la inmensidad abandonada
por la pequeña capilla
a cuidar y a envejecer
es el saldo de un sueño.
Esto
arrastrar las ropas
y vestir a los santos cada día
cada día cada hora cada minuto
cada segundo
es el saldo de un no apresurado.
Esto,
tener una mañana entera
y no tener ropa que secar
cada viento cada sol
de una forma imprecisa
es el saldo de un diamante perdido.
Esta
cicatriz
me
la
hice
por
no
pensar
en
vosmivosmivosmivosmivosmivosmivosvosmivosmivosmivosminosvosmivosnosotros
vos.
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