sábado, 29 de enero de 2011

Marina

Moldeada de olas,
presente de sal, exacta de mañanas,
soñada de inviernos,
distante de ventanas...

¡Hacia tan lejos!

Hija de la sal,
tu orilla es el poniente,
tu orilla es mi sol, mi mar
que recién allí comienza
a desandar la ciudad
que dejo atrás con todos sus vapores;
la ciudad que se desvanece ante tu sola presencia
adornada de todos los mares
y todos los soles,
todas las refracciones que luz pudo,
que la luz,
que el mar,
que tu forma
en medio, en la mitad
de los dos seres divinos
que nos coronan
infinitos con tu mano.

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