En el día
ella es inabarcable.
Su vestido
no conoce un fin en esta orilla,
llena de ecos de almas.
Camina
y siempre está lejos,
en el espejo,
en el otro extremo de esta mirada,
en un cuadro perdido
del más increíble pintor que nadie sabe;
en la vibración de las olas;
en el sueño que nunca separa al alma del universo,
el sueño que espera
a que junte las lumínicas manos
con todo el oro que nadie tocó jamás,
y se vista
de espuma
en la neblina del silencio,
con los labios dulzorados
de palabras de idiomas infinitos.
miércoles, 2 de mayo de 2012
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