En tu juego
tenía que perseguirte
y querías asustarme
porque sabías que yo era niño
porque sabías que yo te buscaba
y esa casa
no la conocía bien
y encontrabas todas las ventanas
para que yo te siguiera;
todas las ventanas
y todas las claridades de la noche
para hacerte sombra bajo una sábana imaginaria
para hacerme niño en la inesperada voz
anunciando tu juego
y el encuentro
de ya no miradas de un minuto
sino
el juego
de sabernos los nombres
de todas las demás cosas
que sólo nosotros dos.
sábado, 29 de enero de 2011
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