardinales
por mi cuerpo que tanto
a extremos se rehace
y llamo, llamo a los astros.

II
Una luna luchando a muerte
en un charco, con unas estrellas
y la sangre no es,
y el sudor que no es.

La luna espada que abre el cielo
e intenta despejar la vista
de los puros celos
o de la pura videncia
de la inocente unión
de los primeros
y los últimos,
de los dos en el medio.

III
La nube que intenta ser techo
la nube que se desarma
por mi simple amenaza
y por la luna irradiando su ira blanca.

Entonces, luna,
vos y yo,
y las fronteras por cuatro
y las fronteras por miles,

mi cuchillo es tu piel misma,
tu cuchillo mi piel
¿y quién se conoce en todo su giro?
Venime a buscar
que ya estoy listo.

IV
Cuando ya no te creo
es tu sangre,
cuando borro la plegaria
es que te tomo en mis manos
y sos polvo
como mintieron de mí.

Luna, quedás en mi cicatriz
y las estrellas en mi iris,
despedazado
por ver más allá.

V
Y voy, hecho astral,
rehecho el polvo
hacia la mágica ilógica
que quiero quebrarte, universo,
que quiero doblarte
de tanta ira
y tanto otro lado de la materia
y la antimateria,
los reversos de todo
por conquistarte y romperte el llanto
en la cara, en mi dios
en la creación
del error en toda la carne.

Desliz

...Saltar la cuerda
tan aceradamente
que se desdibuje el cielo
en líneas,
en líneas como el sol demente
que sobre este planeta,
en la bruma,
el sol...

De golpe somos vos
y el viento,
lo vasto es tanto
tanta hierbatierra
que ni a vuelo
ni sobre piernas,
somos vos y viento.

El sol rayado,
las nubes circulares
sobre la plegaria de ese niño
hecha desdibujos de luz,
la mano temblando en la forma
de zurcir ese techo tan alto
que no existe,
la forma
de contar las llegadas de los caballos,
los blancos, los negros,
los grises rotos del futuro
hechos flor,
la primera flor
en la mano
de los dibujos.

Y somos vos
y el viento.

jueves, 23 de junio de 2011

La inquietud y la galaxia en espera

I
Asoma el pañuelo al pie
atando el suelo a la compañía
y los danzantes átomos se quedan
en el círculo voraz del tiempo.

Decí tu nombre
y construí tu árbol.

Los pasos no se detienen jamás
solo pueden encontrarse
entre sí
y entre no.

II
Preguntaron
y la respuesta era perfume;
a todo respuesta era
que ya nadie quería oírlo.

Amarré el viento a mi montaña,
y lo bailo con mi ceguera de colores
¡Sólo tres!
Que dibujan mis ojos,
que sacuden mi ánima
descansada del cansancio
por la tierra y la arena
y el aire
que sostiene la comedia
mientras pueda sonar
la campana
y la otra campana.

III
Sed
y oriente errado
al otro extremo
de la cosmovisión que entonces
consumo las porciones de hojas
que se desprenden de las estaciones vacías;
de no encontrar el sendero que sea la suma
que sea la multiplicación admirada
de las borrascas incansables
que dejan una línea de sol
tan ínfima
que la guardo en el bolsillo.

Nada

Almohada

Habías leído las líneas de mi sueño
y no lo supiste anotar en la almohada
no lo supiste hilvanar en mis sábanas
que esperaban la mañana que solo gris
y ya nada podía, ya nada
yo el deshilvano, la tarde eterna de espera
de los círculos sellados en los libros
los antiguos, los eternos
y que quería saltarme hacia el vos,
pero no, el sueño puente, el sueño camino,
el sueño vibración límite de dos pulsos
que desencontraron las preguntas
y aún así a las respuestas llamaron
y asonaron.

Saltarme a vos.
Sólo con el título de mi ser.

Invernal I

La triste amor,
la pesada nieve,
la desecho del invierno
del verano helado
en las montañas ardiendo.

