Cuando quise
suicidar mi viejo yo
no estaba la piel
para ser sacrificada
ni la carne toda
sino
esta integridad
que nace en la mirada
y se desarma en los cabellos
y se escapa
en las bocanadas
del infecto humo
que mitiga
los alcoholes insanos
que decoran
mi habitación más ansiada
donde
quemo las hojas
que vuelan hacia el techo.
miércoles, 7 de julio de 2010
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