Peldaños de cristal
que crecen
en el diamante
de los soles
pintarrajeados
en un desayuno
olvidado el día
y los quehaceres celestes
se encienden los muelles
se pierden los barcos
se mueven los arcos
que surcan
el mar llevando
este pequeño recuento
de falsos soles
y cristales aparentes
que no se pueden desnudar
como las estatuas
en su nocturnidad
de soledad
y libertad.
Peldaños que crecen
en las pupilas
ajenos
a los caleidoscopios
de la piel
ajenos a los tintineos
del papel
ajenos a las sutilezas
del laurel
en las viejas frentes
coronadas de horas
y sumadas
a los escalones de abandono
que hay allí
escalones donde quedarse
hasta que los ojos se cierren
para encontrar
ese no lugar...
miércoles, 7 de julio de 2010
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