viernes, 28 de enero de 2011

El viento y la sal

Tengo retazos del horizonte
que hubimos una vez de pequeños
con la brújula mareada
por nuestros pasos enloquecidos.

¿Recordás los saltos de las aguas?
Y la espuma de tu corona,
cuando niños,
cuando de dos manos
desatamos ese barrilete
que quién sabe donde andará.

Tengo la palabra secreta del reencuentro,
tengo aún la sal en los labios
de tanta orilla junta
de a dos o más que dos
que tanto
dibujábamos las casas
en la arena e inventábamos
las infinitas vidas
que aún están allí,
latiendo
por la palabra blanca
que nunca dijimos pero yace
en la arena
y el viento no se atreve
por lo que le dijimos aquella vez.

El viento sabe
que no debe tocar
los hilos de nuestras manos.
El viento oye,
el viento ama,
el viento.
Solo el viento.

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