Todo zozobra
sobre los cables
sosteniendo nubes
que no precisan
que no necesitan
a nada nadie,

de quien o quienes
cintas azules sueltan
solo para nos
y edificamos muelles hacia arriba
tantos azules amamos
tantos azules reventamos
cada mañana
e intentamos rearmar
cada noche.

Y la noche, la día,
contando las flores del jardín
aunque aún no,
no es primavera
y el invierno atasca la cosecha
sobre los pliegues de la ropa.

martes, 21 de junio de 2011

Soles y puertas

Conté los soles
una noche de tan desvelado
que las puertas
estaban todas desarmadas
sobre mi mesa
y mis relojes sucios
de tanto abandonarlos

es que
tanto me pregunté,
más tanto no me respondí
que aún hacia ese pasado
vuelvo, viajo, viro
como el elefante que se sienta
al recuento
porque solo no más.

No hay puerta
y nadie puede llegar.

Voces

Cuidado,
se escapa un cometa,
un tigre
o una serpiente,
cuidado con la invocación
de por más nombres
de lo fuerte que la voz...

no se terminan nunca
esos devaneos ideales
de las cosas soñándose en nosotros;
no se separan jamás
de nuestro derredor
aunque los silencios ahuyenten
los fantasmas caminan ahí,
en las líneas del silencio
y dicen cosas,
solo cosas
que se pierden en las voces
y vuelta a empezar...

Culpas

El mundo roto
y es tu culpa

sino que yo
pudiera limpiar con lluvias dulces
pero el aunque
no limpia las selvas
y los tigres aún duermen en el fuego.

Sino que yo
tanto de vos
como el mayo aguado
en las dormideras de enjambres
zozobras de líquenes
y cuadrados de sol
por nuestra ventana,
por mi ventana tu ventana
mi
ventana
tu
ventana
mi
tu
ventana
mi
vos.

lunes, 20 de junio de 2011

Andén

A noche de a tigres blancos
deslizándose en los azules todos,

puentes de a rios cruzan los vidrios
cuando se escapan sonéricos los gatos.

sábado, 18 de junio de 2011

Lucidez

Dividido por cien veces
hay charcos ahí, en los pies,
hay mujeres atareadas de lluvia,
hay sonidos abriendo puertas,
hay maravillas de a centímetros
de a poco en la vista, poco
en el mundo.

Caé en mi,
que las montañas sagradas
ya me tienen en su tallo,
con mi renombre hasta la cima
de tanto preguntar,
y preguntar y los fríos
las sombras y el sol lejos,
la sombra del casi cielo,
y vos que caigas,
que mis brazos
a los tuyos
y a los míos

insignias del lumínico fin.

Dos y calles

Recruzando
los hilos de dos voces
alterando el cableado humano
que cuelga de todo techo,
recruzan los no silencios
de estallos
y caídas operísticas,

la mar de violencia

el quiebre inoportuno de la lluvia,
no nos somos los mismos
nos engañamos de dulces
y no tan así
que los soles son los más
y la claridad vidente
puede secar los labios,
puede quemar las flores.

Lluvia y lluvia

La lluvia es el fin,
la lluvia es tu tarde,
la lluvia es mi noche
ya.

Los labios saben
y en tu círculo es de día aún,
como siempre,
como nunca.

jueves, 16 de junio de 2011

Iniciaciones no

Intoxiqué la llegada,
la vicié en la puerta, rayando los colores
tan depuestos por la iniciación
pero a los demás no yo
del simple yo desencontrado
en todos los demás espejos

rayé la puerta de rayo mío
nadie iba a iniciar nada
ya todo estaba, todo se decía
desde mucho que antes
y yo vine a reventar los vidrios
y que todo sea afuera.

Tornados
de una mano
que separa las cosas
que adentra lo de afuera
que afuera lo de dentro
y así la noche
que ya empieza desde el ya
cuando rayo la puerta
cuando intoxico la llegada
y no hay inicios ya
sino el lento progreso
del círculo que ya tan lejos
no se puede ver.

domingo, 12 de junio de 2011

Resurrecciones y esas cosas

I
¿Cuántas veces muerto en las tardes
y de resucitadas mañanas
las más pocas?

