venías colina abajo
(de las que acá no existen)
y traías un símbolo luminario,
dijiste,
y no entendí.
Pero eras tan claro, amigo mío,
que la temporada de lluvias
había terminado
en una palabra tuya.
Abriste una puerta,
dibujaste los sentidos
y algo, algo muy algo,
me acuerdo
cuando te saludo.
Hoy te saludo.
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