jueves, 4 de noviembre de 2010

Pasaje

Me tiritan las manos de azúcar
que llevo incendiadas de agua
a la montaña más lejana que halle.

En el camino un pájaro sabio
me dice los nombres de cada sombra
sobre la que en su círculo da forma.

En el camino un anciano
que me enseña como atravesar el círculo
del que hicieron los desiertos.

En el camino un zorro me mira pasar
y no dice nada, solo ese silencio
me carga en la espalda
para esa montaña a la que pienso
para esa montaña a la que mi agua y azúcar
y las curaciones de los astros
que necesitan las flores nuevas del alba
de cada piel, de cada ser.

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