jueves, 24 de febrero de 2011

Esbozos inconclusos

Ella quiso imitar el cielo
y estiró las aguas que hace mucho
la habían moldeado así
e intentó reparar las incorrecciones
todos los vahos que desalinearon
la percepción incolora de un cielo
un cielo
dos cielos.

La presión de la savia caía por la calle,
los amarres de las bestias se soltaron
pero de tan pocas se volvieron a huir,
se volvieron a naufragar;
los esqueletos juntaban la carne
que ya habían dejado caer
pero las bestias
pero las bestias huyeron
asustadas de tan pocas

tan pocas bestias
y el fuego eléctrico manaba
en los callados edificios
y ya ni el agua
¡No el agua! El agua erizaba los electrones
el agua repartía la inquietud
y ni las señales alcanzaron

todos los metales se acostaron
y encerraron a los hombres
y las cables de enloquecieron
ahorcando a las aves

y ella iba hacía no sé qué tantos años
en su vana imitación del cielo
para sus febriles vestidos sueltos
de tantos colores imposibles
que hacían caer todas las escaleras
y los hombres no la intentaron
tan atareados
en cifrar los momentos
para que en el futuro
se repitan las caídas de todos,
en la sonora risa de los antiguos
que poco a poco
se van esbozando.

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