sábado, 29 de enero de 2011

Cicatrices en la imaginación

I
Tanta imaginería hirió mi costado
tanta imaginería descosió mi forma
y en el caldo de los soles, en el centro del todo
me desarmé de agua incierta, desarmándome en la nada.

Un sombrero en el viento
escapando de una guitarra y los pastos ondulando
en la vieja casa de cada sueño;
cada sueño de cada uno entre los dos nombres
de casualidad o no casualidad
porque entre tantas tantas cosas
hallábamos la misma palabra
para los años de la distancia
en la luz
en la luz...

II
La arcilla ¿Quién se la quedará?
¿Quién terminara nuestro mundo del simple barro?
¿Quién alzará las hojas inconclusas
que estos dos árboles soltaron sin terminar?

La inquietud entre dos puntos tembló
y deshizo el telar de una nube
y de otra nube
que se mecían distintas a las demás
en la sincronía del desvío de la luz en el horizonte.

¿Quién tendrá el amarillo en la ventana?
¿Quién tendrá ese blanco en la mañana
y ese rojo en el pelo?

¿Quién puede completar la incompleta perfección
que dejó los hilos del barrilete más alto
en el campo a merced de las lluvias interminables?

III
Todos los trenes llevaban banderas en el viento
ondeando cada camino y cada llegada
en una fiesta secreta que no se repetiría
porque ese día
ese día podía ser, desde el rincón de la timidez y la inmensidad
el día de los astros exactos
que quiebran las vidas y los porvenires
y los llevan dulcemente a un amarillo de una mañana sin fin
en que esa posibilidad más íntima
toque las manos de dos átomos distantes
que quizás hubieran sido

que quizás hubieran sido...

ese secreto que nadie más
en el claro día
en la clara casa mundo
de este baile interminable.

IV
Una voz dijo algo en la electricidad
y se hizo sonoro pájaro
¡Sonoro pájaro venciendo la electricidad
que todo lo apaga, que todo lo calla
hacia ese indeterminable sonido
que podemos confundir con cualquier otro!

Este pájaro fue sonoro,
ese nombre fue tallado en piedra
y hubo un oráculo que sesionó la luz y el desierto
hacia la búsqueda de esa voz lumínica
que pudo hablar, que pudo ser bronce
en medio del ruidoso silencio.

V
El mago
ejecutaba una canción que había oído en un sueño
pero nunca le hallaba un final de oro.

Recorrió todo lo verde del mundo
y hasta todo lo rojo
en medio del amarillo de los días que distan de otro día
en la inmensidad del color.

El mago preguntó a todo ser
si algo sabían
si habían oído pero no

y recurrió a los pájaros
y recurrió a los elefantes,
que siempre callan pero saben una verdad.

Recurrió a los árboles
pero ya estaban mudos para los hombres.

Recurrió a la piedra
y a los círculos mágicos.
Buscó en el cielo, buscó en el agua.
Buscó en el aire.

¿Todavía no te preguntó?
Quizás
solo vos tengas la respuesta.

VI
Las luces no pudieron tocarme en mi huida
en el no sonido, en el no me nombres
en la profecía quebrada de puro empeño
de pura negación de las galaxias.

Huí donde la luz no me tocaba, huí al mar
pero ya es hora
y espero estar lo suficientemente lejos
para dejar esa luz otra vez sobre mí;
que me envuelva y me dé otro nombre
que ya las sombras
asustan a mis ojos
y condicionan mis letras en las tardes en las cuales
un té compañero
me hacía escribir en el cielo mismo
cosas que solo yo
antes vos pero ahora solo yo.

VII
Aunque no
¡Aunque no!

Tu voz una vez tembló del otro lado
¿Y quién soy yo para las cosas?
¿Y quién sos vos?

Aunque no,
no vos
la culpa nadie de esto
¿O sí?

De inquietos
y de galaxias
¿Fue así de simple?
¿Así de vasto?
¿Así de roto el sello de los días por llegar?

Digamos, alguna vez
que una supernova o no
un choque de planetas
una catástrofe galáctica
que desprendió una nueva luz
que pronto todos olvidaron.

VIII
Tan simple
como el jardín en expansión
naciendo de tu voz y la mía
y el cielo y la mejor luz del mundo
de la melodía de todo nuestro delirio
en el mismo color
aunque nadie lo crea nunca más.

IX
Abandonamos la isla
cada uno tiene su barco
y su cicatriz del sol
y ¿Cuál es tu norte?
Yo elijo el oriente
a enredarme en las montañas
y soltarme el alma en el fuego
de la sabiduría blanca
que me dirá de la paz de mis ademanes
al relatar la historia
para quien quiera oír.

Te dejo el mapa
de la galaxia que dibujamos una vez.
No lo pierdas.

Adiós,
me llevo
la marca de tu sol
y el acorde de tu voz
de ese adiós
que solo pude imaginar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario