sábado, 26 de mayo de 2012

Niños de palabras

Cada uno su playa blanca.
Solo nos miramos en algún reflejo lunar.

Las noches de ese color,
noches que repiten el color de otras,
noches diamantinas,
impenetrables, densas,
todo el follaje de las bocas almidonadas,
ennegrecidas, silenciosamente locuaces
en la noche, los diamantes
que valen por su ausencia
en las fiestas de los Otros.

Cada uno sus melodías
de los días lejanos
pisándose
las huellas de cada lado
de cada playa
que pierde su equilibrio
solo por seguir el vértigo
y las dos manos
que llevan algo escrito, apretado,

los niños de palabras
que somos en las caídas.

II

La toda noche
el todo día
empiezan en el mismo punto,
en el adiós,
en el sueño de algunos,
en las vigilias de los Otros.

La nochemadre,
la noche savia
latiendo en el hielo,
superando la era,
endureciendo la piel
para la galaxia que estalla
todo el tiempo
interminable

y tu día
intentando las fronteras de la mirada
los colores inauditos de los místicos
la veda de los que quedan de la orilla equivocada.

III

Las uvas de la mañana
enredadas a toda la casa


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