Llama mi nombre, ave,
salven mis sueños,
peces,
que desangrando el camino,
que perdiendo las huellas
voy tonificado de los pesos enormes
de las marcas rojas de las cosas.

¡Las cosas!
Como si algo, como si todo,
fuera tan simple
al argentino
en la cosificación
de lo todo el intento a todo
de ponerle el sello de nada
de mi cuerpo
y mi mente altas
atrapando las toneladas de los átomos
como si nada
como hacia la nada.

II
Mi paso es tan lento
que desespera a la rotación
que me llama y me oprime
con tanto hinchado rayo de sol
que ya no soporta
el demás, el tope de luz,
que pide los estallos
que ansía las depredaciones
de las sombras
las incólumes esferas del delirio
que me llaman
intentan, promueven
la indecencia del tiempo,
las incandescencia de las horas
que me dicen de las botellas
y de las fórmulas mágicas,
por este ser
por este no ser
que quieren encontrar
en la mitad
en el centro de la duda.

III
Me llamaste alguna vez
y ahora ahí,
tan invierno de distancia
tan atareados tus árboles
que nunca antes
que sí antes, no antes
si tu antes, si mi antes,
si mi ahora, no tu ahora
me duelen los huesos del ayer
y ahora, con la miel, el bálsamo
no es tuyo esta vez, sino alguien más
que conocés y no,
porque no me decís, solo no
porque es mi búsqueda
y tus placeres del silencio.

IV
Hendí las miel en medio de la montaña
esperando el milagro
pero ni siquiera el ave
ni siquiera ese pequeño dios...

...todos atareados con las frágiles consecuencias
de los pasados desatados
que tan simples y tan vacíos
pero nada, la ocupación
de las mentes,
la guerra a los momentos
que nadie pudo,
que poco soy
que nadie observa.

V
El manzano en la colina,
el manzano en la más alta montaña
el secreto de su dios personal.

La verticalidad de las flores,
las sombras diagonales a la luna,
la soñada directriz de la orquesta
que repite escafandras
en caída, en lluvia.

El manzano susurra, habla lejano,
dista,
encuentra nombres secretos
y pierde las líneas de los seres
y mezcla las líneas de los seres
los llamados senderos, los llamados caminos,
confunde los límites de las imaginarias tardes,
sofoca las rebeliones sensibles
que buscan dinamitar la experiencia
sonando invisibles y certeros
en el fuego de las mañanas.

VI
Las suertes desdichadas
que se cruzan de vereda, que no quieren
que no se nombran
que listas se pudren en el viento.

Las suertes que me tocaron
las suertes que no me tocan.

¿A quién dan su sonoro respiro?
¿A quién rozan dulces
en el mar de toda delicia?

Pensaba acaso en la suerte del sentir
en la suerte del perder
y acaso hallar como nombre disímil
de todo yo un poco yo
por esta tarde que se fue
y las que se irán
en los secretos, en las superficies
de ese algo...

¡Ese algo!
Que repito la magia,
que la magia ya no existe.

VII
El viento
el socorro del aire
para las ideas que se nos van
y entonces alguien...

Alguien puede tomar el pétalo
el pétalo del pequeño ser
que se escapa, que siempre
escapa y da nombre a la marea

y ¿Vuelve?
Esa marea desarmándose,
esa marea ebria de calma,
que nos trae el mensaje secreto

al final,
nos suenan los pétalos,
nos susurran los escapes
y nosotros
de a cuerpo de a dos
podemos.

Sí.

sábado, 4 de junio de 2011

Nube

Todo lo antedeluviano se encerró a estar
solo, de árboles y
voy automático
a despellejar ornamentos
que solo no me gustan
y dejo de estar
por querer estar.

