martes, 8 de febrero de 2011

Añejo

¡Que alguien! ¡Que alguien!
Tengo tantas rocas, mi querida dama,
que no sabría si partir
por este desorden que equilibra cada día
en la paz de las líneas que siempre
que siempre se mueven, enlazando
la tierra, la tierra misma,
que danza eléctrica con mi paso sonoro.

No sé si acaso puede encargar mi rostro a un espejo,
dulce dama,
porque quizás me confunda con alguien más,
algún otro ser que ya no yo no
porque esta es la tarde y esto lo que mis ojos no ven
¿y acaso imaginan?
en el más acaso saben, de tanto la arena
horadando la mirada, tanto esas rocas
mordiendo los los labios.

Quizás entregue toda mi entereza,
dama de tantas flores
pero solo si acaso
¡Sólo!
por las manos juntas
hasta encontrar este lugar
de otra de vez,
la misma vez
disfrazados, engañando a todos.

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