martes, 15 de junio de 2010

Una montaña en medio del mar

En la montaña de los vientos
me senté
a desmenuzarme.

Nadie ya
en los redondeles
de agua.

En coloquios con el mar
y sus idas
me hallé
despeinado
y con la barba húmeda
que llevaba la cuenta
de mis días.

Nadie había
en mi montaña sola de mar.

Me senté
a dejarme
en los huracanes
que sé
en algún momento
se irán.

Nadie
para recordar
mis hazañas en la nada.

Así, de tan solo sentarme
en el azul
es que aprendí
la historia
la ciencia
y todo aquello
que pasa en el vendaval
como un soplo
de lo que ya no seremos
en algún momento.

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