martes, 8 de febrero de 2011

La calle y la serpiente


Amaneció cuando se quiso,
se empedró, se soltó a la vez
que todo el trayecto
y las curvas del alma negra

y las curvas de un alma negra.

La serpiente encaró el cemento
esquivando todas las sombras
que pudieran aminorar el suelo simple.

Se soldó a través mares
que nunca sino mucho ha
por las bendiciones del otro color
por las enumeraciones de las otras sombras.

El alma negra
se curva por entre las líneas del respirar
de los otros, de los blancos
en la distancia del opuesto
por siempre y
por nunca.

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