Distantes
dos caminan solos en un mundo
donde nadie más hay.
Un mundo azul por el día,
de un rojo por las noches,
donde hay dos personas que caminan
una lejos
de la
otra.
Los distantes no saben su historia familiar
o la olvidaron
o la borraron
escribiendo en la arena
de una playa imaginada,
frágil,
como una plegaria rota.
Hay una dimensión entre el día y la noche y los mundos,
hay incontables carreras por el vacío del desencuentro,
hay dos,
unoriente y unoccidente que, algún día,
cruzarán sus almas.
Hay un mundo
para cada arista de los otoños idos.
martes, 7 de agosto de 2012
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