jueves, 30 de junio de 2011

No suertes blancas

I
(Los bordes,
mi ser,
se programan nucleicos
y bordados de algo)

Arrancó las flores
y se fue niña
salpicada de las inclemencias
de los dulces,
en su hora más azúcar
y lenta de espasmos
del demasiado este amarillo
a brotes de roturas de pisos.

Al sentir
desbordó la hierba
y rejuntó los amplios nortes
(los secretos y los bien sabidos)
y apelmazó en las manos
la furibunda eclección
de los tornasoles líquidos
de oídos a caídas
de miradas a tormentas.

II
Lentamente supo el bronce
pero tan lento
que los elefantes se dormían
y tanto
que el sueño se fue de largo
y el hierro amasó las lanzas
que todo sueño anidan
por ese largo campo de paciencia.

Los hombres bailaron
y desarmaron los círculos
para esas pirámides difusas
en donde no se sabe donde se está
donde se va
ni donde el donde.

III
Compró
y eso fue muerte
con el tendal de los seiscientos
y no sé qué tantos
que armaron los números
para las restas de la carne
que siempre fue saliendo
del río al mar
de la tierra
a la montaña hueca
y los golpes engañados
en la cintura roja de la montaña.

IV
Los niños ciertos
con el agua y con el sol
tan simples de amores
tan simples de juegos
con los convites solares
a la mesa imaginaria

y ellos

sonando la mañana
a la ventana más rápida
que la amplitud nace
de la primera apertura de día
con las esferas que dibujan,
perfectas, sin sombras,
adelantados a los trajes
que nunca jamás usarán
solo si pierden
esta batalla
con colores
y con flechas de aérea luz.

V
La soledad
se amarra con sombras de la tarde
en que bien podría saber los sentidos
con tus acrobacias en la cocina

pero no

por tu inquieto cabello
que marea mis intentos de tierra
solo mi tierra
y los sonámbulos que aparecen en ella
callados de tanta voz toda junta.

Y si hay lugar en el monasterio,
entre las hojas y el otoño tardío,
necesito la blanca mano
sonando mi campana dulce
que cierre la puerta detrás
y todas las detrás
en la plegaria
del rompecabezas apenas iniciado

pero no

porque mis partes quieren irse
cada una a su lado
y así no formo nunca los pies

cuando los exilios bailan en el aire.

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