Las dos tormentas
más lejanas,
las vibraciones eléctricas
de la inconsciencia del cuerpo;
soltándonos
en el mar sangriento,
en todas las batallas perdidas,
en todos los tiempos inciertos,
en todas las dudas,
las pequeñeces, nuestras vidas,
los vacíos inmensos
y la otra parte un poco,
un rato
tu rojo intenso de boca a mi boca
tu ilimitado pelo
desarmándose en el aire, con el aire;
el infinito
son las trazas de esta incertidumbre
de los desmayos sobre este cuerpo ajeno,
este cuerpo sabido
en aquella luna, en aquel mar
los cuerpos nombrados con el error
de los días en la tierra
en el silencio de las multitudes.
domingo, 5 de agosto de 2012
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Muy hermoso este poema, las imagenes de las palabras confirman su belleza. Saludos.
ResponderEliminarGracias, muchas gracias por leerme. Voy a seguir escribiendo, entonces :)
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