Las curvas del aire
no me importan
si no tienen ese perfume exacto
de mi día,
de mi alba
que justo ese día
suelo olvidar en la almohada

cuando mi mente dice
que nada,
que todo queda ahi
en la inocencia que perdemos
de tan rápidos
y tan etéreos.

martes, 31 de mayo de 2011

Callan dos

Será que
extasiados del hielo
en recortes lunares,
de pocos días
y las pocas cosas
andamos las calles
simplificados por nuestros saludos
apenas saludos
nuestros simples saludos,
cuando los hielos
y el frío ardor.

Y el hielo en la promesa
que nos termina callando.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Elipsis

I
Tus elipsis en mi cuadrícula de tan infinita
en el borde del todo la finitez
donde me desvía la sal.
Y tus elipsis.
Tus desinencias con las cosas
tu etiqueta antigua
sobre las comarcas de átomos.

La elíptica sombra
entre las dos coordenadas que se buscan
si es que
sabemos pronunciar algo
o si solo yo.

II
La geometría de la distancia
en las cuentas de todos los rosarios
que se desarmaron alguna vez.

Los pasos que doy y el sol va
rápido como tu voz en el día
adelantando las horas que apenas
ruedo de sonoro en la distancia.

E hice el esfuerzo de las manos
de sostener todo lo alto
para contener las agujas que el tiempo
que el tiempo cae,
pero los pies
estaban en otro lado
con su amar el suelo
y despreciar los cantos aéreos.

III
La entereza plácida de las alas invisibles
que adornan los azules con voces dispersas

y tener a todo tan a la ida tan sólo
a la suerte tan cierta
de planear la caída
como un dulce pasar las nubes
con el soplo del susurro
del aire en desarme.

IV
Las tríadas del alba
suman los todos desvelos
las todas tazas de todos tan tardes
simplemente de mirar y mirar
como se mueve todo lo que el cielo mueve
y todo gira
aunque la tríada maree,
aunque la tríada despilfarre tantas almohadas
en las vueltas y el por ahí del final
de apenas una sábana
y los labios mordidos por error
por el error
de las mañanas que pretenden revelar
lo que en el día vamos a perder.

V
Las manos y el caleidoscopio
atravesando las fibras durmientes
de la piel y lo eléctrico suave,
lo eléctrico mágico
de tu caleidoscopio en las manos
atravesando mis mañanas,
ayeres y mañanas ayeres
naciendo en el hoy tiempo,
silencio tiempo.

Pasaron cien nubes
entre las miradas
y cien nubes
desde tu mano y mi mano
y me queda el caleidoscopio
sonando en los campos sinérgicos
de tu magnetismo,
de mi apertura a los días.

VI
Resuena el cielo
con el día en brazos
y la entrega de las llaves solares
para cada savia.

Viento.
Su sonido
por mi mente,
su sonido
por mis temblores
de mirada ante el oro
que luce desarmado en el río
y será que sea
que intente armar el cuadro
en el agua
en la mañana,
en la vida
y su primer suspiro.

VII
Con el pan mojado en lluvia de una vez
allá lejos. por los más inocentes julios,
sigo caminando
buscando lo solar
que seque su piel
que arme el desayuno
de empezar a sonar
en las islas aéreas

tantas

que una sola
entre las grietas
de nuestros gritos
por alcanzarnos
y soltar las cadenas
de los hogares
que deberán crecer
en un mismo rincón,
hecho de todos los rincones,
llevando la leyenda
de los claros días
que tenemos sobre la mesa.

Y todo es aéreo.
Y todo es magnético.

viernes, 29 de abril de 2011

Palabras y vuelos

Anidé tus palabras ajadas
por tanto viento mi ventana
tantos pasos en los días
en las palabras aladas
perdiendo el ala poca
al sentarme a cicatrizar
esta vieja guerra,
este desvelo incierto
que rasga las palabras que me dejaste
que altera el vuelo
que nunca quiero perder.

Vidrio

Temblamos cada uno
de cada lado de la noche
de cada lado del día
sin tocar el vidrio
que nos separa
sin sentir los hilos
que nos sostienen
así, tan errados
que temblamos cada uno
de su lado
de su miedo
y de su luna...

