I
los árboles flotaban en el desierto
y miraban
con las distancias que hay en el blanco
y yo
en el mareo del negro
que no podía dilucidar.
Me esperaban
hacía mucho.
II
Las voces quejumbrosas
Las voces quejumbrosas
de aquellos que habían sabido de la montaña
por la savia,
por las hojas y los mensajes
y me senté
a oír
durante días
en el mutismo del hambre y la sed
en las quejas de la voz por este mundo
y esta puerta circular
los árboles hablaron
y pude dormir
para despertar.
III
Y al despertar estuve solo
Y al despertar estuve solo
en la arena infinita
que el viento llevaba
y traía
(de alguna voz).
Y tuve que sobrevivirme
a fuerza de estadía ardiente
por toda la ropa,
replicando el sol
hasta su más alta consecuencia.
Tendré la marca
en la espalda
y en la mano
la vara
para dirigir el viento.
El resto
es solo viaje.
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