miércoles, 29 de septiembre de 2010

Dulces

Dejando
una lluvia azucarada
al paso de los saltos
de charco a charco
a rebote de las ramas en el agua;

en los labios resbala la tarde
y hay paraguas sacudiéndose
a la vez que el pelo inquieto
que de agua se deshace.

A través de los árboles
enredando el norte de la mirada
y atravesándolas
el aire de una esfera gris
que siempre nos espera
pero no podemos tocar.

Y en todo
una lluvia azucarada
diluyendo ese banco de tu espera
tocando mis labios y mi tiempo verde oscuro
de que cae la noche ya
para mi piel y ese árbol
y este recuerdo que mañana
en el amarillo de mis días en la silla
en el amarillo de mis días en mi ventana.

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