Noche de distancias

Caminé la violácea distancia
entre las noches
que hicieron una para tu vestido
cuando el frío, cuando una noche
armada de todas mis búsquedas
del frío, de las frazadas,
de la ventana
y vos tan pura ahí
cubierta de las estrellas
que tus ojos bebían
en los huesos helados
en la mirada cálida
que era la único que nos quedaba.

Viejas idas

I
Pasé el arco de tu día primero,
entoné la suave melodía
que abre los cielos
que suelta las nubes;

quedó la montaña silbando,
sentí la galaxia recorriendo mi mano
y ardía de fuego
cuando apagaste la hoguera
y el cielo se secó.

II
Abandoné las ropas místicas
y me perdí en el desierto.

Anduve arenas y soles muchos
que anidaban mi frente,
cuando los espejismos me desarmaban.

Anduve las dunas lunares,
alcé la sed a los pájaros
y dormía ya,
peregrino de quién sabe dónde...

III
Las largas ventanas me rodearon
con su parcialidad de mundo,
con su queja de mirada nuestra,
el quejido ácido de la pureza.

Soy, fui, seré pequeño tan
tanto, que así me arrodillan las ventanas
ya me sofocan las cortinas insostenibles
que me piden los mares
y las ventanas las abandonan
con un desprecio sordo
por nuestra cara
y las manos de las telas.

IV
Oigo a los chacales
que sonoran la arena
con la voz en las pisadas
y los mudos aires
que toman de mi aire
y qué vida
qué misterios
se terminan tan pronto
que entonces nunca van a entender...

martes, 26 de abril de 2011

Cuando sonreiste

No quiero usar la escalera
para abandonar esta isla,
justo que tan cerca de la nube.

Ir a ciegas con el presentimiento
de lo poco
de lo magia...

Y la añoranza de la infancia juntos
si la hubiéramos tenido.

Ir a ciegas
cuando apenas estoy por la pared
y ni techo,
y hace frío
y ni una frazada para tu invierno
que ya pierde lo dulce
ante la espera
de lo que yo pueda construir
con mis manos transparentes.

No quiero arrancar del mundo
la más sonora risa
solo por quedarla en mi círculo de agua
y mis peces que son pocos,
muy pequeños, que apenas empiezan a reír.

Tendré que construir la escalera
para que el mundo suene otra vez
con tu forma
y mi isla se vaya en una hoja de papel
a otro planeta más,
a un viento soleado,
con tu beso en las alas.

domingo, 24 de abril de 2011

Olas

Olas de cada mañana

y vos parada
de brazos abiertos a la marina luz,
y las olas,
que recortan tu tiempo
que dibujan sobre tu piel,
las olas
que saltan por tu pelo,
por tu luminaria de día,

las olas,
olas de cada mañana.

sábado, 23 de abril de 2011

Luminarias del anciano

Reiná sobre las estrellas,
esta noche,
la oblicuidad de la existencia.

Tenés la orilla de tu lado,
sos una barca,
tenés el ímpetu del mar.

Es la hora
para atrapar
todo lo que nos perdemos
en el día,

pero
¿No es la frontera del amanecer
la más difícil de abarcar?

No erraste.
Argentina. Americana.
No sos aborigen,
pero si lo sos.
Lo vas siendo con el alma.

En un lugar,
ausentándome de todos los demás;
lo que tocás lo iluminás,
lo que tenés de vida
yo lo tengo de silencio.

jueves, 21 de abril de 2011

Ventisca

Mi hija del mar,
mi salada almohada,
te busco cuando las rocas
chocan tu mundo, tu planeta,
enorme de azules
oscilando los ojos de a todos,
te busco en la lluvia,
las lluvias lejos del hogar,
buscando en el desierto de latidos
la suave estadía de mi quehacer
por todo, por todos
mi quehacer despierta por ahí,
justo donde mis lluvias
y tus voces.

miércoles, 6 de abril de 2011

Vestigios

I
Marcha sorda
machta sorda
filas de hileras y hierro
sales y cuernos y bosques.

El pasado heredado
la huella seria de los campos
del ancho campo
del siempre campo, eterno campo,
y la huella
y la estatura
y padre querido
y la huella
y la sombra
la tanta sombra.

