sábado, 28 de enero de 2012

Bucólicas


I
Las amarras
y todo en flores yéndose,

esas mañanas con un dejo de la noche
de la quieta danza lunar,
las amarras
hechas ventana, esta ventana
que no puedo desarmar.

II
Las esperas
estando del otro lado de la ventana,
el lado en que quizás llueve
en que el tiempo es gigante
desmenuzando los sonidos
que podrían ser tus pasos.

La ventana
en que siempre te ibas a asomar y no
nunca
solo llegar por la puerta

y quizás lo veo ahora.

III
Los libros de arena
en las palabras, sueltas,
armándose,
desarmándose,

arena sin fin
entre los senderos de cada alma
cada rincón
una noche un poco más
un vals
del que vos quieras, un vals,
de nuestras sombras,
nuestra más clara resonancia.

IV
La noche
jugaba con nosotros en sus manos
sus esferas cálidas
mojándonos las almas
la primavera nocturna
el calor pequeño, en nuestras fronteras,
las melodías eran el suelo
y nosotros el aire

(un poco de ese viento)

la noche
reía de nuestras voces
las voces de cada rincón del cuerpo
al vibrar con su doble y opuesto
el océano
justo en la mitad

y hay tanto detrás de cada lado.

V

La montaña
y el arroyo

en la mañana.

Son lo lejos,
pero los seres
unen las dos distancias
con los cuentos
de saber los dos
únicos
en el recorrido
de un día que nunca va a volver.

VI

Los azulejos interminables
de nuestras noches

soñando los mares
sobre tu vientre

y apenas hay tazas
por todo el cuarto,
y ropa de invierno,
las sillas vacías,

nuestro suelo
de tenernos cerca
y dejar que el tiempo pase,
observarlo
sosteniéndonos,
a puro segundo,
fragmentos
que no nos puede quitar.

VII
Las risas lentas
de estar sobre la hierba
las risas ineluctables
de todas dimensiones
las risas
y alguna flor en el aire
edificando un palacio
entre las miradas

y todos lo fuimos
quizás la parte buena de la historia.

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