miércoles, 7 de julio de 2010

La no ida (a C. T.)

Lo adiviné
posado en tus manos ocultas
adiviné el recuento
de las horas que se irían
así
de improvisadas
y de faltas
de palabras.

Caminé los pasos justos
me separé
de los escalones más altos
para descubrir
que algo
muy pequeño
había olvidado

y al entrar
encontré globos
de a montones
y a mi viejo perro
correteando;
a la abuela
lavando allá en el fondo;
las uvas
enredadas al techo de hojas;
a madre
hablando sobre las horas
que en este instante iba a recuperar...

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