indulgente el fuego
tenía los nombres clavados en la roca
donde el cántaro una vez rompió las molduras
donde el agua perdonó la savia
indulgente la tierra
indulgente el aire
amarró las últimas gotas
y las vertió en su velero
para ese aire indomable
que siempre le niega esa porción que aún
¡Que aún no!
Los elementos cerraron los hogares
para la lenta marcha de las estaciones
y encenderlo
y molerlo
como un ademán de sonidos ineluctables.
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