viernes, 28 de octubre de 2011

El vértigo y la montaña

Los pasos como el rocío,
que desvela,
que silencia el fuego de la tarde,
los pasos cristalinos
por el aire
una vez alcanzada la montaña
y ahora hacia abajo

las curvas del horizonte
divididas en todas las franjas,
caídas leves,
principio de la mañana.

jueves, 13 de octubre de 2011

Las parcas


Clotho me despertó una mañana
para enseñarme la lluvia
y me hizo equivocarme
para caer en las garras de su hermana.

Aún me veo, niño,
mendigando respuestas al miedo
y el saberse pintado por los hados
en todo el cuerpo,
de toda la sombra.

Crecí.

Rompí las cadenas de la armonía
para volver a unirlas algún día,
secretamente,
bajo los cadáveres de las parcas;
pero esas muertes
suenan a negro
y ahuyentan tu lumínico ser
lejos de este oscuro hombre ya
que devoró cada oscuridad
para guardárselas
y que no te toquen jamás.

El desierto invertido

Y el otro lado me empezó
¿Cuál es el color
al otro extremo del amarillo?

Hay un desierto en el cielo
y estoy pisando el aire.
Ya no hay pájaros.
La arena cae
y eso es el tiempo
(pero es tan lento).

Tengo cuerpo
pero no puede llevarme a ningún lado.
Solo el aire
con sus demencias incomprensibles
puede manejarme
y hacer que no toque ese cielo
amarillo
desierto
donde el brujo había encontrado sus quehaceres.

Ya perdí las ropas.
Solo me queda nadar las moléculas
que intentarán ahogarme a cada paso.
El viejo brujo aún está,
desnudo,
pero la vara del viento
al menos

al menos...

viernes, 7 de octubre de 2011

Las luciérnagas interminables

Un día
bastó.

El tanto pasó,
el nos fuimos a tanto,
quebrados en su hielo
por la mañana
en que me enseñaste el silencio perdido.

Allá lejos
no podía no decir palabra
antes que desnudarme en el silencio,
hasta que la paciencia de tus manos
abrió los campos
y las luciérnagas aparecieron
de a tantas
que son los días
entre este día
y el tuyo.

Brisa del desierto

Aunque sea la distancia
no hay nadie en medio
y te veo y me ves

y hacemos círculos en la arena
y con círculos nos dibujamos la historia
que se nos escapa

y podemos reír
de la virtuosidad de la arena
pero tan poco
como la brisa
que nos despierta
y nos muestra la distancia
entre los sentidos.

Tu viento

La partida
es tan lenta
que a los días aún puedo verte
en tu lenta caminata

mejor dejá que parta yo
que voy a caminar aún más lento
que no me importa nada más.

martes, 4 de octubre de 2011

Un desierto final

I

Esos días
los árboles flotaban en el desierto
y miraban
con las distancias que hay en el blanco
y yo
en el mareo del negro
que no podía dilucidar.

Me esperaban
hacía mucho.

II

Las voces quejumbrosas
de aquellos que habían sabido de la montaña
por la savia,
por las hojas y los mensajes

y me senté
a oír
durante días
en el mutismo del hambre y la sed
en las quejas de la voz por este mundo
y esta puerta circular

los árboles hablaron
y pude dormir
para despertar.

III

Y al despertar estuve solo
en la arena infinita
que el viento llevaba
y traía
(de alguna voz).

Y tuve que sobrevivirme
a fuerza de estadía ardiente
por toda la ropa,
replicando el sol
hasta su más alta consecuencia.

Tendré la marca
en la espalda
y en la mano
la vara
para dirigir el viento.

El resto
es solo viaje.

El círculo cerrado

Los círculos magnéticos del desierto
con toda su gravedad
en el dolor de mis pies
y la inutilidad de mis manos.

Los círculos de danzas de años,
silenciosas,
arrastrando mi ánima
solo el dolor
y no comprender otras sensaciones
sino en la plegaria secreta
que todos los hombres alguna vez
a alguien que del otro lado nunca va a estar
y entonces es el espejo
y es el cielo
y el desierto

y vuelta a empezar.

Aunque por hoy
quizás encienda un fuego
en el centro
de al menos uno.

No sé cuantos hay.
Y más tarde sabré si en verdad importa.

A tiempo

¿Cuándo?

Simplemente.
Como si nada.
Sin grandes orquestas atravesando los cielos,
simplemente
a silencios

(después de algunas palabras
que poco a poco
nos quitan los pesos).

¿Cuándo?

Decime vos.