II
El cadasol tu pelo

y ella,
caída luminiscente;

ella vos, vos la ella,
vos,
ya desatravesado el día,
guardando las lágrimas para el cuento
para el final de la miel,
los días orbes, enteros de caminos
de leyendas de bocas
y a bocas repitiendo
que un molde
una vez
dejó escapar una paloma.

Y la tierra.
La tierra.

Tus divisiones

mis dos galaxias.

III
Así nomás la bandera.

Tanto se hurgó el cielo
hasta su más profundo,
tanto se soltó el mar...

...que los días se olvidaron
en la república que así nomás la bandera
olvidó todo lo que había,
y que jamás se volverá a tener.

IV
¿Ves la entrada?
En el diagrama del sol
obnubilado de la pura nube
amiga del viento,
hija de la marea.

La entrada, mi dulce pájaro,
anida los signos del sol
que bien pudieron en tu piel,
que bien nacieron en tus manos.

La entrada, única de un solo bosque,
se ramifica en cada centímetro
¿Y cuánto me dibujás
por la vida, por la sombra?

V
Sonora virtud
que tus manos acampa
y es lo tarde del verano
de húmeda tibieza acústica.

Sonora dulzura
alzando las aves,
llenando el azul
de la simpatía clara,
la simpatía única.

Alma sonora,
sonando el sonido
de mis sonidos
armando la escalera
que con mis manos
y tus manos

un instante...

VI
Me senté herido del mañana
cuando bien sé lo que se encamina
cuando atrapo lo vago del futuro
que se escribe con las miradas
de los que no miran,
de los que no escuchan.

Me saqué la lanza
en la que orbitaba mi sed
tan inquieta de amaneceres idos
en el viento que el futuro lleva
y lleva, y da mi tiempo
a comer a las aves.

La mañana detuvo el sol
con sus manos cicatrizadas de luna
y me encerró bajo las paredes circulares

y entonces grito
y entonces llamo.

Restos

I

¿Reentré el perímetro húmedo
de la lluvia
que sin cesar
hará, a su sed
los inalcanzables esparcimientos
la tierra en su giro lento
abrazará la esfinge,
las uvas
de la ilusión?


II
Encendí la lluvia otra vez
cansado del motor de tus maniobras
hundido del ardor de las tan sombras
que enumero los números de tus números
me enigmo a mi en tu pecho
caigo en la escalera de tus idas
socorro las pendientes en el alba.

Ay, mi dulce primer amiga,
que tanta mañana fue, que un encanto
que unos suaves soles
esparciéndose en las granjas de aquella infancia
¿Te acordás?
Esa que vivimos
desde la distancia.

III
Las llamas
caminaron el pasillo
era tan tarde
que tu pelo yacía plácido
que las aves dormían rápido
por las mañanas imprevistas
pero esos fuegos, esas llamas
caminaban el pasillo, con el silbido
con el chasquido de los sin nombre
que pasó tanto tiempo, si ustedes,
y ellos ya ni nombre
sino la igualdad
entre todos ellos
y no son sólo uno.

IV
Las parsimonias limpiaron el palacio
de tan caras largas tanto suelo
tan cara, cara que se alarga,
como siempre
por la parsimonia que limpió el palacio
con las caras
con los amos.

V
Engranaje caído, levantado
por la humedad
y esa fuerza, ese vigor
que los ancianos se te sientan encima
y arman sus cartas
aunque el mazo no esté completo
y haya fuego en un barril
y la nada en los estómagos
oh, engranaje, sabés
que los últimos días
son lentos
y ese fuego
y esa poca risa
serán lo último
hasta esa plácida eternidad
en que te vas desvaneciendo.

VI
Cartas llenas de sombras
cartas encolumnadas al último palacio
ese lejano, que al llegar ya las piernas,
ah, el último palacio.

Las sombras se posan en los hombres
y ellos confunden cuervos
y los no soles.

Las cartas se endilgan los sueños más negros,
que de tanta capa blanca
poco resto para no ser comido.

