viernes, 23 de julio de 2010

Julio

I
Y julio se desarma y se rearma
sin noción de nombre para lo que está
en el perpetuo e incómodo telar de galaxias;

julio no se sabe a sí
como un viajante perdido
en un exilio sonoro de túnicas amarillas;

julio no se sabe invierno,
no se sabe desierto;

sólo observa
con la fría paciencia
del que busca el despertar en los demás
en busca de su nombre.

II
Se aproximó el invierno a mis pies
y así estallaron las posibilidades
de cuantos frío y cuantos soles
se cubrieron de hielo esta mañana y la mañana
de ayer
y la mañana de mañana,
todas las tardes
y de las noches el tumulto de los todos
en el frío de los pies
multiplicados lejos de mí
que aún tengo
hacia los no tengo
multiplicados lejos de mí
en las indecibles calles
en los indecibles cielos
se estalla de posibilidades
para los pies
que ya no puedan sostener nada
sólo la inútil palabra
temblando en el silencio
cuando ya no
cuando ya no haya nadie más.

III
No hay rearme mío
en el precipicio de la mañana;

me deshace el aire
creado de una duda, un miedo,
una palabra dejada a secar
en medio de la lluvia;

no tengo mi rearme
para los incontables fríos
y si así saliera
a atravesarme la piel de hielo
si así saliera
para alegrar la sangre de sentir
y no miedo y no duda
si así saliera

nadie vería lo que yace
en el frío invisible
de los que ya no estarán.

IV
Y si así saliera
para solventar las nubes perdidas a los pájaros
no alcanzaría
no tendría el vuelo para el mensaje
solo el temblor de no tener
los temblores que no puedo imaginar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario