sábado, 8 de enero de 2011

Mágicas

I
¿Aún hay una magia, más allá de las alucinaciones tan serias bordadas finamente por los santos que nos precedieron? ¿Hay magia en el mundo? ¿Hay mundo en la magia?
¡Mundo!
Entre el hacia, el durante y el después de tu toque mágico... La ilimitada vertiente hasta el hace un rato en que la posibilidad desvaneció su forma y hace innecesaria la pregunta hacia ese pasado capaz de tantos futuros...

¡Engalánate, danza, ríe!
Nunca podré arrojar el amor por la ventana.

II
Entré al microcosmo de los amarillos floreados con tu ausencia.
¡Cuánto espacio para rodar en caída y en las subidas!
¡Qué poca gravedad me toca!

Puedo moldear los círculos que quiero
puedo rodearme de la más suave entidad etérea
con tan solo un poco de una memoria.

¡Con una memoria puedo construir el más vasto palacio
para dormir bajo el techo más alto de la imaginería!

Aunque con tu ausencia
solo tenga el rebote de mi voz
sin el mágico nexo del contrapunto de tu sonora simpatía.

III
Ideadas las formas
en tu cuaderno de tan tarde, de tan esdrújulos nosotros.

Recorté mis propios apuntes que te había mostrado
incité a mis hojas a nadar la superficie pálida
con los colores que se mecen entre los extremos
de la toda luz y la nada luz.

Allí van, ondeando, separándose y juntándose
y nadie vence porque yo los acaricio
y termino sus trifulcas por el dominio
de algo libre que ha de ser, que ha de ser
y ser.

¿Qué te parecen este negro y este blanco,
tan opuestos que se tocan en un tintineo
y comparten nuestra vieja canción
sobre las lluvias que son espuma,
sobre las tristezas que son carnavales?

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