VII
Antiguamente se soltaron
los andamiajes de las manos
y cuando todo se veía
se crecían las sequías.

Enlodados los hombres,
secos de amaneceres,
quietos de sueño,
lejanos de llanto
todo se quedaba
en remolinos silvestres
caminando lentamente
acariciando el ángulo
caído de su triste mirar mar.

VIII
Callando lo que queda
guardando la media sombra
del dormir, de la alerta de los mares
que sonoran a lo lejos
las cuadrículas en relieve
cansarán, perderán
sus olas de siempre
marcharán a la nieva
a llorar sólidas penas
lejanos de los sólidos que sueñan el líquido.

IX
Enredados enredo de siempre
que cuantas veces, hermano sol, me viste así
tan paciente en los días del antes
y tan esgrimido los días después
que te sorprenderías
si dicen que aprendemos en alguna vez
aunque bueno, yo no, y lo sabés
esos de perfumes a mi desarme,
rearme al desarme en los vértices lunares solares
y caigo sin césar, bajo tu cuida de alma
bajo tu aluvión de semblanza.

X
Los días, los días, días, díasdías...
¿Cuántos árboles conté?
Los días a día,
tu pirámide de cosas,
tus sueños de grandeza
que te quedaba chica en mi mirada.

A día los días
tu cabeza girando siempre
y nunca supe qué querías decir.

A sol y a día
a noche y nochedía.

XI
Silban la sonata
pintan las sonoras
arman los aéreos
copos de salto lento.

La fiesta se extiende
los valles y no valles
las casas y no casas
los en fin, los en todo,
que suenan la sonata
en los adentros
en los amores.

XII
Esgrimió el saludo
y temieron todos
por el encuentro así
del roce fuerte
que todos cerraban los ojos,
porque sonaban las esgrimas
de manos y temieron
y temieron
y lo perdieron para siempre.

XII
Reentré y ya me valgo
que ni despierto el escape,
que todo son mis globos
que me atan y me llevan
aunque siempre tenga que dormir
y un silbido
explote los globos
y los años
en conseguir curarlos a todos.

martes, 29 de marzo de 2011

El sol detrás de la montaña (Fin)


I
Una silla
y mirando el sol.

Los caminos se fueron,
levantaron sus largos vestidos
y me dejaron una silla
y solo miro el sol.

Las flores cambiaron sus nombres,
ya no sé ni uno,
aunque al oído me dijeron
que hay una silla
para mirar el sol.

Los perfumes se fueron.
Y así de a poco,
una silla
en la ceguera del sol.

II
Las cicatrices vibran en el silencio.

La sequedad del aire anuncia el desierto,
el graznido anuncia las aves,
mis pies anuncian los círculos
y la voz...
... la voz ya no anuncia nada
porque ya no hay garganta
que el hada verde no se haya llevado.

III
Un montón de incongruencias bajando la calle,
subiendo la calle, atravesando la calle,
saltando la calle, volando la calle,
y la no calle, la tierra, la hierba,
confundiendo y atando formas de papel
y apurando una primavera errada.
Todos se apuran a tener su capa,
su castillo y su leyenda
y no saben que el resto
es un poco más de lo mismo
y ahora
y después.

IV
Eso fue todo
traer las viejas flores olvidadas
aunque parece que el aroma
se quedó en el viento o quizás
no había aroma al final
y todo era
esa proximidad de seres
que revoloteaban de átomos
que enredaban las distancias
y perdían los sentidos
que caían sobre el otro.

Eso fue todo,
una confusión
de las inacabadas galateas.

V
El oriente
para el viejo caballo y yo.
Para los dos, detrás de esa montaña,
que nadie jamás escaló o sí,
pero nunca volvieron para contarlo
porque acá...
... acá no hay amarillos ya,
acá me voy yendo,
a descansar de los no,
de las posibilidades que ya no
y antes no y mañana no,
los silencios de los que temieron
la pluma que siempre se fue
la pluma que siempre se va
por la niñez perdida
que en tu pecho, mi dulce dama
aunque no, y ya no.